Martes 26 de agosto 2025

"Manuel Santillán nos arruinó la vida"

Redacción 28/02/2022 - 07.43.hs

Dicen que el tiempo ayuda a cicatrizar las heridas del alma y que pone las cosas en su lugar, que las tormentas por más largas que sean algún día terminan... y que es mejor atravesarlas antes que sentarse a esperar. Pero hay penas que no cicatrizan de igual forma. A veces no hay tiempo que alcance para cubrir la pérdida de un ser querido; y peor aún si no es producida por causas naturales.

 

Hace apenas unos días, el 31 de enero se cumplieron cuatro años del crimen de Aldo Horacio "Chueco" Fuentes. Sin sentencia firme y condenado a prisión perpetua, el homicida Manuel "Mono" Santillán cumple su condena en la Delegación Norte de la ciudad.

 

Siendo conscientes de la entrevista por realizar y de la importancia que tiene para el entrevistado poder hablar de un "macabro" hecho que involucra ni más ni menos que a su padre, nos dirigimos a una casa del Barrio General Levalle de Santa Rosa. Ahí nos esperaba Benicio Fuentes, hijo del "Chueco".

 

El "Chueco" vivía hace muchos años en su casa nº 56 del Barrio Colonia Escalante -en Neveu y Luther King-, donde hoy se puede ver un mural que lo recuerda. Respetado en el barrio por su "don" de buena gente, solidario y trabajador, tenía cuatro hijos: Andrea, Elba Cristina, Nora Elizabeth y Benicio. "Mi viejo hacía de todo, siempre se lo conoció por ser pocero y por hacer trabajos de albañilería para distintas constructoras, pero se daba 'maña' para todo. Era polifuncional, se decía a sí mismo". Así lo describe, con emoción contenida, su hijo Benicio.

 

Es que "El Chueco" Fuentes se ganó el respeto de sus vecinos "porque siempre estaba para todos, los ayudaba, era bueno y solidario. A pesar de los problemas siempre tenía una sonrisa y un humor particular... estaba para dar una mano, te conociera o no", lo describe.

 

Muerte a hachazos.

 

Benicio relata cómo fueron a su criterio las cosas aquella noche trágica. Entre las 22 del martes 30 de enero de 2018 y la 1 de la madrugada del día siguiente se determinó que habría ocurrido la muerte de Fuentes: "Mi papá llegó de trabajar esa tarde, abrió puertas y ventanas como era su costumbre y se fue a visitar a mi hermana. Entre las 21:30 y las 22:00 se despidió de ella y se fue a dormir. No estuvieron mucho tiempo juntos porque mi hermana estaba cerrando el local".

 

Benicio tiene una hipótesis: "Santillán ingresó antes de que él regresara", y agrega: "El Chueco hablaba dormido, él lo escuchó y lo mató de tres hachazos, con la cara anterior del hacha. Las pericias determinaron que él había sido quien la manipuló y su ADN estaba ahí".

 

Al día siguiente una pareja amiga de Fuentes se encontró con el escenario desgarrador, cuando lo fueron a visitar. Cuatro años pasaron del terrible suceso, y el dolor de los hijos sigue allí, como el primer día. Pero Benicio acepta hablar y contestar preguntas.

 

-¿Cómo te enteraste del hecho?

 

-Ese día estaba trabajando y me avisa mi cuñado que fuera para el negocio de mi hermana; sin decirme lo que había sucedido pero que algo malo había ocurrido... Que fuera urgente. Pasé por frente de la casa de papá y no me di cuenta de que había tanta gente, al llegar al negocio de mi hermana lo encuentro cerrado y fui a lo de mi padre. Allí me encuentro con el desenlace fatal.

 

-¿Te dejaron entrar?

 

-No, a nadie de la familia dejaron entrar, pero desfiló muchísima gente que no tenía nada que hacer en el lugar de hecho. Eso después entorpeció mucho la causa, porque gente que llegaba entraba a mirar. Eran de la policía, pero no tenían nada que hacer ahí. Horas más tarde pedimos que nos dejaran verlo, con mis hermanas. Fue muy doloroso y es una imagen que no nos vamos a olvidar jamás.

 

-¿Lo conocía Santillán a tu padre?

 

- Sí lo conocía, vivía a 5 cuadras. Siempre lo veíamos pasar por casa con un problema en su pierna producto de una persecución de la policía, se había llevado por delante un contenedor.

 

Con papá nos sentábamos en la vereda y lo conocíamos de vista. Fue una sorpresa cuando nos dijeron que fue él quien lo asesinó.

 

-¿Cómo fue que dieron con el autor del asesinato?

 

-Fue el mismo Santillán quien salió a contar por el barrio que había sido él. Mi señora un día fue a la carnicería y escuchó una conversación. Ahí surgió el nombre del "Mono" Santillán como autor material del asesinato; unos seis meses después y cuando la causa no tenía rumbo firme. Fui yo el que le dijo a la policía que no buscaran más que ya sabíamos quién era.

 

-¿Hubo un mensaje de texto que les confirmó el contenido de esa conversación?

 

-Una noche me llegó el mensaje de una mujer, donde me decía lo mismo que escuchamos en la carnicería. Con más precisiones, muy escalofriante... Daba detalles de cuando papá dormía y su costumbre de hablar dormido. Después el mismo "Mono" dijo que esperó a se duerma escondido en un deposito de cosas viejas que mi padre tenía, ahí fue cuando lo atacó con la parte plana del hacha.

