Dos organismos desatendidos
La evolución de las condiciones socioeconómicas sumadas a su ubicación geográfica, han hecho que en un par de décadas los caminos de La Pampa pasaran de un tránsito relativamente bajo y tranquilo a una circulación intensa, constante y potenciada por las altas velocidades que desarrolla hoy cualquier automóvil que se vende en el mercado. Lo que no ha mejorado han sido los caminos, concebidos y continuados dentro de las pautas establecidas medio siglo atrás. Esa circunstancia, sumada a lo ya señalado, no podía sino dar como resultado un aumento del índice de accidentes carreteros, sin considerar para nada los ocurridos en las áreas urbanas, que también aumentaron en forma alarmante.
Llevados a la expresión estadística esos siniestros muestran cifras que asustan, al punto que una ONG local contabilizaba cuarenta y cinco fallecidos en rutas hasta comienzos del presente mes, es decir, aproximadamente un caso fatal cada tres días y medio. A semejante realidad se le debe agregar que, comparada con la del año pasado, la cantidad de muertos en el mismo período se ha visto duplicada.
Semejantes evidencias son más que suficientes como para que los organismos provinciales que tienen competencia en esta cuestión se hayan puesto en marcha y estén trabajando a pleno. Pero quien aguarde eso se llevará una dolorosa sorpresa: según informa la aludida ONG, el Consejo Provincial de Tránsito -difuso y poco conocido organismo al que se supone responsable directo en el tema- lleva nada menos que ocho años sin reunirse, esto a pesar de la alta siniestralidad vial existente en la provincia. Casi una década de inactividad; sin palabras.
Semejante anomia parece ser ya una característica de toda la burocracia gubernamental. Adviértase que con respecto a ciertos temas el gobierno provincial parecería tenerlos en calidad de etiquetas o portadas que llenan un hueco del organigrama, pero nada más. Al Consejo Provincial de Ciencia y Técnica -olvidado organismo que debe llevar más de dos décadas sin funcionar- se agrega ahora el relativo al tránsito, y con mayor gravedad, si se quiere, pues si aquél pone en evidencia la asombrosa desatención del área que debería generar proyectos y aportes para contribuir al crecimiento provincial, éste se vincula, directamente, con la preservación de la vida humana.
El pasado 9 de este mes se conmemoró el Día Internacional de los Archivos; en la ciudad capital de La Pampa -donde se ubica desde hace mucho tiempo lo que podríamos considerar la "memoria oficial" de la provincia- hubo muy poco que festejar. Así lo evidenció un grupo de activistas autoconvocados en defensa del patrimonio histórico provincial, que repartieron volantes en el centro santarroseño.
Las hojas, al margen de reivindicar debidamente la importancia de los archivos (recuérdese que la universidad local cuenta con una carrera de historia, muchos de cuyos trabajos se nutren del Archivo Histórico) reclaman la puesta en marcha de la institución, colapsada y necesitada de un nuevo edificio para funcionar. Sin embargo el gobierno provincial hace más de un año que no da respuestas efectivas al reclamo.
Vale la pena tener presente que una reparación a fondo del edificio, actualmente cerrado al público, el alquiler o aun la construcción de una nueva sede costarían muchísimo menos que los millones de pesos que se invirtieron en el autódromo provincial. Se dirá que son dos actividades que no se pueden comparar, pero conviene tener presente que una sociedad está conformada de equilibrios entre sus diversos componentes, y la memoria histórica no es uno menor. Que el estudio histórico y la toma de conciencia que él implica no sean del interés de las autoridades no significa en absoluto que deben ser postergados con la indiferencia que expone tanta inacción.
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