Jueves 15 de mayo 2025

Puede ser todo y lo contrario de todo

Redacción 05/09/2011 - 05.04.hs

Modesto Morrás - Se ha dicho muchas veces que el peronismo en su gestión de gobierno, puede ser cualquier cosa o todo lo contrario de ello. Sobran los ejemplos para demostrar la vigencia de esa contradicción. En los tiempos de su aparición en el escenario político argentino, allá por los '40 del reciente siglo, se mostró con un perfil dictatorial en lo político y estatista en lo económico exhibiendo, a la vez, una hasta entonces inédita sensibilidad en el campo social que se tradujo, en lo electoral, en el apoyo de parte importante sino mayoritaria de la población.
Yendo por partes, el rasgo de extremo autoritarismo que hace más de medio siglo llevara a esa facción política a creerse y sentirse depositaria del pensamiento único, fue el sostén ideológico de su acción de cerrada intolerancia hacia toda voz discordante. Eran tiempos en que desde sus filas, tanto en su tramo ilegal iniciado con el golpe del 4 de junio de 1943 como a partir de la asunción del poder por vía constitucional tres exactos años después, consideraba justo y legítimo apropiarse o dominar todos los medios de comunicación. La clausura de periódicos o la detención de sus editores, convencieron a la sociedad que ese proyecto iba en serio; para los empecinados en la disidencia, no quedaba otro camino que desaparecer o someterse a la voluntad de arriba,
Ese panorama, contrastando los tiempos, no tiene siquiera aproximación con la última versión de peronismo que, de 2003 al presente, soportó sin la vieja y repetida represalia, desde la crítica más insultante y mendaz hasta el claro alzamiento que significó la intención de paralizar el país mediante el corte de circulación en el sistema vial del país.
En el aspecto económico, la irrupción de ese fenómeno en los '40 trajo la nacionalización de importante segmentos de la actividad en general, como los servicios públicos y las empresas encargadas de su prestación, desde el sistema ferroviario a la comunicación telefónica y el transporte marítimo y fluvial, pasando por importantes sectores de la industria como, v.g., los complejos fabriles que provenían de la confiscación como "propiedad enemiga" (el recordado grupo Dinie), o la intervención directa en la actividad bancaria y del seguro.
Más allá de la devolución de estas últimas empresas y del funesto Plan Larkin que en 1961 dio el primer y quizás más rudo golpe a los ferrocarriles nacionales, aquel viejo y halagüeño panorama se mantuvo en importantes sectores durante las décadas siguientes, pese a los esfuerzos en contrario de más de un régimen militar que se irguió en ese largo período. Pero, y aquí otra manifiesta contradicción, su liquidación fue programada y ejecutada por un gobierno que en 1989 advino al poder agitando las banderas del justicialismo aunque, alcanzada esa meta, se enroló sin rubor en un duro neoliberalismo que enajenó o hipotecó el patrimonio fruto del esfuerzo de más de una generación.
No menor distancia se aprecia en el bienestar general, especialmente en los grupos menos favorecidos. Allá en los albores del movimiento peronista, se advirtió cierta preocupación por la aplicación de añosas normas legales que beneficiaban al sector del trabajo, hasta entonces de escasa vigencia en diversas latitudes argentinas. También la sanción de nuevos preceptos legales, quizás de lo más importante la extensión del derecho jubilatorio a obreros y empleados de la industria, el comercio y los servicios en general, no contemplados hasta ese tiempo en el retiro rentado.
Como tantas otras "conquistas sociales", en los '90 se pudo asistir a la peor época para la gente del trabajo y de la empresa mediana o pequeña. La dura realidad fue que esa política agresiva contra los estamentos más vulnerables, tuvo en el grueso de los "diputados obreros" una diligente aprobación.
Quizás uno de los comportamientos que no experimenta cambios y muy especialmente en el peronismo lugareño, es su "vocación de poder": mantenerse en el gobierno a todo trance. Conociendo ese aspecto, puede inferirse que la situación difícil en lo electoral que se le presenta al PJ para adherir la suya a la boleta presidencial, tendrá su "solución" si la Justicia sigue cumpliendo su rol funcional al oficialismo local. Las dos reformas constitucionales a ese fin, son un testimonio.

 


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