Lunes 07 de julio 2025

La Unión Europea y sus acuerdos antirefugiados con Turquía

Redacción 10/03/2016 - 04.06.hs

Entre la canciller alemana y el presidente de Turquía han llegado a un acuerdo que la Unión Europea todavía no oficializó. Quieren cambiar devolución de inmigrantes por dinero para Ankara. Los derechos humanos, bien gracias.
EMILIO MARÍN
Los 28 socios comunitarios se reunieron en Bruselas el lunes 7 para considerar un acuerdo negociado por Angela Merkel y Recep Tayyip Erdogan sobre los inmigrantes que pugnan por ingresar a Europa. Turquía está imputada de violaciones a los derechos humanos de los refugiados, de modo que no les fue fácil a los representantes de los 28 países y al primer ministro turco Ahmet Davutoglu aprobar aquel pacto "en primera lectura". Van a reunirse el 17 y 18 de marzo próximo para ver la manera de hacerlo pasar como si fuera compatible con la legislación europea. Amnistía Internacional, la oficina de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y muchos abogados lo ven como atentatorio contra la legislación y los derechos humanos.
¿En qué sentido lo de Merkel y Erdogan viola esos derechos fundamentales? Es que acordaron que Europa devolverá a Turquía a los inmigrantes que han recalado en sus países miembros, con un gran contingente atascado en Grecia. A cambio de sacarse ese "clavo de encima", le entregarán al gobierno turco 3.000 millones de euros para que atienda a los inmigrantes devueltos.
Ankara ha pedido no sólo esa suma de dinero, que previsiblemente empleará para fines distintos. También está aprovechando "el favor" que le pide Merkel para reclamar por su trámite de incorporación a la Unión Europea como miembro 29. Y en lo inmediato, que a partir de junio no se requieran visas a los ciudadanos turcos para estadías breves en Europa. El ingreso fue pedido en 2004 pero todavía no fue resuelto porque se le reprocha una pobre performance en derechos humanos.
Eso sí, con criterio práctico y militarista, la OTAN no tiene problemas con Turquía, al que cuenta entre sus miembros. Y ha gozado de su activa participación en guerras de agresión, en este momento contra Siria, donde Erdogan es uno de los más activos en atacar al gobierno de Basher al Assad y a la minoría kurda.
Ese gobierno no puede esgrimir una conducta aprobada en Derechos Humanos y allí radica una de las objeciones legales al pacto. ¿Cómo se va a denegar la petición de asilo de personas procedentes de guerras en Siria, Irak y Afganistán, y se los va a devolver a Turquía, si a este país no se lo puede considerar "seguro"?

 

¿Tu también Tsipras?
Los objetores del acuerdo turco-europeo también señalan que la legislación de la UE garantiza que los refugiados puedan presentar su pedido de asilo y gozar de ayuda transitoria. Sin embargo, ese pacto dispone su devolución de prepo, aún contra su voluntad, en dirección a Turquía, de donde muchos de ellos provienen pues allí habían recalado en los hacinados campamentos de gente que huye de guerras.
Buscándole la vuelta legal para hacer pasar lo ilegal, las autoridades europeas dicen que aunque para la UE Turquía no es un país seguro, sí lo es para Grecia. Y entonces al deportar desde ésta hacia aquélla no estarían infringiendo ninguna ley propia. Esa mentira, en el caso que Alexis Tsipras convalide la operación, tiene que ver con las necesidades de este primer ministro, que dio tantas volteretas sin principios en el corto tiempo que lleva gobernando en Atenas.
¿Qué le sucede a Tsipras? Como desde fines de febrero Austria, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Albania, Bosnia, Kosovo, Macedonia, Montenegro y Serbia blindaron las fronteras, levantaron muros y reprimieron policialmente, como en Macedonia, los inmigrantes no pudieron salir de Grecia. Hay 17.000 refugiados en Idomeni, localidad fronteriza y a fines de marzo habrá 70.000 en toda Grecia, contando aquéllos, los de los centros de refugiados en la península y su puerto del Pireo, e islas de Lesbos, Quíos y Samos.
El primer ministro helénico, que era muy progresista contra el FMI y luego no lo fue más, tampoco es hoy muy humanitario. Estaría de acuerdo en que la deportación a Turquía porque su administración se sacaría de encima a 100.000 refugiados.
En el interín, Tsipras negoció con Bruselas para recibir 700 millones de euros en compensación por sus gastos de 2015 y 2016 debido a la sobrecarga de refugiados. Unos 300 millones serán entregados este año y el resto en los dos siguientes. Seguramente una pequeña parte irá destinada a esa cuestión social y el resto a cubrir los huecos profundos que abrió el ajuste fondomonetarista. En su descargo hay que mencionar que esta crisis de los refugiados ha arruinado el turismo en el mar Egeo, uno de los renglones económicos vitales.

