Un elogio que tienen dos sentidos
El elogio de la presidenta a la administración pampeana durante su discurso en cadena nacional de esta semana, no sorprendió a una provincia ordenada en lo económico. La jefa de Estado afirmó, al descalificar los reclamos de fondos que hace el gobernador bonaerense a la Nación, que un grupo de provincias, entre ellas La Pampa, se caracterizaba por no pedir dineros para cubrir déficits. Y aseguró que a pesar de que esas jurisdicciones habían sido consideradas "inviables" por el ex ministro Domingo Cavallo, su actual estado financiero mostraba el yerro del argumento neoliberal.
El mismo día, el jefe de Gabinete pampeano, también ex ministro de Hacienda, justificaba la "distinción" que había hecho la presidenta al comparar a La Pampa con Buenos Aires -una referencia de la mandataria que tuvo su carga política al estar al medio el gobernador que aspira a sucederla- en una gestión administrativa que se remonta a décadas de gobiernos del mismo signo partidario. Se puede también afirmar que en La Pampa sus gestiones pudieron invertir fondos en tratar de sostener algún sector productivo que fracasó, que hubo mucho gasto social o que también hubo actos de corrupción y algún despilfarro. Pero no se puede decir que no hayan tenido sus cuentas ordenadas. Los sueldos depositados en tiempo y forma, más allá de alguna demora en tiempos de la peor crisis, y de no haber llegado al extremo de hacer un ajuste o colocar bonos, hablan a las claras de esa situación.
Sin embargo, el elogio de la presidenta a La Pampa, y a la gestión de Oscar Mario Jorge, encierran por un lado una reivindicación, pero también hacia dentro de la provincia, advierte sobre una postura que no siempre es beneficiosa para los intereses pampeanos.
Que la mandataria haya dicho que el gobernador no pide dineros a Nación, también parece implicar que Jorge no asume en la práctica una conducta de reclamar los fondos que le debe la Casa Rosada a la provincia. Son más de 900 millones de pesos destinados a obras y programas.
Las palabras de la presidenta sonaron a felicitación para el "buen alumno", pero también a una venia al conformismo de una administración que parece no querer exigir con alguna vehemencia por lo suyo. Si Nación debe a La Pampa, este argumento no se usa como una forma de presión para, por ejemplo, impulsar reclamos como el caso del incumplimiento del convenio del río Atuel, cajoneado desde el año 2008. Porque de hecho, aunque los interesados fueron dos provincias, también estuvo la firma de Nación como garante de tal acuerdo y que tiene su responsabilidad en su cumplimiento.
El gobierno provincial debería aprovechar la fortaleza que le dan los números a favor en el foro nacional -y que no implica que esos dineros hayan sido bien utilizados para promover el crecimiento industrial o generar empleos, sino solo tener las reservas suficientes para afrontar tiempos difíciles, cosa nada menor-, para usarlo como argumento para respaldar sus reclamos y obtener beneficios que sí logran otras provincias endeudadas que saben cómo imponerse o negociar.
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