Una larga caminata desde Demócrito hasta el bosón
Al comenzar la semana anterior la noticia que se instalaba ante el imaginario colectivo llevaba el extraño nombre de bosón de Higgs. Llamativamente, el interés del periodismo se desligó del tema en pocos días.
Habrá alguna explicación para ello. Es posible que la causa tenga que ver con el distanciamiento creciente entre el lenguaje de la ciencia física y el de la multitud. Es como la teoría del Big Bang y como lo fue en su momento la teoría de la relatividad. Es posible que lo mismo haya sucedido cuando Newton y cuando Darwin. Si bien Darwin mantuvo más la atención, ello puede haberse debido al rechazo a esa "fea" ocurrencia de hacer que los monos sean nuestros antecesores, los del "bello" ser humano.
Puede que se haya cortado más profundamente que nunca la comunicabilidad del saber científico. Antes, en el tiempo, había sucedido lo mismo con la Filosofía, pese al empeño de Tomás de Aquino. La razón no es el único camino, se dice. Se advierte este proceso de divorcio en la tendencia a asociar genio y locura en el sentido de decir que alguien que dice algo incomprensible (o que tiene el tupé de exigir atención y tiempo) es un genio o un loco, lo que implica transmitir que se trata de estados equivalentes. Los caminos de la genialidad como los de la locura, no son de tránsito fácil. De ahí que se infiera con facilidad que son vecinos o que marcan el límite. Serían situaciones fronterizas. Si se está en la delgada línea de la frontera, tanto se puede caer hacia un lado como hacia el otro; para allá, loco; para aquí, genio.
Nietzsche.
Demócrito.
Dado que mi instalación se halla más bien de este lado del abismo entre la comprensión de estas exploraciones de las ciencias "duras", o sea que me falta recorrer tramos de los senderos que llevan hasta el camino real, al leer sobre el bosón de Higgs, aparte de tratar de acomodar la noticia con mi poco saber, me dejé llevar por la memoria hasta Demócrito, ese hombre tan distinto que nació en Abdera, un lugar de la costa griega, y que vivió 90 años o más de 100, allá por los siglos V y IV a.C. Le llegaron a llamar el risueño (decía que "la risa torna sabio" y vale pensar este dicho).
Este Demócrito fue un ser singular y tuvo, para su tiempo, oportunidades muy poco frecuentes. En la casa paterna se habría albergado Jerjes, el rey persa, durante las guerras médicas. Cuando se fue, un tanto a los apurones, dejó ahí a su corte de magos y eruditos y el muchacho Demócrito pudo escucharlos repetidamente mientras crecía, de modo que le llegaron los ecos de las culturas que habían florecido en Medio Oriente y en la Mesopotamia. Luego, ya grande, pudo viajar repetidamente por Egipto, Persia y Mesopotamia y se dice que también por la India. O sea que, tal vez en la pista del saber de magos y eruditos, pudo conocer las fuentes de ese modo de instalarse frente al mundo.
La teoría atómica fue inicialmente enunciada por Leucipo, que también fue su maestro.
Con todos esos elementos, el genio de Demócrito desarrolló la noción de que hay que desdeñar la visión del mundo que nos dan los sentidos, pues todo lo que hay son unos corpúsculos diminutos, invisibles, sustancialmente iguales entre sí, pero con formas exteriores distintas. Todo lo que existe resulta de lo que hagan esos corpúsculos, con qué otros se unan y con cuáles se separen, en un movimiento que les es sustancial. No hay necesidad de pensar en una deidad que cree y ordene: basta con los átomos, su movilidad y la energía que desarrollan. Por eso, se dice que Demócrito fue el primer ateo; tal vez fue el primer filósofo ateo, pero vaya a saber.
Higgs.
Separemos la voz bosón del apellido Higgs. De Peter Higgs. Porque se trata de un físico de la etapa de la física cuántica. El anuncio de la posibilidad de otra partícula intraatómica se produce hacia 1964. Higgs entonces repartía su tiempo entre el trabajo de investigación y la cátedra. Ahora tiene 84 años de edad y estuvo en Ginebra, cuando el anuncio de un logro del acelerador de partículas, precisamente instalado a enorme costo para pesquisar esta partícula.
Hombre discreto este Higgs, hoy jubilado. Propuso el bosón que lleva su nombre para resolver una insuficiencia derivada de la teoría relacionada con el Big Bang. Ateo, como Demócrito, se molesta que le llamen "la partícula de Dios", pero no porque vea una intrusión oportunista de la religión. El dice que toda comparación con la idea de Dios que tienen los religiosos, puede incomodar a éstos. Es un hombre bueno, que respeta incluso a quienes no comparten su cosmovisión. Demócrito es recordado como el risueño; Higgs no se molestaría si se lo recuerda como el respetuoso.
Jotavé
Artículos relacionados