Miércoles 21 de mayo 2025

Agustín Tosco, uno de esos dirigentes que son imprescindibles

Redacción 07/11/2012 - 04.28.hs

El lunes 5 de noviembre se cumplieron 37 años de la muerte de Agustín Tosco, dirigente sindical cordobés que fue recordado con una serie de actos y homenajes. Su figura encarna al gremialista honesto y fiel a la defensa de los intereses de los trabajadores.
IRINA SANTESTEBAN
Agustín Tosco fue el secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, el gremio que agrupa a los trabajadores de la Empresa Provincial de Energía de esa provincia. Su figura encarna al dirigente sindical honesto y fiel a la defensa de los intereses de los trabajadores.
A 37 años de su muerte, cuando faltaban cuatro meses para el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, es bueno que acudamos a su pensamiento y acción, sobre todo en estas épocas de tanto divisionismo y burocracia en el movimiento obrero.

 

Dos modelos.
Tosco formó parte de la CGT de los Argentinos, dirigida en los años 60 por el gráfico Raymundo Ongaro, que tomó como programas fundacionales los de Huerta Grande y La Falda, y el suyo propio del 1º de Mayo de 1968. Se recomienda la atenta lectura de estos documentos a los nuevos dirigentes y delegados gremiales, porque plantean aspiraciones que van mucho más allá de las reivindicaciones obreras, como la nacionalización de la banca y el comercio exterior, o la reforma agraria. En fin, propuestas que hoy están a años luz de los planteos de la mayoría de la dirigencia sindical tradicional.
En la vereda de enfrente estaba la CGT "participacionista" dirigida por el metalúrgico Augusto "Lobo" Vandor, cuya figura fue llevada críticamente al cine en la película "Los Traidores" del cineasta desaparecido durante la dictadura, Raimundo Gleyzer.

 

País con justicia.
Tosco era partidario de la politización de los obreros. Decía que no sólo había que luchar por el salario, sino también por un modelo de país con justicia, porque le dolían las inequidades, la pobreza y el hambre.
Afirmaba que no había que hacerse tanto problema por "un peso más o menos" sino por el rumbo que toma un país, que debe ser en un sentido liberador, y denunció el papel de los monopolios y el imperialismo en los problemas que aquejaban entonces a los argentinos. Como si fuera hoy...

 

Todos divididos.
En la Argentina actual, la CGT sigue partida, pero en tres pedazos: la que es reconocida oficialmente por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, y que por esa razón se la denomina despectivamente "CGT Balcarce", aunque su sede está en la calle Alsina. Su secretario general, el metalúrgico Antonio Caló, en el poco tiempo que lleva en ese cargo, sólo puede presumir de haber conseguido una pequeña devolución de los fondos que reclaman las obras sociales sindicales. El fuerte reclamo de los trabajadores formales, de aumentar el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias -hoy verdadero impuesto al Salario-, no ha sido todavía atendido por el gobierno nacional, a pesar de que hace dos años que ese monto no se actualiza. El descuento por Ganancias alcanza hoy a la quinta parte de los trabajadores en blanco.
El camionero Hugo Moyano, que fue durante los primeros ocho años de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, su más firme aliado entre las huestes sindicales, se alejó de la presidenta a fines del año pasado, molesto por la falta de respuesta a sus reclamos y porque no era recibido en la Casa Rosada como antes. Hoy ha devenido en furioso opositor y en ese papel se ha mostrado con los principales referentes del espectro anti K, los mismos a quienes denostaba hasta no hace mucho tiempo, como el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri.
La tercera CGT es la Azul y Blanca, dirigida por Luis Barrionuevo, el dirigente eterno de los gastronómicos, que ha confesado su total adhesión a la marcha del 8-N, que prevé juntar en diferentes cacerolazos a una amplia gama de opositores, desde los moderados que piden "diálogo", hasta los más derechosos que hablan de "diktadura".

