Domingo 28 de abril 2024

Un gaucho concita atención céntrica

Redacción 26/05/2023 - 08.30.hs

La ciudad se va poniendo no sé si más cosmopolita --suena demasiado grandilocuente--, pero sí se puede decir que de alguna manera se va nutriendo de nuevas culturas y/o costumbres. Por allí vemos en el centro que pululan zíngaros ofreciendo algo, o en otros casos simplemente mostrando cartelitos escritos (todos con la misma letra, eso sí) que dicen que el portador tiene alguna dolencia, o necesita una ayuda por una cuestión determinada. Pero también hay gente proveniente claramente de otras regiones como los senegaleses, por ejemplo, que tienen sus puestos de venta de bijouterié en diversos lugares; y también de otras nacionalidades radicados con comercios pero mayoritariamente dedicados a la venta de ropa (bolivianos y coreanos, algunos).

 

Un paisano en la ciudad.

 

Y ciertamente cabe decir que los santarroseños los adoptamos a todos ellos con la naturalidad de saber que es la nuestra una ciudad que, en su desarrollo, va adoptando nuevas formas y costumbres. Por eso resulta algo insólito que --eso sí-- nos llame la atención alguien ataviado siempre de paisano, un persona que cada tanto recorre las calles céntricas. deteniéndose de a ratos en alguna vidriera que lo atrajo, o portando una bolsa en la que lleva alguna cosa que ha comprado.

 

Pero si eso sucede --si lo miran con extrañeza-- el hombre no se da por enterado y sigue en lo suyo. En algún momento ingresará en la confitería La Capital, y allí le servirán la copa de caña o grapa que pida --o tal vez un vermouth, según la hora--, o tal vez algún café que degustará despacio y sin conversar con nadie.

 

Para qué levantar la voz.

 

Es un parroquiano distinto, porque a diferencia de casi todos los demás no tomará un diario mientras permanezca, ni se pondrá a mirar la pantalla de un celular. Tal vez porque nunca aprendió a leer, ni tampoco tiene ese aparatito que a muchos nos cambió la vida de manera radical.

 

Viste bombachas, botas de cuero, faja a modo de cinto, pañuelo al cuello y un sombrero de ala corta que lo acompaña siempre, y que sólo se quitará al ingresar al local. La piel cetrina, las manos callosas, y el rostro cursado por las arrugas de los vientos y los soles a los que estuvo expuesto a lo largo de años de trabajo rudo.

 

Habla bajo y pausado... que no tiene apuros el hombre.

 

Mirado con extrañeza.

 

El cronista lo encuentra en plena calle, se acerca y le dice si puede charlar con él. El hombre --tal vez un poco desconfiado al principio-- lo mira de arriba a abajo y sólo musita un grave: "Para qué".

 

"¿Qué quiere saber amigo?", pregunta serio. Y el periodista lo que quiere conocer es si él nota que lo miran de algún modo extraño por su manera de vestir (¡¡!). "Así me vestí toda la vida... cuál es el problema", responde.

 

Pero enseguida accede y se muestra gentil.

 

"Yo soy 'Tatán' Oses".

 

"Me llamo Héctor Oscar Oses (67) y me dicen 'Tatán'. Vivo en la calle Calliqueo (sic), mucho más atrás del Hospital. Nací en General Acha, pero de chiquito nomás mi familia se vino para Santa Rosa, y vivimos en el Hospital viejo que en ese entonces era un conventillo (sobre Raúl B. Díaz, donde hoy está el barrio Güemes). Mi papá Silverio era tropero, y mamá se llamaba Asunción... ¡Catorce hermanos éramos!", precisa.

 

Cuando falleció su papá la madre compró un terreno en la calle Misiones, donde con esfuerzo hicieron su casita. "Después me tocó andar en los montes, y trabajé de peón de albañil, fui bolsero en los galpones del ferrocarril, fui pocero aquí y en General Pico, estuve en hornos de ladrillo y muchos años fui hachero en el monte... sí, todos trabajos duros. Y así me jubilé como mensual", expresa.

 

Lustrador y lavacopas.

 

Recuerda que fue a la Escuela 2 (frente a la plaza) "pero poquito tiempo... y no aprendí nada porque en casa éramos muchos y teníamos que trabajar. Por eso fui lustrador en La Capital, El Águila y el Bar Quiroga junto con los Cabral (Golepa y El Brujo), los Heredia, los Pinto, los Andino... y tambièn vendí diarios y era conocido de Fasulo y de Cacho Roveda, ese hombre que tenía un problema en una mano y andaba con un carrito. Ahí en La Capital trabajé con don De La Mata de lavacopas... y por eso cuando vengo para el centro entro a tomar algo... Después ya me fui para el campo...", evoca.

 

Sólo con el tobiano y los perros.

 

Vive solo, porque quedó viudo dos veces... "La última vez Aurora me dijo que se iba a operar del corazón... le dije que era peligroso. ¡Y no pasó la operación!", dice con un dejo de tristeza. "Tuve un hijo de mi primera mujer, pero falleció a los 9 meses", completa.

 

En su humilde casita --que alquila-- sólo lo acompañan el tobiano que ya casi no monta y cinco perros. "Al caballo le puse Tobi... es como una oveja de mansito; le falta hablar nada más. Come de todo lo que le doy: zanahorias, choclo, verduras, avena, lo que sea... A mí en el barrio me dicen 'el del tobiano', justamente por mi caballo", indica.

 

Escucha radio.

 

"Tatán" cuenta que no tiene televisión, y lo único que hago es escuchar radio. Y sorprende cuando señala: "Me gusta escuchar el programa La Pelota, y otros donde pasan música que tiene que ver con el campo. ¿Si me gusta el fútbol?... Un poco, alguna vez cuando era más joven iba a la cancha de Belgrano, y a la de All Boys.

 

Le gusta vestirse de gaucho --algunos dicen que no es lo mismo gaucho que paisano--, y que no se da cuenta que lo miran porque anda con esa indumentaria... "No me doy cuenta, y no me importa. ¿Qué tiene de malo?", interroga.

 

Lo cierto es que lo que sorprende es que ahora nos admiremos por algo que debiera ser común; y que años atrás no resultaba ninguna novedad. Los que tienen algunos años deben recordar a más de un hombre vestido con bombachas, faja o rastra, botas, pañuelo al cuello, sombrero y un facón cruzado en la cintura.

 

Que no nos sorprenda.

 

El historiador regional José Carlos Depetris coincidió. "En nuestra juventud cuántos paisanos veíamos vestidos así, era habitual. Resultaba común verlos en los viejos corrales (embarcadero) de calle 1º de Mayo y González vestidos de esa manera; o cuando pasaban arriando vacas a la orilla del ferrocarril... ¡Por qué asombrarnos ahora de presencias como estas! Si al cabo es como un homenaje a nuestra pampa gaucha", sostuvo.

 

Lo cierto es que "Tatán" Oses es --a su manera-- una invitación a recordar otros tiempos. Él luce con orgullo esas prendas, y este 25 de Mayo, como cada año, se pondrá las que más le gustan para celebrar un nuevo aniversario de la Patria naciente.

 

Sí, por favor no desdeñemos lo que tiene que ver con nuestra historia... y luego sí, que vengan todos: senegaleses, australianos, chinos, coreanos... los que quieran. Aquí hay lugar para todos... (M.V.)

 

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