Lunes 16 de junio 2025

Cuando la gente no quiere ser abstracta

Redacción 10/05/2011 - 04.04.hs

Señor Director:
Días atrás la policía provincial presentó automotores acondicionados para una nueva operatoria, que consiste en crear una suerte de comisaría móvil para la atención de algunos de los servicios que se prestan habitualmente en las sedes fijas.
La novedad consiste en que los vecinos de barrios alejados de las sedes policiales debían trasladarse hasta éstas para sus consultas y otros menesteres, en tanto que ahora la comisaría va al lugar donde están los vecinos, de modo que éstos pueden hacer lo que necesitan o deben con sólo dar unos pocos pasos.
Si el lema de esta novedad dijese "La policía va la gente", sería adecuado, pero podría ser leído en clave de política electoral (en este año de elecciones). Sin embargo, no estamos ante una novedad absoluta sino ante un hecho que forma parte de una cadena de cambios que supone, en su fondo o sustancia, el reconocimiento de "la gente". Si afino el lenguaje y uso términos de la sociología o de la filosofía, diría que asistimos a una creciente visualización de las personas, sacándolas de la abstracción de que da cuenta la frase "la gente". Si gente es pluralidad de personas, entonces la palabra es resultado de una abstracción. Y pasa como con todos los sustantivos que nacen de esa operatoria (de separar idealmente y luego considerar por separado): que tienen usos muy varios, con una relación cada vez más distante de lo originario.
Por otra parte, Santa Rosa ha crecido en población y siguen apareciendo, con ritmo más acelerado, nuevos barrios en lugares cada vez más distantes del antiguo centro, donde están los edificios y los servicios públicos. "La gente" del centro los tiene cerca, aparte de que ahora dispone de medios para acceder a los servicios sin necesidad de trasladarse personalmente al lugar de la comisaría, el banco, la agencia recaudadora, etc.), en tanto que en los barrios esta posibilidad recién está comenzando a aparecer. La diferencia socioeconómica entre el centro y los barrios también está cambiando, porque "más gente" tiene necesidad o halla conveniencia en tener casa en sitios cada vez más distantes del centro tradicional. El propio "centro" está transformándose, por ahora lentamente aquí, pero en línea con la tendencia general. Hace ya varios lustros tuve oportunidad de conocer una ciudad de Estados Unidos y observé con alguna sorpresa que "el centro" es otra vez un lugar residencial, en tanto que los servicios (a partir de los supermercados) están en la periferia, casi siempre concentrados en lugares muy amplios, o sea que en un mismo sitio se puede comprar todo lo necesario. En lugar del "centro" tenemos una multiplicación de centros. Esto es así por un problema de espacio y de costos, pero también por el automotor y los nuevos medios de comunicación. Y porque la urbanización extrema en desarrollo rompe todos los moldes, al extremo de que también produce cambios culturales que si bien tardan en ser advertidos (son de gestación más lenta) son inevitables. Lo cultural (en usos, costumbres y, luego, criterios y valorizaciones) resulta de la interacción de las personas entre sí y con su ambiente
La novedad policial, pues, se encasilla en esta línea de transformaciones, que no todos advierten porque el cambio "nos lleva puestos". Leo un dicho de estos días, de Antonio Muñoz Molina, uno de los autores españoles que vino a nuestra Feria a presentar su libro (La noche de los tiempos). Dice, en un reportaje: "Las personas no perciben nunca lo que está sucediendo en el presente... vivimos en las burbujas de nuestras obsesiones. Las personas tienen sus ocupaciones y la realidad pública es como un rumor lejano... Las personas están cautivas en el presente".
Luego, la novedad no es total. Hace mucho, cuando surgió la escuela pública, se produjo la más poderosa ida hacia la gente. Ahora, lo hacen los servicios sanitarios, los asistenciales y el policial.
Atentamente:
JOTAVE

 


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