 

Se dan la mano...
El presidente turco Erdogan y el primer ministro Davutoglu se movieron intensamente estas últimas semanas. No sólo este último fue personalmente a Bruselas a la reunión de la UE del 7 de marzo y volverá a la definitiva del 17 y 18 del mismo mes. También han recibido en Ankara a Merkel, por un lado, y al titular del Consejo Europeo, Donald Tusk. Este polaco llegó a Ankara repitiendo sus declaraciones de su gira por Austria, Eslovenia, Croacia, Macedonia y Serbia, sobre todo en Grecia, donde había dicho: "quiero lanzar un llamado a todos los migrantes económicos ilegales potenciales. No vengan a Europa". Tusk quería meter miedo y asegurarse que baje el número de inmigrantes que aspira a llegar a lugares donde supuestamente van a vivir mejor. El mensaje era: no vayan porque los vamos a echar.
Esas expresiones, pero sobre todo el pacto negociado entre la canciller alemana y el presidente turco plantean con claridad que Europa cambió drásticamente de política. Hasta hace pocos meses Merkel decía que el viejo continente debía ser solidario y Alemania ampliaba el cupo de personas que recibiría este año. Otros países decían estar de acuerdo con esa flexibilidad, que no fue acompañada en la práctica por sectores de la población europea. El 28/2 perdió ajustadamente en Suiza perdió un referéndum promovido por la ultraderecha xenófoba para expulsar automáticamente a extranjeros culpables de varios delitos, algunos de éstos graves y otros no tanto como supuestos fraudes a la seguridad social. Esa enmienda legal fracasó, pero tuvo el apoyo de 41,1% de los votantes.
El crecimiento político de la derecha dura y xenófoba en Europa debe haber sido un factor que pesó en el cambio de conducta de aquellos gobiernos que iban a recibir más refugiados. Tuvieron miedo que eso les hiciera perder votos, lo que los califica a ellos y a esos votantes.
A esos gobiernos no los conmueven las exhortaciones del Papa Francisco en sus misas dominicales para que no sean egoístas y "distribuyan equitativamente los pesos". Es muy doloroso que varios de esos estados más insensibles sean algunos que durante décadas fueron socialistas, casos de Alemania del Este, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Macedonia, etc.
Los gobernantes macedonios levantan muros, como los que Donald Trump quiere erigir en México. Una parte ultraderechista de los alemanes del Este queman refugios para inmigrantes. Etc. Es una nueva demostración de que se trató de un pase con armas y todo del lado del capitalismo más brutal; en los años '80 y '90 se lo maquilló como recuperación de la democracia y victoria de los derechos humanos.
Ante la crisis que vive el capitalismo global, en todas partes se cuecen habas. También en EE UU la cuestión de cómo (mal) tratar a los inmigrantes, sobre todo latinos, es un debate en la campaña electoral. Si llegara a ganar el millonario Trump ese será un infierno para aquéllos sin ser hoy un paraíso ni mucho menos, con 11 millones de indocumentados.
En Amiens se reunieron el anfitrión Francos Hollande y el británico David Cameron, quien amaga con irse de la UE. En tal caso, replicó el francés, los miles de inmigrantes que están en Calais, a las puertas del túnel hacia el Reino Unido, podrían dispararse hacia ese destino. Mientras tanto el gobierno galo logró un fallo judicial para levantar policialmente el campamento de Calais, una villa miseria de 6.000 inmigrantes que quieren pasar al otro lado.
Desde septiembre de 2015, ocho países de los 26 firmantes del Tratado de Schengen, de libertad de paso por fronteras, volvieron a los controles fronterizos. Incluso los gobiernos que cuentan con más poder y recursos, como Alemania, además de pagar un costo político por el fracaso de sus políticas migratorias, que no satisfacen a unos ni a otros, deja otros flancos. Es que fue la patrocinadora de la "solución" a la crisis de Grecia con la troika europea y la rendición de Tsipras, pero hoy esa es una bomba a punto de explotar por el drama de los inmigrantes. ¿Por qué se amontonan allí? Porque Alemania y Austria se cerraron bajo llve, y como un dominó perverso, lo mismo hicieron en Europa central y el sur. A falta de solución mejor, idearon un pacto con su buen amigo Erdogan, a cambio de plata y adelantar su ingreso a la UE.
¿Curioso no? A los sirios, afganos e iraquíes, los deportarán pese a objeciones de Amnistía y el alto comisionado de la Acnur, Phillipo Grandi. Estos han recordado que según su Carta de Derechos Fundamentales, la UE "debe garantizar el derecho al asilo". No importa, los refugiados afuera. A Erdogan, que ha intervenido medios de prensa críticos, en cambio, le están poniendo la alfombra roja.

 

'
'