 

-¿Si Santillán no salía hablar, qué hubiese sucedido?

 

-Nada. Si no hubiese hablado de más, hoy no tendríamos nada. Esto no se sabría y estaríamos reclamando justicia aún.

 

-¿Robó algo de la vivienda?

 

-Muchas cosas: dinero; una motocicleta Honda Wave; el equipo de música; cuchillos... Es difícil que se haya llevado todo en una sola oportunidad, tiene que haber entrado y salido de la casa varias veces.

 

-¿Vendió la moto?

 

-Sí, se comprobó que la vendió a Alan Pérez Barreiro por $ 2.000 y luego de cambiarle las cachas la revendió. Se hizo la apertura de celulares y ahí quedó demostrado, hicieron un careo entre ambos porque Santillán decía que era mentira que él le había vendido la moto.

 

-¿Quedaron conformes con el desempeño de la justicia?

 

-Sí. Y quiero destacar el trabajo de la Fiscalía a cargo de Cecilia Martiní, sus ayudantes; Jorge Fernández de la Brigada de Investigaciones y nuestro abogado defensor Juan José Hermúa, que estuvieron a la altura de las circunstancias. La fiscalía y la querella solicitaron perpetua. Nos dejaron sorprendidos por como llevaron adelante la causa.

 

-¿En qué condiciones quedó la casa del "Chueco"?

 

-Está sola, vive mi sobrino detrás y dejamos todo como estaba: trofeos, fotos, el cacharrerío que tenía, cosas viejas guardadas. Soy el único que puede volver a la casa... me cuesta, pero no puedo dejar de ir. Mis hermanas no han podido volver.

 

-Después de cuatro años... ¿Cómo lo recordás?

 

-Como alguien con muchas ganas de vivir y alegre. Era muy difícil que te aburras con él, fue un gran tipo, que siempre luchó y le ponía ganas a todo. Se quería operar una hernia en el hombro que lo aquejaba porque si no después "no iba a servir ni para repuesto loco", decía. Había cobrado unos trabajos realizados, era gasolero y le gustaba cuidar su dinero.

 

-¿Cómo quedó la familia después de esto?

 

-Seguimos en contacto y cuando ocurre algo estamos todos juntos, pero 'El viejo' era el que nos unía. Era el núcleo de la familia, era quien la unía. Ya no nos juntamos como antes. Santillán nos arruinó la vida.

 

-¿Cómo se hace para seguir después de lo que atravesaron?

 

-Todavía no sé cómo se sigue. Creo que gracias a la familia, a mis hijos, a mi señora, por ellos sigo luchando. Me arrancaron una parte de mí. No tuve tiempo de llorar la pérdida y siento que me quedó algo pendiente, no lo pude llorar. Cuando sucedió tuvimos que estar inmediatamente para responder preguntas y ayudar en la investigación.

 

-¿Cuánto duró el juicio?

 

-Una semana. Santillán no declaró, habló sólo en el careo. Después no emitió palabra. Fue un gran trabajo de Fiscalía, mi abogado y la Brigada. Los jueces le dieron prisión perpetua pero la sentencia no está firme. Quiero que Santillán empiece a cumplir la condena en una cárcel. Pero bueno, los tiempos de la justicia no son los nuestros.

 

-¿Cómo surgieron las marchas con la familia de Diego Loza?

 

-Llamamos a Silvia, tía de Diego y le preguntamos si podíamos acompañarlos en el pedido de justicia. Sumarnos en el reclamo. Siempre fuimos de la idea de una sola marcha. Queríamos que salga rápido el juicio y las marchas las hicimos juntos... las dos familias pasamos el mismo dolor. Creo que las familias Loza y Fuentes quedamos unidas por el dolor.

 

-¿El tiempo ayuda a cicatrizar las heridas?

 

-El tiempo te ayuda a vivir con el dolor, pero no cicatriza. Con mi hermana menor íbamos con papá para todos lados. Hoy me cuesta caminar por la calle porque en cada lugar lo veo, lo tengo presente. Cuando caminamos nos frenan y dicen 'son los hijos del Chueco' y se nos hace muy difícil. Él era una persona feliz y decía 'un día de vida es vida'.

 

-¿Si te dieran la posibilidad de volver a verlo qué le dirías?

 

-Lloraría. Le diría muchas cosas. Te puedo asegurar que lo abrazaría y descargaría todo lo que vivimos. Le diría que quedamos en pié y que hicimos las cosas como siempre nos dijo, no bajamos los brazos. Nos mantuvimos firmes, es lo primero que le diría, lo que nos inculcó de chicos 'no bajar los brazos y pelearla'. Logramos que se limpie su nombre, la familia no es la misma sin él, se lo extraña.

 

A prisión perpetua.

 

El tribunal de audiencia conformado por los jueces Gastón Boulenaz, Daniel Sáez Zamora y Flavia Ongaro encontraron culpable, en noviembre de 2019, condenó a prisión perpetua a Manuel Lautaro Santillán. Además condenó a Alan Lautaro Pérez Barreiro a la pena de dos años de prisión en suspenso y trabajos comunitarios por el delito de encubrimiento. La sentencia no está firme y debe resolver la Corte Suprema el recurso extraordinario presentado por la defensa de Santillán que al momento del hecho tenía 22 años. (E. Vega).

 

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