Martes 16 de abril 2024

Profundo dolor por la muerte del doctor Guillermo Sago

Redacción 12/08/2022 - 01.00.hs

(Eduardo Castex) - Labil Guillermo Sago (87 años) fue el último gran médico rural de La Pampa. Ayer falleció y provocó un fuerte dolor no solamente en Conhelo, sino también en las redes sociales que se poblaron de fotos suyas, y los crespones negros mostraron la adhesión a una significativa perdida. La trayectoria y sus características personales hicieron que fuera declarado Ciudadano Ilustre por la Cámara de Diputados de La Pampa, y la Cámara de Diputados de la Nación reconoció su "labor profesional".

 

Incluso, fue incluido en el Libro de las personalidades Médicas Argentinas, que fue editado en 1994, por su "sobresaliente actuación y trayectoria profesional".

 

Sago durante casi 57 años estuvo al frente de la Posta Sanitaria "Federico del Callejo", y recién -días atrás- cuando este descenlace era tan inevitable como previsible, los familiares lo trasladaron a General Pico. "Se fue una parte importante de Conhelo, se fue una institución del pueblo", coincidieron

 

-practicamente todos- los vecinos conhelenses.

 

"El doc" llegó en junio de 1965 a Conhelo, y al otro día nevó. Ayer se fue con una jornada soledada, rodeado de "su gente". Incluso, el ministro de Salud, Mario Kohan, estuvo en el velatorio.

 

Durante más de medio siglo trabajo de lunes a lunes, nunca se adhirió a un paro: "y no porque a lo mejor no coincidiera con los reclamos, sino porque en los pueblos tenemos que atender a la gente cuando nos necesita", aclaró -años atrás- a este cronista.

 

Fue una persona muy estructurada en su trabajo y hábitos. Comenzaba la jornada laboral a las 7.30 horas, y continuaba "hasta que no queden más pacientes", que generalmente era allá por las 13 horas. A la tarde comenzaba a las 15.30 horas, hasta que los pacientes lo demandaran.

 

"Cuando atiendo a un paciente rápido porque tenemos que hacer algo, no me siento bien, porque no le doy el tiempo que corresponde. Y los pacientes deben ser respetados. Me siento bien cuando hago bien mi trabajo", confesó a esta corresponsalía.

 

Después, cada 15 días viajaba a Rucanelo, y allí atendía a los vecinos. Todos los jueves viajaba a realizar trámites y compras en Eduardo Castex. En un Ford Falcon de la década del 80 -en impecables condiciones- recorria las calles castenses, y a veces charlaba de fútbol. Era hincha de San Lorenzo de Almagro.

 

"Ciencia sin rutina".

 

Cuando promediaba la década del 60, Sago se recibió de médico cirujano en la Universidad Nacional de Córdoba. Durante un año ejerció en la medicina privada de La Docta, y después una hermana que daba clases en Eduardo Castex, lo tentó para que se radicará "por un tiempo" en Conhelo.

 

"Tenía un tío médico que influyó en esa decisión de seguir la medicina, y ahí arranca esta vocación. Me agradó y me sigue agradando la medicina porque es una ciencia que no entra en una rutina, porque cada paciente es un caso distinto en cuanto a la patología y la respuesta de cada un forma personal", recordó -años atrás a esta corresponsalía- el doctor Sago.

 

Oriundo de Hilario Lagos, los estudios secundarios los realizó en General Pico. A los pocos años que se instaló en Conhelo, en 1972, concursó el cargo. Así fue nombrado médico generalista y médico director de la Posta Sanitaria conhelense, con dedicación exclusiva que honró hasta que su cuerpo se lo permitió.

 

Fue el médico de cabecera de generaciones de pobladores de las localidades del oeste pampeano. Y así lo recordó a esta corresponsalía: "atendí cuatro generaciones de personas, porque atendí los partos de las nietas de las primeras pacientes".

 

Un avanzado.

 

Pese a sus costumbres rutinarias, Sago se adaptó a las nuevas técnicas y tecnologías de la medicina. Cuando arribó a Conhelo "eran tiempos de mucho sacrificio y tolerancia".

 

"Había caminos de tierra instransitables, no teníamos luz eléctrica, había un solo teléfono y no teníamos agua potable", recordó. Ni siquiera había enfermeras. Y se encargó de formar una "enfermera empírica", que fue Luisa Sosa de Funes.

 

"Los médicos únicos hacíamos todo nuestro trabajo con la palpación, con las manos, con los ojos, escuchando al paciente. Los estudios de laboratorio y radiografías eran casos excepcionales. En la actualidad estamos mucho mejor, hubo un adelanto muy importante en los métodos de diagnósticos, que nos hace más factible llegar a un diagnóstico de certeza. Aparecieron muchas especialidades, y todo cambio para mejorar la medicina", analizó -años atrás- en una entrevista.

 

-¿Por qué se quedó medio siglo en Conhelo?

 

-Soy un hombre agradecido. Acá me sentí muy bien. Esta era una gran familia, donde yo era uno más de la población. Me sentí muy cómodo y libre en todos los aspectos. Nunca nadie me puso objeciones. La gente fue muy cálida y los pacientes terminaron siendo amigos y vecinos cercanos. Eso fue fundamental.

 

Violento asalto.

 

El doctor Guillermo Sago y su hermana sufrieron -años atrás- un violento asalto en la vivienda de la Posta Sanitaria de Conhelo, donde fueron maniatados y despojados de una suma muy importante de dinero, algunas joyas de oro y algunos recuerdos personas. Los asaltantes encerraron en una pieza a "los Sago" y huyeron en una ambulancia.

 

El hecho conmocionó a la comunidad, fundamentalmente porque nadie se explicaba quien iba a pretender atacar "al doctor Sago", en una comunidad que lo adoptó como un hijo prodigo y lo idolatró por sus conocimientos médicos.

 

Para la policía ese robo "era una papa caliente". Y por eso desde la Jefatura de Policía se dispuso que se realizarán sobrevuelos en toda la zona norte, y lo risueño fue que no visualizaron que la ambulancia había sido abandonada en un montecito de caldenes cercano a Arata. Cuando Sago se logró desatar, llegó la policía, le relató los hechos, detalló el dinero y los elementos que le habían robado, y colaboró en todo lo que pudo. Pero, en un momento determinado le transmitió una inquietud que le preocupaba en demasia.

 

"Estas personas se llevaron la ambulancia, y no podemos estar en el pueblo sin ambulancia, porque si alguien la necesita, no podremos brindar atención", le transmitió a un jefe policial de aquellos años. La policía no podía entender, que esa fuera su única preocupación, cuando el dinero que le habían sustraído le permitía comprar "algunas o varias" ambulancias.

 

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