 

La CTA también.
Otras dos centrales completan el arco sindical: la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que desde las elecciones de septiembre de 2010 se ha dividido en dos sectores claramente diferenciados. Uno es el que dirige el docente Hugo Yasky, muy cercano al gobierno de Cristina Fernández; y el otro el del estatal Pablo Micheli, opositor y cada vez más cerca de su otrora adversario sindical, Moyano. "Dios los cría y el viento los amontona" parecería ser el lema que rige las confusas y entrecruzadas alianzas de la dirigencia sindical actual.
Tan lejos de Agustín Tosco, que pregonaba y practicaba la unidad, y por eso en la CGT de Córdoba estaba con Atilio López, peronista, y René Salamanca, dirigente mecánico de izquierda. Antes, en 1969, se había juntado con Elpidio Torres, el secretario del Smata que luego fue derrocado por Salamanca, para organizar el paro del 29 y 30 de mayo, que desembocó en una pueblada que pasó a la historia bajo el nombre del Cordobazo.
En la dirección de Luz y Fuerza, Tosco convivía con peronistas, radicales o comunistas, cristianos o ateos, todos bajo la consigna de respeto a la democracia obrera de bases, de debatir los problemas en asambleas y respetar esas decisiones.

 

Posiciones.
En su histórico debate con José Ignacio Rucci, el 9 de marzo de 1973, quedaron claramente diferenciadas esas posiciones, en una entrevista televisada en el programa de Gerardo Sofovich. Rucci, que encabezaba entonces la CGT oficial, defendió el modelo tradicional peronista, formado por los Cuerpos Directivos de los Gremios, con poca o nula participación de los delegados de base. Tosco, por su parte, dio una versión totalmente diferente de su práctica sindical: democracia de bases, delegados elegidos por los trabajadores y respeto a las decisiones que se toman en las asambleas, donde se discuten los temas de interés.

 

Represión.
Tosco dirigió su sindicato hasta 1975, cuando ya estaba enfermo y en la clandestinidad ante la intervención de su gremio y la persecución de la que era objeto por parte de los grupos paramilitares de Córdoba, como el Comando Libertadores de América, la versión local de la Triple A. El 5 de noviembre de 1975 murió y su entierro fue multitudinario. Pero la represión lo persiguió hasta en ese doloroso momento, pues al llegar el cortejo fúnebre al cementerio San Jerónimo, la policía descargó balas y gases contra quienes acompañaban al dirigente hasta su última morada.
El lunes pasado, en el acto homenaje que se le realizó en la Ciudad Universitaria de Córdoba, sus hijos Malvina y Héctor, rememoraron emocionados ese momento, cuando ellos eran niños de 14 y 11 años, respectivamente.
Héctor Tosco trabaja hoy en la EPEC, aunque no es militante, pero sí tiene algunas cosas claras. En su discurso, se refirió duramente al actual gobernador José Manuel de la Sota, recordando a los desmemoriados que formó parte de la intervención de Lacabanne, aquella que vino luego del golpe que destituyera al gobernador constitucional Ricardo Obregón Cano. Desde la Municipalidad de Córdoba, donde De la Sota era secretario de gobierno, se conspiró para esa asonada policial, que al mando del teniente coronel Navarro destituyó en febrero de 1974 a Obregón Cano y a su vicegobernador, Atilio López -quien caería en septiembre de ese año acribillado por 134 balazos de la Triple A-.

 

Sin homenaje.
El acto de anteayer culminó con la lectura de las cartas que Tosco les escribía a sus hijos, desde las distintas cárceles donde fue detenido, a cargo de sus cinco nietos.
Una de esas detenciones fue en el penal de Rawson. Tosco estaba preso cuando ocurrió la fuga de agosto de 1972, luego de la cual fueron fusilados 16 militantes revolucionarios. Hace algunas semanas culminó el juicio por esa masacre de Trelew, y a la lectura de la sentencia fueron invitados Malvina y Héctor Tosco, por parte de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Malvina relató que durante la permanencia de ambos hermanos en el sur para asistir a esa lectura de sentencia, sintieron el cariño y el respeto de los ex presos, sus familiares, y hasta pobladores de esa ciudad, que recordaban a su padre.
Como era lógico, ninguna central burocrática organizó a nivel nacional un acto de homenaje al lucifuercista. Es que la burocracia sintoniza otro canal, y en las tres CGT hay más afinidad con Rucci que con el legado de Tosco.

 


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