Egresados de escuela de adultos hicieron viaje y se viene la "bajada"

“El viaje de egresados resultó una experiencia maravillosa, que vivimos como si la hubiéramos hecho en la adolescencia: escuchando música, aplaudiendo, cantando, tomando mates y, como el que se dormía terminaba con la cara pintada, prácticamente nadie durmió”, celebran Andrea Trinak y Claudio Brito. Ambos integran un grupo de 16 alumnos de la Escuela de Adultos Nº 6, que a principios de año decidió organizarse para cumplir dos actividades tradicionales de los secundarios: un viaje de fin de curso y el clásico baile de egresados.

 

La “bajada” está programada para el viernes 8 de diciembre, en el salón de ADEL. “Cada uno eligió un tema musical pero en lugar de bajar con sus padres, la mayoría lo hará con hijos o nietos. Falta una semana pero la situación ya nos genera una ansiedad y una adrenalina tremendas, al punto de volver a sentirnos adolescentes”, aseguran.

 

Los miembros de la Promoción 2023 tienen entre 23 y 55 años de edad. Por diferentes motivos no completaron sus estudios en la edad habitual y cuando decidieron hacerlo debieron combinar estudios con obligaciones laborales y responsabilidades familiares propias de su edad actual. “Las escuelas de adultos no programan estas actividades, pero nosotros decidimos hacer un viaje y un baile de egresados con la tradicional bajada”, comentan.

 

La experiencia resultó tan hermosa y motivadora, que decidieron contarla a través de LA ARENA. “Entre los días 24, 25 y 26 de noviembre realizamos el viaje a Pehuen-Có, aunque por motivos laborales y familiares no pudimos estar todos”. De los 16 viajaron ocho “y completamos los 14 lugares previstos con tres compañeros que conocíamos porque habían cursado materias con nosotros, junto a sus parejas”.

 

Para costear la actividad “organizamos rifas, ventas de comida y otras formas de recaudación”. Tenían previsto alojarse en el Albergue Provincial de La Pampa “pero en esta fecha estaba ocupad, así que alquilamos dos cabañas”.

 

Ansiedad adolescente.

 

“El proceso de organizar el viaje generó mucha ansiedad. No fue difícil porque estábamos muy decididos a juntar los recursos, pero hasta que no subimos a la combi no podíamos creerlo. Ahora viene la bajada y sigue la adrenalina”, confesaron.

 

La partida hacia Pehuen-Có estaba programada para el viernes 24 a la hora cero. “Ese jueves a las 11 de la noche, cuando empezamos a llegar al lugar de encuentro con los bolsos, reposeras y conservadoras, nos embargó una mezcla de ansiedad y alegría muy especial. Y a las 0:30, cuando arrancamos, empezamos a sentir una emoción que duró todo el viaje y no olvidaremos nunca”.

 

Por la mañana llegaron a Pehuen-Có, se alojaron y “desde ese momento y hasta el lunes a la madrugada, cuando volvimos a Santa Rosa, todo fueron risas, cantar y disfrutar en medio de una gran camaradería. Fue hermoso, porque volvimos a sentirnos adolescentes y olvidamos problemas de salud y achaques de la edad”, aseguran.

 

“Vivimos la experiencia cada uno a su modo, organizando las comidas entre todos, jugando con barro, tirándonos agua, bailando en la playa. En un momento pasó alguien ofreciendo tatuajes temporales, una dijo ‘yo me hago uno’ y atrás nos sumamos todos. También fuimos hasta Monte Hermoso, hicimos campeonatos de tejo, y el último día nos quedamos para ver el amanecer en la playa”.

 

Cuando regresaron a Santa Rosa “profesores y directivos preguntaban cómo nos había ido. Estaban expectantes porque, si bien son menores que nosotros, los docentes nos re acompañaron y tuvieron mucha predisposición. Para organizar nos reuníamos en horario de clases y no necesitábamos pedir permiso dos veces, porque siempre mostraron gran empatía. Estamos muy agradecidos con ellos, fueron comprensivos y muy solidarios”, aseguran.

 

Se viene la bajada.

 

Ahora ultiman los detalles para el baile de egresados. “Es un asunto fuerte y simbólico. Tenemos que bajar con hijos y nietos. En mi caso, tengo cuatro hijos y siete nietos, así que elegiré bajar con el más chico”, comenta Andrea. Aquí, la diferencia de edad con los egresados tradicionales se hace más evidente: “es distinto, claro. Muchos de nosotros estamos cuidando a nuestros padres, porque son personas mayores. Y en esta aventura de terminar los estudios hemos atravesado muchas dificultades, pero todos logramos salir adelante”.

 

La idea original “era organizar una ceremonia sencilla y familiar. Pero a medida que el plan avanzaba, sentíamos que podía ser más grande, aunque representa un costo importante porque, a diferencia de los adolescentes, no nos bancan nuestros padres sino al revés”. De a poco fueron sumando esfuerzos: “planificamos una comida a la canasta, después agregamos decoraciones, conseguimos mozos, contratamos la música y finalmente dijimos: hagamos una bajada”.

 

En estos últimos días “estamos sintiendo esa adrenalina tan linda, después de tanto sacrificio, dificultades de horarios, problemas particulares y hasta algunos que llegan apretados con las últimas materias”. La propuesta terminó revolucionando a toda la escuela: “todos los profes nos piden invitación y tenemos mucha ayuda de la dirección y la secretaría. Hasta se han propuesto para hacer la locución y nos donarán helado artesanal y pizzas caseras”, cuentan.

 

Un día decidieron cursar estudios que no habían completado en la adolescencia y en el proceso sumaron otras vivencias de aquella etapa. Hicieron el viaje de egresados, falta apenas una semana para la clásica bajada, y sí, es una historia que merecía ser contada.

 

Los 16 egresados.

 

El listado de estudiantes de la Escuela de Adultos N.º 6 que este año terminan el secundario está integrado por Daiana Alderete, Micaela Andrada. Nicole Andrada, Andrea Trinak, Graciela Sotelo. Mónica Rodríguez, Soledad Ruiz, Mariana Fernández, Sandra Salamanca, Verónica Fiñeiro, Agustina Gonzalez, Michelle Correa, Betiana Chena, Carlos Martí, Raúl Zaldarriaga y Claudio Brito.

 

Del viaje participaron también, como acompañantes, Naomi Chena, Yanina Gómez, Daniel Avalos, Norma Bazán y Hugo Moraleja.