Debate que quedó en segundo plano
La discusión que dominó la escena política de los últimos días en los grandes medios porteños acerca de la libertad de expresión, la libertad sindical y otras cuestiones conexas, dejó en un segundo plano otro debate, también de importancia política a nivel nacional.
Se trata de lo ocurrido en el seno de la Mesa de Enlace, donde confluyen desde hace un tiempo cuatro entidades que representan a distintos sectores del quehacer agropecuario argentino. Unidas por necesidad, para oponerse en conjunto a la política de retenciones aplicada por el gobierno nacional, siempre se sospechó que las profundas diferencias que las han separado a lo largo de su extensa historia, en algún momento terminarían por surgir en un fuerte cruce de opiniones que dejaría a esa estratégica alianza al borde de la fractura.
Ese endeble acuerdo, que ya había mostrado ciertos chisporroteos previos, sufrió una fuerte sacudida con motivo de los actos para recordar los 35 años del golpe militar. En ese marco, el máximo dirigente de la Federación Agraria Argentina dijo lo que muchos ya venían manifestando por afuera de estas organizaciones. En alusión a los hechos ocurridos a partir de 1976, no hizo más que recordar, aludiendo a los dirigentes de la Sociedad Rural Argentina y de las Confederaciones Rurales Argentinas, que mientras de un lado se habían puesto "los muertos y los exiliados", del otro se habían colocado "los funcionarios" que acompañaron desde el sector civil a la dictadura. Más tarde, la dirigencia de Coninagro, la cuarta entidad que integra la "Mesa", sumó su voz con declaraciones formuladas en apoyo a la postura de la FAA.
La réplica del otro lado fue tibia y floja. Dirigentes que se han cansado de reivindicar golpes y alentar destituciones, contando inclusive durante sus discursos los meses que faltan para que termine la actual gestión presidencial, sólo atinaron a responder sin desmentir ninguna acusación. Sólo le apuntaron a los dirigentes que los criticaban afirmando que lo hacían por una "conveniencia" circunstancial, para poder acordar con el gobierno y ganar espacios a nivel mediático. Hasta Carbap, integrante de CRA, se atrevió a agitar un supuesto temor al cambio de la bandera nacional por un "sucio trapo rojo", mientras que a nivel local se sugirió que el país está gobernado por "guerrilleros".
Pobres argumentos de quienes apoyaron en el pasado a los gobiernos de facto, tanto en reuniones de cuarteles o como públicamente con solicitadas, y que se escuchan hoy en boca de los mismos dirigentes que no dudan en acusar al actual gobierno de que quiere quedarse con las "ganancias" del sector. Aunque tampoco dudan en pedir cuantiosos subsidios cuando les va mal, en una curiosa forma de compartir su situación económica con el resto de los argentinos sólo cuando tienen pérdidas.
Esa es la misma dirigencia que está desde hace tiempo fuertemente aliada con los grupos mediáticos hegemónicos, con los que comparte intereses y la organización de megamuestras agropecuarias. Allí es donde la contradicción les juega una mala pasada, porque hace años que ostentan en exposiciones el esplendor y la pujanza del sector, que logran en momentos que supuestamente se aplican políticas "en contra" para el sector. Son los mismos que no terminan de repudiar con todas las letras las situaciones de trabajo esclavo.
También en este punto surgen las diferencias entre los componentes de la Mesa, y ya quedó más que claro que unos y otros siempre defendieron intereses distintos, tanto a nivel económico como político.
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