Sabado 27 de abril 2024

“Es un proyecto teñido de corrupción”

Redacción 25/09/2023 - 08.59.hs

“El proyecto minero Potasio Río Colorado está teñido de corrupción y daño desde sus comienzos y además de presentar un importante riesgo de contaminación su explotación requiere millones de litros de agua y muchísima energía”, advirtió Alberto Lucero, miembro de la Asamblea Socioambiental de Guaymallén y uno de los fundadores de las Asambleas Mendocinas por el Agua Pura. Durante una entrevista con Radio Noticias (FM 99.5), este ingeniero mendocino se mostró “totalmente de acuerdo con el reclamo por el río Atuel de los pampeanos, porque tienen derechos ancestrales a esa agua”.

 

Consultado sobre aquella iniciativa destinada a la producción de cloruro de potasio, una sal de sumo valor para la elaboración de fertilizantes, Lucero explicó que “el yacimiento fue descubierto entre los años 60 y 70 durante las prospecciones que realizaba YPF para buscar petróleo y quedó asentada en sus informes como una inmensa salina subterránea”. Entre las sales disueltas en este reservorio hay cloruro de potasio, que se utiliza para producir fertilizantes.

 

Montaña de sal.

 

“En aquellos años todavía no había llegado la sojización ni los suelos se encontraban degradados, pero con el paso del tiempo los fertilizantes alcanzaron una alta cotización en el mercado”, recordó. En el medio, durante los años ‘90, la petrolera estatal fue privatizada y entonces “alguien se apoderó de los documentos donde figuraban aquellos informes de YPF y los vendió a la australiana Río Tinto, una empresa que escruta el planeta con el objetivo de hacer negocios”.

 

Esa compañía de capitales multinacionales “creyó conveniente meter algunas fichas en este asunto y basándose principalmente en los estudios de YPF armó un proyecto que en 2009 le vendió a la minera brasileña Vale”.

 

Para explotar estos yacimientos subterráneos “el método más utilizado es construir pozos y túneles por los cuales introducen millones de litros de agua caliente a presión, que luego retiran mediante una bomba”. Esta agua contiene en su mayor parte cloruro de sodio, un poco de cloruro de potasio y otras sales como fosfatos y sulfatos.

 

Posteriormente, y utilizando una gran cantidad de energía, ”evaporan el agua para obtener las sales cristalizadas y separan el cloruro de potasio para su comercialización”. Según el proyecto presentado por Vale, “con las sales sobrantes formarían una pila que, al agotarse el yacimiento, tendría 50 metros dispuesta sobre “una pendiente natural que cae hacia el río Barrancas” uno de los ríos que forman el Colorado. “Y por eso los pampeanos pusieron el grito en el cielo”, recordó.

 

Riesgo de contaminación.

 

Frente al reclamo pampeano “modificaron la ubicación de la pila de sal y la corrieron unos kilómetros al norte, hasta un sitio donde la pendiente baja hacia el río Atuel”. De este modo, “cuando las lluvias y nevadas las disuelvan, esas sales contaminarán los ríos mendocinos”.

 

Si bien el gobierno de Mendoza informó que las sales sobrantes permanecerían “en un bajo cerrado hidrológicamente y cubiertas por una membrana”, Lucero aclaró que eso resulta imposible. “Ninguna membrana dura mil años y en nuestra cordillera no hay bajos cerrados porque, a diferencia de vuestra llanura, todo está arriba de los 1.200 metros sobre el nivel del mar. Por más que le llamen bajo y sea una depresión, cuando llueva el agua seguirá la pendiente del pedemonte mendocino que cae hacia el este y hacia el norte. Por lo tanto, en algún momento, alguien se va a comer esa sal”, afirmó.

 

Negocio para extranjeros.

 

Además del peligro de contaminación para los ríos “a Potasio Río Colorado le han adjudicado 80 millones de litros de agua por día para su trabajo de disolución y evaporación, aunque no sabemos de dónde la sacarán, porque agua no hay”, advirtió el ingeniero.

