Santiago, un laburante sin manchas
No son muchas las tintorerías que existen en la ciudad. Hay una que es la continuidad de la que tenían los hermanos Righetti, pero “La Gloria” de Santiago Relinqueo es también una de las más antiguas.
MARIO VEGA
Dicen los que dicen saber que el oficio se remonta a tiempos remotos, cuando civilizaciones como la india, la persa y la china, llevaban adelante un proceso manual para teñir prendas de vestir. En nuestro país se asocian las tintorerías a la comunidad japonesa, que llegó a tener unos 2.000 locales diseminados en la ciudad de Buenos Aires en los años ‘60 del siglo pasado.
Con el tiempo se agregó, al servicio ofrecido por los nipones, limpieza y planchado de la ropa, y así los comercios empezaron a recibir muchísimo trabajo. Entrar a esos locales era encontrarse con un olor característico de los solventes quitamanchas, y gran cantidad de perchas colgadas con prendas que se secaban.
De todos modos no fueron los japoneses los primeros, porque en Italia y España proliferaron tintorerías, y fue en Francia que un afroamericano tuvo la primera patente para un proceso de limpieza en seco.
La tintorería de Righetti.
En Santa Rosa hace muchos años que se conocen locales de limpieza y planchado de prendas, y entre ellas se pueden mencionar las tintorerías Tokio, Real y Ecolav entre otras. Aunque es verdad, no son tantas.
Cabe decir, mirando hacia atrás, que hubo una que fue icónica, como Tintorería Righetti que, se recuerda, estuvo en un principio ubicada en Pellegrini al 300, donde ahora funciona una entidad financiera.
La “escuela” de Relinqueo.
Los Righetti son una marca, un apellido que los vincula directamente a una tradición que hoy ya se parece bastante a una rareza. Es una tintorería que se mantiene en pie ante el avance tecnológico, los cambios, las modas y todo lo nuevo que suele arrasar de un plumazo con largas décadas de usos y costumbres. Llevan más de 80 años como tintorería pionera en Santa Rosa –hoy manejada por un nieto- y allí fue donde aprendió Relinqueo todos los secretos del oficio para que la ropa que aparece manchada, o sucia, se transforme en limpia y reluciente.
Un ejemplo.
Santiago Bernardino Relinqueo –”Pichón” para quienes lo conocen desde hace mucho-, tiene 82 años recién cumplidos. Sin quererlo, sin proponérselo, puede decirse de él que es un ejemplo para su familia, y también para muchas personas que lo reconocen como un laburante de todas las horas. Es que se crió en años en que las personas le dedicaban a sus tareas incluso más horas que las que hoy podría determinar un convenio colectivo de trabajo.
Miro hacia atrás y me parece ver a mi padre –Hector Mario- en su oficio de imprentero (tipógrafo y maquinista), pasando pilas de horas en su taller para subvenir las necesidades familiares. Con “Pichón” –y muchos como él- podría decirse que ha sido más o menos igual.
Trabajar a destajo.
No sé si es una ocurrencia mía o qué, pero estoy seguro que antes los que tenían un oficio trabajaban a destajo. Esto es que ganaban su jornal proporcionalmente a la cantidad de tarea que realizaran, sin importar los horarios ni el tiempo que les demandara.
Lo importante para esos laburantes era el bienestar de su familia, así que no había convenios de 8 horas que valgan. Podían estar en sus puestos 10, 12 y hasta 14 horas. Y cualquiera que haya escuchado historias de sus mayores saben que esto era así.
En el caso de Santiago –el tintorero desde ahora- dedicó sus mayores esfuerzos a hacerse la casa, y sobretodo a acompañar a sus hijos para que a su vez pudieran tener la suya. Ha pasado mucho desde que a los 14 años salió a buscar trabajo… hasta encontrar uno que aprendió a realizar de la mejor manera y que hoy –a los 82- no tiene ningún apuro en dejar de hacer.
La familia.
