Miércoles 07 de mayo 2025

Motociclistas pampeanos encontraron un celular perdido hace 5 años a 3.000 metros de altura y el dueño era pampeano

Redaccion Avances 30/03/2025 - 11.16.hs

Por Mario Vega.

 

Hace un tiempo –más exactamente iniciando febrero último- Juan Pico y un grupo de amigos emprendieron una travesía de esas que tanto le gustan. “Andábamos por las Loicas (Mendoza), a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar, del lado chileno… En uno de los hitos paramos a descansar un rato y pasó algo que después con el tiempo no podíamos creer que sucediera”.

 

En un momento uno de los aventureros vio que en la arena, entre las piedras, asomaba algo oscuro. Era un celular. “Le preguntamos a Picho Froit que estaba a unos 100 metros de ahí si era suyo y nos dice que no… como Daniel Recofsky arregla celulares le dijimos que se lo lleve y cuando estuviéramos de regreso viera si funcionaba”. Grande fue la sorpresa de Daniel cuando vio que en la funda del aparato estaba el carnet de conducir de Mauro Stancatto… ¡Con domicilio en Santa Rosa!

 

¿Cómo era posible? El dueño del celular había andado con amigos haciendo una excursión en cuatriciclos por la zona y lo había perdido… ¡pero cinco años antes!

 

Una increíble coincidencia hizo que un lustro después otro grupo –justamente santarroseño- lo encontrara. Después de tormentas, de nieve, de tanta arena y piedra desplazada, ahí estaba el aparatito, como esperando que alguien lo recogiera… Y fantásticamente sucedió de esa manera.

 

Faltaría que dijeran que lo conectaron y que funcionaba para que fuera un perfecto cuento del viejo Lastra, aquel notable fabulador que había sido arriero en su juventud, y supo ser placero muchos años en Villa del Busto.

 

El reloj del viejo Lastra

 

No puede menos que recordarse, de don Pedro Lastra, un relato fabuloso –y exagerado como todos los que le gustaba realizar- cuando decía haber encontrado un reloj pulsera que había perdido varios años antes. Y narraba: “¡Reloj el mío! Arreando en la zona de Anguil, después de dormir al sereno nos fuimos y al rato me dí cuenta que había perdido mi reloj pulsera. ¡Y era bueno de verdad!… Pero tuve suerte. Como a los cinco años volví a pasar por allí y no lo van a poder creer: me acosté a dormir en el mismo lugar y en el silencio de la noche empecé a escuchar: 'Tic.tac.Tic.tac...’. Era mi reloj, ¡y funcionando!”.

 

Y remataba: “¿Qué había pasado? Había quedado justito en el camino de un hormiguero y las hormigas al pasar sobre la ruedita de la cuerda lo mantenían en marcha. ¡Si parecía mentira!". Y, sí. Parecía mentira.

 

Foto: Facebook Malargüe.

 

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