Miércoles 21 de mayo 2025

La singular historia de la ciencia y su aporte para la autoestima

Redacción 13/09/2015 - 05.33.hs

Una noticia de comienzos de este septiembre hace saber que la pesquisa del bosón de Higgs ha dado otro paso hacia la certidumbre.
La ciencia busca la novedad y la recela. Quiere siempre dar un paso más para adentrarse en lo desconocido, pero toma mil precauciones antes de otorgar su voto de confianza en una teoría nueva o a un aporte que refuerza u objeta una teoría.
La historia de la ciencia muestra un proceso en el que los hallazgos son siempre objeto de recelo porque la experiencia muestra que lo tenido por cierto durante mucho tiempo de pronto puede revelarse falso o insuficiente. Somos insaciables en el afán de penetrar el misterio y, a la vez, nos atrae el deseo de alcanzar un final imposible.
Nuestra especie parte desde una suerte de recelo acerca de su relación con el mundo natural y por eso se ha diferenciado de los otros vivientes. Ante esta situación edificamos nuestro propio mundo a partir de poner un nombre a lo que aparece ante nosotros y que sentimos como algo diferente; luego puede llegarse a creer que el nombre expresa la intimidad de la cosa nombrada. La actitud científica fue la maduración de la actitud contraria: la de saber que nada se sabía (Sócrates) acerca de eso otro, lo que no es el hombre. Y llegó al extremo de extrañarse de sí mismo, como si también el ser humano fuese parte de ese otro oscuro, esas tinieblas (lo desconocido) que meten miedo y atraen. Como las sirenas en la aventura de Ulises. El ingenioso rey de Ítaca quiso escuchar a las sirenas, pero tomó la precaución de atarse para no marchar hacia su propia muerte. Escuchó el canto, pero siguió ignorando a las sirenas.

 

Bosón
En el caso científico ahora conocido como "el bosón de Higgs" el hombre de ciencia, el hombre en su estado de extrañeza y de tentación por dar un paso más en lo desconocido, el físico Peter Higgs propuso la existencia de una partícula que él no había podido ver: solamente la pensó como explicación del desempeño de otras partículas subatómicas. Razonó más o menos así: el comportamiento observable de estas partículas reclama o exige que haya otra partícula que contenga la condición provocadora de ese comportamiento. Esto lo dijo en l964.
Higgs fue premiado con el Nobel de Física en 2014. Esperó medio siglo para obtener este reconocimiento. Otro científico, Peter Knight, pudo decir entonces que el descubrimiento del bosón de Higgs es tan importante para la Física como el ADN para la Biología.
Lo que pasó en ese medio siglo fue que el bosón del caso se negaba a mostrarse porque los medios de observación disponibles eran insuficientes para producir la confirmación o el desmentido. Este episodio de la historia de la ciencia tiene precedentes. Un astrónomo dedujo que debía existir otro planeta (en el sistema solar) que no estaba al alcance de los telescopios de su tiempo. Una mayor capacidad de observación del espacio exterior confirmó que el planeta teórico era un planeta real de la estrella que llamamos Sol.
Hubo que esperar medio siglo para poder decir que el bosón previsto por Higgs para explicar el comportamiento de las partículas subatómicas existe. Fue necesario que el Centro Europeo de Física de Partículas instalara en el corazón de las montañas de Suiza el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) para que recién entonces pudiese confirmarse la existencia de del elusivo bosón. Inaugurado en 2008 el LHC, con una dotación importante de científicos, se pudo avanzar en el conocimiento de las partículas más pequeñas que el átomo, cuya interacción puede explicar los procesos de la materia y, quizás, también el proceso de formación del universo. Tan es así que Hawking (el teórico de la gran explosión que dio inicio al Universo: El Big Bang), al conocer la confirmación de la existencia del bosón de Higgs, anunciado por el CERN el 22-6-2012, pidió el Nobel para Higgs a pesar de que esa confirmación había demostrado un error suyo. Y ahora, al comenzar septiembre de 2015, el CERN, luego del análisis de otros registros del gran colisionador, pudo anunciar que ha obtenido imágenes del bosón, una partícula tan pequeña como de brevísima existencia.

 

Ciencia
No es la Física un terreno en que me mueva con soltura. Por eso evito detalles que obligarían a entrar en mayores explicaciones del paso dado para avanzar en la intimidad singularmente pequeña del Universo.
Mi tema es la referencia a un nuevo avance y una nueva confirmación de la necesaria capacidad predictiva de lo que no alcanza a verse pero que "debería" existir para tener una explicación acerca del comportamiento de lo que sí puede observarse ya.
Se cuenta que Higgs, Peter Ware, nacido el 29 de mayo de 1929 en Newcastle, Inglaterra, resultó inhallable para los responsables del premio Nobel encargados de comunicarle la novedad (que una periodista le había anticipado) de la premiación, que compartió con otro físico de partículas. Sencillamente, se había escondido y puede entenderse que lo hizo por sentirse abrumado por su propia historia de medio siglo. De todas maneras, él siempre siguió investigando y ha estado trabajando en el gran colisionador de Ginebra por ver si ahora sí aparecería esa partícula tan huidiza y tan discutida. Debe haberlo conmocionado el momento como la experiencia de reencontrarse consigo mismo: con la confianza en sí mismo y en los rigurosos procedimientos de observación propia y ajena en que se basó. En la historia de la ciencia los descubrimientos se encadenan y los primeros hacen posible su continuación.
Otro paso adelante en las tinieblas que, como siempre, revela que lo desconocido sigue escapando hacia adelante. Es como el acoso del amante que dice "Y lo que te rondaré, morena".
Jotavé

 


'
'