“Pichón” se casó con Norma Esther Arrieta, nacida en Carro Quemado, y tienen tres hijos: Santiago, propietario de PC Patagonia; Diego, es Maestro Mayor de Obras y está dedicado a la construcción; y María Soledad es comerciante. A su vez “los chicos” también están casados y le han dado a los Relinqueo seis nietos: Tomás, Agustina, Benjamín, Avril, Benicio y Albana.
Cabe señalar que los varones jugaron al fútbol, Santiago en Banco Pampa, y Diego en Sarmiento, Luz y Fuerza, San Martín y algún tiempito en All Boys. Se iniciaron con el querido Tito Álvarez, a quien “Pichón” acompañó cercanamente cuando sus pibes empezaban en las categorías infantiles. “Tito era un fenómeno… lo que le ha dado a todos los chicos que estuvieron con él ha sido extraordinario. Por eso siempre lo acompañamos, y allá donde jugaban íbamos nosotros con el auto y el asadito para pasar el día”, evoca.
Siempre el trabajo.
La de don Relinqueo ha sido una vida plena de realizaciones, teniendo como base trabajar, trabajar y trabajar… “Siendo bien pibito salía por el barrio y vendía verduras de nuestra huerta por las casas, y también a la tarde andaba ofreciendo tortas”. Fue a los 14 años que salió con un amigo a buscar algo para hacer, “y al primer negocio al que entramos fue a la Tintorería Righetti, cuando estaba en la calle Pellegrini, pegado a Gálver (hoy hay un banco en el lugar), y tuve suerte, porque de los dos me tomaron a mí como cadete”.
Cadete en Righetti.
El comercio –icónico en la ciudad- estaba a cargo de René y Neptuno Righetti. “Era de locos como trabajaba esa tintorería... llegó a tener seis cadetes, y realmente encontré ahí un lugar que me encantaba. Un día me llamó uno de los hermanos que quería hablar conmigo y me asusté… me van a echar pensé. Pero no, me dijeron que pasaba adentro, al salón, que iba a empezar como calderista, para alimentar de leña las calderas que después fueron a gas. ¡Era buenísimo eso! Y además pasé de ganar 23 pesos a 46. ¡Me duplicaron el sueldo!”.
Reventó una caldera.
Después ya empezó a manejar las máquinas de planchar, también el lavarropas y aprendió a sacar las manchas de las prendas. En una oportunidad hubo un incidente que pudo ser terrible, pero afortunadamente no se produjeron víctimas fatales. “¿Qué pasó? “Yo tenía 18 años entonces, y un día que no estaba en la tintorería reventó la caldera… Por suerte el muchacho que estaba ahí sólo sufrió heridas menores, pero el agua hirviendo llegó hasta las paredes de la tienda Gálver. Fue un accidente con suerte”, lo recuerda.
La actividad en lo de Righetti “era impresionante… los viernes llegaban del Regimiento de Toay chaquetillas, camisas y todo tipo de ropa. Camiones cargados venían… Llegamos a laburar de corrido desde las 4 de la mañana del viernes hasta el sábado a las 2 de la tarde ”.
“Horas extras”.
En tanto su esposa Norma –con quien se casó a los 25 años- también trabajaba. Muchos años lo hizo en lo de la familia Castro Dubié, y un tiempito en Frical y en De León Supermercados.
Relinqueo se hizo un experto en el oficio, al punto que una señora, Anita Sampietro, que había puesto Tintorería Santa Rosa en la esquina de Yrigoyen y Moreno, lo convocó para que le diera una mano con el planchado. Iba en horario de comercio a Righetti, y después de las 20 hasta las 24 al otro trabajo.
“La tintorería es suya”.
“Así todos los días en mi bicicleta… hiciera frío o calor, sin faltar nunca”, se ufana. Lo bueno es que la señora de Sampietro fue muy generosa: “Me dijo que iba a trabajar un tiempo más y que después me dejaba la tintorería a mí… y cumplió. Un día llegó y me dijo: ‘La tintorería es suya’. Hizo que la acompañara al Banco de La Pampa, firmamos un crédito de la que ella fue garantía y me la quedé”, rememora agradecido.