 

Lucero comparó a las empresas mineras con “una gigantesca telaraña: nos van atando paulatinamente con múltiples hilos y cuando queremos acordar estamos como la mosca, aprisionados” y entonces proceden a chupar nuestra sangre hasta dejarnos secos. Recordó que “en un primer momento se basaron en la ley 24196 por la cual cualquier persona puede declarar un yacimiento” aunque siempre resultan empresas “porque nadie puede hacerlo solo”.

 

Para eso basta con presentarse ante la Dirección de Minería y decir “vengo a declarar este yacimiento que encontré y tiene valitina, óxido de hierro, cobre, o lo que fuera. A partir de entonces y por 30 años, esa empresa puede llevarse todo lo que está bajo tierra, pagando la regalía establecida por la misma ley: el 3% menos un 1,2% de gastos de comercialización y otras yerbas, lo que deja apenas un 1,8%” para el estado que otorga la concesión.

 

Por eso “Río Tinto y otras grandes mineras internacionales miran a Argentina con inmenso placer. Pueden venir y llevarse lo que quieran porque con la sola declaración pasan a ser propietarios de un yacimiento. Y así fue como Río Tinto le vendió Potasio Río Colorado a Vale mientras nosotros la veíamos pasar”.

 

De esta manera “la minería importa enormes negocios para las mineras con pésimos resultados para los argentinos”. Lucero recordó que “durante su gobierno, Salvador Allende estableció el fifty fifty (50% y 50%) para la minería, pero cuando asumió Pinochet, redujo el porcentaje de regalías al 30%, y los chilenos despotricaban por eso”. En Bolivia “Evo Morales también elevó las regalías al 50% pero ninguna minera se fue porque la explotación sigue siendo un buen negocio”.

 

“Tienen derechos ancestrales”.

 

Lucero sostiene que “los pampeanos tienen derechos ancestrales sobre el agua del río Atuel”. Durante el siglo anterior “por un crecimiento desordenado, un aumento desaforado de la población y decisiones incorrectas se restringió el flujo aguas abajo. Además de los emprendimientos bajo riego, llegaron a construir tres diques sobre el Atuel”, recordó.

 

Según el ingeniero mendocino “aunque nada debería impedir que mantuvieran su cuota original, ahora enfrentamos un cambio climático que obligará a los mendocinos a irnos de la provincia, porque nos vamos a quedar sin agua”. Eso somete a La Pampa a un “trabajo de pinzas: por un lado el crecimiento urbanístico y productivo desordenado los dejó sin agua, por otro lado la montaña carga menos nieve y el agua no alcanza para abastecer los emprendimientos bajo riego en Mendoza, lo que derivará en una disputa que la actual Corte Suprema, totalmente venal y corrupta, no resolverá”.

 

“La prioridad en Mendoza debería ser que algo del agua que tenemos podamos compartirla. No podemos arrogarnos el derecho a detener la llegada del agua a zonas que tradicionalmente vivieron de nuestros afluentes acuíferos y deberíamos lograr que prime el sentido común”, dice Lucero.

 

Y concluye: “comparto la posición de La Pampa de que le corresponde una parte del agua que tradicionalmente aportaron los ríos mendocinos que desembocan en el Desaguadero, y no solo el Atuel”. Lamentablemente, el Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó “hoy también es un desierto, porque en San Juan hay un veladero que succiona exageradamente y el agua ya no llega al río”.

 

“Argentina, ese raro país”.

 

“Una ley establece que quienes exporten desde puertos al sur del paralelo 42 recibirán un 5% de retribución. En Cerro Vanguardia, Santa Cruz, una compañía extrae oro desde hace muchos años, pero en lugar cargar el mineral a un avión en el yacimiento, lo trasladan hasta un puerto, dan vuelta al Cabo de Hornos, lo descargan en Chile y ahí sí, lo suben al avión. El Estado argentino les reintegra un 5%, ellos dejan el 1,8% en regalías y así, Argentina resulta ese raro país que le paga a las mineras multinacionales para que se lleven nuestros recursos”.

 

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