Viernes 09 de mayo 2025

Vinculan incendios con infiltración

Redacción 22/09/2024 - 11.14.hs

“La relación entre el fuego y las aguas subterráneas no ha sido hasta ahora una prioridad de la hidrogeología, pero la gran expansión de los incendios forestales nos motivó a investigar su posible impacto” sobre los acuíferos, contó Mónica Guzmán. Oriunda de Bolivia, esta geóloga presentó en el 16º Congreso Latinoamericano de Hidrogeología la novedosa investigación que el Grupo Hidra, de la Universidad Católica de su país, está desarrollando en una área boscosa de Santa Cruz de la Sierra.

 

“Desde hace unos seis años estamos sosteniendo una línea de investigación muy fuerte sobre los incendios forestales y lo que sucede con las aguas subterráneas después que el fuego es apagado”, comentó. En diálogo con LA ARENA, explicó que “los incendios se han transformado en una problemática muy crítica en Bolivia y con esta investigación hemos comprobado que el fuego provoca muchos cambios en la superficie y condiciona procesos que impactan directamente sobre el agua”.

 

En condiciones normales “cuando llueve sobre un área de bosques, cierta porción agua se evapora, otra es absorbida por las plantas y otra se infiltra en la tierra y pasa a las reservas subterráneas”, recordó. Si bien parece que no hubiera una relación directa con los grandes incendios “cuando comenzamos a investigar las primeras lluvias caídas después de un incendio, descubrimos que las cenizas comienzan a obstruir los sedimentos, obstaculizando la infiltración y provocando mayor escurrimiento, lo cual recarga más los ríos y puede provocar inundaciones”.

 

Modelos hídricos.

 

Guzmán aclaró que “no pasa lo mismo en todos los lugares. Hay sitios donde estudios muy puntuales demuestran incluso un aumento de la recarga, por ejemplo cuando resulta arrasada una vegetación que consumía mucha”. Sin embargo, “en Bolivia y otras regiones donde se quema vegetación nativa que no absorbe mucha agua, los efectos resultan negativos para la recarga”.Por eso, su trabajo consiste en “contabilizar los procesos y determinar en qué porcentaje disminuye la infiltración de agua después de los incendios”.

 

Cuando comenzaron este trabajo, los investigadores pretendían “entender mejor el agua subterránea en ciertas zonas donde no tenemos muchos datos ni estaciones hidrométricas, como la Chiquitanía (los Llanos de Chiquitos), un área boscosa al este de Santa Cruz de la Sierra, cerca de Brasil”. Si bien a primera vista parece “un lugar muy húmedo” esa zona presenta “muchos incendios, los cuales siempre están acompañados por escasez de agua”.

 

Por alguna razón “ambos episodios, sequía e incendios, se observaban untos y decidimos investigar para saber si estaban relacionados”. Luego de “indagar en la literatura, tomar algunos datos y formar el equipo de investigación” de dedicaron a “definir poco a poco a poco los efectos sobre la recarga después de los incendios, a través de modelos de balance hídrico”.

 

Costras de ceniza.

 

“Uno de los especialistas que más ha estudiado esto es Lewis Moody, con artículos publicados en Estados Unidos que muestran cómo se modifica la conductividad hidráulica del suelo después de un incendio de media, baja o alta severidad. Con eso empezamos, y ahora estamos mejorando la calibración de esos modelos, para ver si ocurre lo mismo en el bosque seco chiquitano”.

 

Para llevar adelante la investigación, toman “los datos del suelo y los árboles quemados apenas se apaga un incendio” y luego aguardan hasta la primera lluvia. “Los primeros datos en el área piloto nos muestran que hay una disminución permanente de recarga en un 10 por ciento, aunque con un agravante: durante el primer año esa disminución alcanza al 40 por ciento, para estabilizarse luego en una reducción final del 10% final que ya no se recupera”.

 

Según los modelos, “ese 40 por ciento está relacionado con las cenizas, porque se forman costras sobre el suelo que impiden la infiltración. Durante las primeras lluvias el agua fluye en mayor volumen porque se dificulta su ingreso a la tierra, pero a medida que se suceden las precipitaciones comienzan a lavarse las cenizas”, comentó.

 

Además, “cuando el fuego es muy intenso, con temperaturas muy severas, los primeros centímetros del suelo pierden porosidad, que ya no se recupera”. En estos casos, “al año siguiente se experimenta la desventaja de sumar costras con menor porosidad, mientras que las lluvias sucesivas van lavando las costras y se recupera algo de infiltración, aunque los datos varían según la textura del suelo y otros factores”, añadió.

 

En cuanto al aprovechamiento práctico de los datos, Guzmán consideró que “el propósito sería que los datos finales permitan generar un candado más para el cambio del uso del suelo y que cuando se realicen expansiones agrícolas los incendios no causen efectos adversos”.

 

Mientras tanto, el encuentro en el campo con los especialistas en manejo del fuego también provoca una vinculación novedosa para los hidrogeólogos. “Es un extraña relación entre fuego y agua. Luego de trabajar con nosotros, los bomberos tuvieron una idea creativa, y ahora cuando monitorean los focos de calor desde a través de la Dirección de Recursos Naturales del gobierno departamental, superponen algunos mapas con zonas críticas de recarga y así pueden priorizar líneas de fuego para prevenir que el incendio llegue a estas áreas”, concluyó.

 

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