Obviamente si ya era responsable trabajando para otros, es fácil imaginar el esfuerzo que habrá hecho desde ese año 1975 para lo que, ahora sí, era de su propiedad. “Fue un gran esfuerzo, y nos acomodamos con mi esposa para poder salir adelante. Estuvimos en esa esquina un tiempo y más tarde nos pasamos cerca, en San Martín 437 (donde hoy está el Edificio Centenario) que era un local de don Nazario Camarero… la verdad es que conmigo se portó muy bien, porque el alquiler era muy barato: un día me dijo que íbamos a hablar de eso, y pensé ¡me va a matar! pero no fue así... ‘Usted diga cuanto quiere pagar y no hay problema’. Bueno, arreglamos y seguí, justamente hasta que Camarero falleció y entonces decidí trasladar todo el equipo aquí, a mi casa”, narra.
Primero la casa.
Es que en medio de tanta actividad, Don Santiago se hizo tiempo para levantar su propia vivienda en Leguizamón 1445, a pocos metros de Avenida Luro. “Aquí hice casi todo… hasta el pozo de agua”, agrega con orgullo hablando de la construcción de su vivienda. La misma donde continúa hasta ahora.
Lo cierto es que Tintorería “La Gloria” sigue firme, y tiene clientes desde hace muchísimos años.
“Pichón” es un hombre tranquilo, amable, de buen humor, que supo transmitirle a sus hijos los valores que lo guiaron toda su vida. Eso de ser respetuosos, honrados y trabajadores. “¡Sí, por supuesto! Y salieron buenos…”, dice con una enorme sonrisa.
Una familia feliz.
Es que siempre los aconsejó y les marcó el camino correcto: “Cuando empezaron a trabajar les dije que aquí nadie se apareciera con una moto sin antes tener un terreno. Y así es que hoy cada uno de mis hijos tiene su vivienda, y además su casa quinta… mi pedido fue que no se casaran antes de tener su propio techo… y me hicieron caso”, agrega satisfecho
A los 82, con 68 años en el oficio, se puede decir que Santiago Relinqueo es un hombre feliz. Que construyó una hermosa familia, que hace lo que le gusta y disfruta… de su trabajo, de sus hijos y sus nietos.
Hay una frase muy conocida que dice que “el trabajo dignifica”. Y vaya si es certera. Es una manera de realización personal, de sentirse útil y pleno, máxime si a alguien le toca lo que le gusta hacer. Y es el caso de Relinqueo, que ni piensa en dejar su oficio…
Y después de escucharlo, y de conocer su historia bien que puede decirse… ¡Qué linda familia tiene amigo tintorero!
Fana de “La Pelota”.
Norma, la esposa de Relinqueo, tiene una costumbre que sigue casi con fanatismo. Para ella escuchar el programa “La Pelota” por Radio Noticias es casi una liturgia, porque sus hijos jugaron al fútbol y ahora algunos de sus nietos siguen el mismo camino. Desde entonces se acostumbró a seguir ese espacio futbolero que va entre las 19 y las 20.
Por eso les advierte a los clientes: “Hasta las 7 de la tarde los atiendo, pero si llegan después ya no estoy para nadie… en ese caso les pido que vuelvan al otro día. Yo tengo que escuchar ‘La Pelota’, no me pierdo un solo programa. Creo que me tienen que dar un premio porque debo ser la oyente más fiel… hace 28 años, desde el primer día, que los escucho”, afirma con una sonrisa.
Una vida en tres imágenes
En familia.
“Pichón” Relinqueo acompañado de su esposa Norma y los tres hijos: Santiago, Diego y María Soledad. Una familia feliz.
Con los nietos.
Santiago Relinqueo y todos sus nietos: Tomás, Agustina, Benjamín, Avril, Benicio y Albana.
En Sarmiento.
Santiago y Norma acompañando a su hijo Diego en la cancha de Sarmiento. El muchacho fue arquero de los azules y hoy es uno de sus principales dirigentes.
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