Comisario vive con la dueña de cabaret
La Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Pampa denunció públicamente ayer que la pareja del encargado de la subscomisaría de Lonquimay, Carlos Adrián Alaniz, regentea un cabaret de Colonia Barón. La relación entre el uniformado y la ciudadana paraguaya llevaría tres años, algo que, según fuentes de Lonquimay, es vox pópuli en la localidad.
La integrante de esa Asamblea, Liliana Abratte, sostuvo que "tienen indicios" de que pudiera existir "una connivencia policial (de algunos efectivos) con las whiskerías de Lonquimay y Barón". Además contó que los detalles de este tema fueron aportados al Ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad, César Rodríguez, quien todavía no habría actuado al respecto. Asimismo, el dato también estaba en conocimiento del secretario de Derechos Humanos, Rubén Funes.
Los dichos de Abratte coinciden con los datos que brindó a este diario una fuente de Lonquimay, que confirmó la relación entre el subcomisario Alaniz y la mujer de nacionalidad paraguaya.
Indocumentada.
Según se pudo saber, Alaniz al poco tiempo de conocer a la mujer se separó de su esposa, actualmente radicada en Doblas, con la que tiene tres hijos. Actualmente, el uniformado convive con quien regentearía la whiskería de Barón, y con la que tendría un hijo. La fuente dijo que esta mujer tiene el único cabaret de la localidad norteña. Sin embargo, otra versión señala que el local nocturno que ella regenteaba era uno que funcionaba sobre la ruta provincial 10, que habría cerrado sus puertas hace algo más de seis meses.
Supuestamente, la joven paraguaya, cuyo nombre sería Yésica Torales Espinoza, logró poner en regla su documentación gracias al propio Alaniz, quien se le habría realizado los trámites correspondientes ante Migraciones. Según Abratte, ese mismo trámite lo habría realizado Alaniz en más de una oportunidad con el resto de las mujeres que llegan a trabajar a la whiskería local.
La fuente contó que por Good Night pasaron chicas de Puerto Rico, Brasil, República Dominicana y Paraguay. También chaqueñas, correntinas y santiagueñas, entre otras de provincias del norte. Y estas, alternan entre el cabaret de Lonquimay y el de Barón.
Estos dichos son coincidentes con una información que brindó Abratte al ministro de Gobierno y a la Secretaría de DDHH, donde expresó que hasta hace algo más de un año, Alaniz viajaba seguido a Clorinda, en el límite entre Formosa y Paraguay.
Control.
Otro dato que fue brindado a este diario es que la policía no controlaría a Good Night. Es más, el local nocturno recibió el respaldo del Concejo Deliberante local, que le permitirá seguir funcionando a pesar del pedido en contrario que le había realizado a todas las comunas la Secretaría de DD.HH. de la provincia, preocupada por las denuncias que indicarían que las redes de trata operan en esta provincia, como uno de los principales lugares de destino de sus víctimas.
El Ejecutivo local también le otorgó su apoyo, hasta el punto que el intendente Luis Rogers lo definió como un lugar de "contención para transportistas, viajantes y jóvenes".
Las fuentes consultadas por este diario, indicaron que las jóvenes que llegan a Good Night deben entregar sus documentos al propietario, Carlos Fernández. Sin papeles, esas mujeres no podrían irse del lugar.
La fuente naturalizó la situación, dijo que era la forma en que el dueño "se aseguraba" de que ellas cumplieran el "contrato" de palabra que tienen con él. A su vez, confió que si bien el dueño y las mujeres van 50 y 50 por ciento con el pago de cada "servicio", Fernández siempre termina sacándoles plata. ¿Cómo? Como ellas no pueden abandonar el local, él es el encargado de comprarles ropa, artículos de higiene y también de farmacia, entre otros. Si un shampoo le cuesta 8 pesos, él se los cobra a 15. Lo mismo con el resto de los artículos. Así, "ellas siempre terminan endeudadas", expresó la fuente.
Testigos de irregularidades
Liliana Abratte trabajó como adscripta en la Subcomisaría de Lonquimay, según afirmó ayer en Radio Noticias. Parte de lo relatado en su denuncia responde a los hechos que pudo ver y escuchar en la propia repartición que desde hace unos cinco años está a cargo de Alaniz. Las supuestas irregularidades de las que fue testigo, la habrían llevado a pedir su traslado a Santa Rosa, donde trabaja actualmente. A su vez, la dirigente es esposa del médico Miguel Angel Dufai. El profesional dialogó hace unos días con la misma emisora luego que la presidenta del Concejo Deliberante local, Ana Weigum, lo relacionara con el control sanitario de las "trabajadoras" de Good Night. LA ARENA pudo saber que Dufai, quien está al frente del centro de salud local desde hace tres años, recibió sólo una vez a los enviados de la whiskería. Al parecer, la propia Yésica, pareja de Alaniz, había llevado las libretas de las "alternadoras" para que el médico las firmara. Pero este se negó y reclamó que las jóvenes se acercaran al consultorio para poder revisarlas. Según el relato al que accedió este medio, las "alternadoras" fueron pero Dufai no llegó a revisarlas. El médico fue presionado para firmar de todas maneras, pero se negó.
Amenaza por SMS a cronista
Un periodista, que se desempeña como corresponsal de LA ARENA, recibió amenazas a través de SMS a su celular. Los mensajes intimidatorios giraron en torno a la cobertura que está realizando este diario sobre el posible cierre de la whiskería de Lonquimay. Los mensajes, que fueron unos cinco, expresaban y ponían en duda la condición sexual del cronista: "¿Sos trolo que no te gustan los cabarets?", decía uno de ellos. La víctima realizó un llamado a ese número -con prefijo de una localidad de Buenos Aires- y personas que atendieron se mofaron y reiteraron lo que decían los mensajes, sin identificarse.
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