Jueves 10 de julio 2025

Río revuelto

Redacción 13/08/2012 - 04.25.hs

Repentinamente, la cuestión hídrica saltó a los primeros planos de la política provincial. De haber sido, casi siempre, un asunto secundario, muchas veces injustamente relegado, por imperio de los hechos hoy se está hablando del río Atuel y del conflicto con Mendoza con una intensidad nunca vista.
Son varias las razones de este súbito ascenso: las negociaciones que se están llevando a cabo en Buenos Aires para intentar poner en marcha el convenio firmado hace cuatro años y nunca cumplido por Mendoza; las movilizaciones de los asambleístas pampeanos que, por primera vez en décadas, promovieron medidas de acción como movilizaciones callejeras y cortes de rutas; sus equivalentes en el sur mendocino por razones opuestas, porque allá los regantes ratificaron su viejo grito de guerra: "ni una gota de agua para La Pampa"; las sorpresivas declaraciones del titular del poderoso Departamento de Irrigación mendocino que habló de los "derechos" pampeanos al agua del río a partir del fallo de la Corte Suprema reconociendo su interprovincialidad; las declaraciones de la Fundación Chadileuvú imputándole al gobierno pampeano haber cedido su "carta fuerte" al aprobar el cambio del punto del trasvase del río Grande al Atuel tal como lo desea Mendoza; la rotunda negativa del Ejecutivo provincial asegurando que eso no ocurrió y que sólo se dio el visto bueno al estudio de un proyecto...
Esa sucesión de noticias de alto impacto hizo que en la última semana los titulares de los diarios y las radios hablaran del tema con inusitada frecuencia. Sin embargo, en un intento de desbrozar entre las copiosas informaciones para rescatar lo medular, lo central, vuelve a sobresalir la contumacia mendocina a la hora de enredar las discusiones y postergar in eternum la aplicación de medidas concretas.
Las declaraciones del gobernador de Mendoza ante los regantes que salieron a manifestar cortando las rutas, enojados por las declaraciones del titular de Irrigación, diciendo que "no acordó nada" con su par pampeano durante las negociaciones que se están realizando en sede del gobierno nacional, se chocaron de frente con lo que dijo el titular del Poder Ejecutivo local quien había afirmado que "estamos encaminados a lograr que nuestros ríos traigan agua" y añadía: "veo la mejor predisposición en Mendoza".
La situación es digna del "reino del revés" que cantara María Elena Walsh: se está bregando en el alto nivel nacional por la puesta en marcha de un convenio que debiera estar cumpliéndose hace cuatro años -algo de por sí incongruente- y, mientras que una de las partes niega que vaya a ceder algo del agua esencial al acuerdo, la otra, cándidamente, solo dice que ve buena predisposición del otro lado. Para más, en la Legislatura pampeana hay quienes buscan avanzar en el inicio de un juicio a la provincia arribeña por daños medioambientales, pero ante esa saludable iniciativa, el Poder Ejecutivo expresa su oposición y la menoscaba, pidiendo fundamentos a los diputados, como si éstos no fueran sabidos desde hace años.
En síntesis, si se analiza la situación dentro de sus parámetros históricos y políticos, se advierte que es clara: Mendoza se mueve, como siempre, a través de sus ya conocidas maniobras, que nunca implican retroceso, incumpliendo resoluciones o firmando acuerdos que no cumple, mientras que La Pampa se resigna a aguardar resultados de conversaciones de buenos oficios y negándose a apelar, simultáneamente, a la Justicia.
A esta altura de los acontecimientos resulta evidente que en materia de recursos hídricos el gobierno provincial avanza por un rumbo equivocado. Encerrado en una estéril postura "diplomática" -que ya demostró hasta el hartazgo que no conduce a ninguna parte- se niega a oír cualquier voz disidente, provenga ésta de dirigentes políticos, técnicos o instituciones, que son quienes largamente vienen advirtiéndole de la necesidad de cambios en esa política y de un oscuro futuro que, lamentablemente, se va cumpliendo paso a paso.

 


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