Lunes 07 de julio 2025

Vivir con lo nuestro no es invitar al aislamiento

Redacción 12/03/2016 - 04.26.hs

Señor Director:
La muerte del economista Aldo Ferrer, el pasado martes, y el hecho de que las crónicas destaquen su libro titulado Vivir con lo nuestro me hizo retornar al tiempo en que discutí (conmigo mismo) no el contenido el libro sino esa frase elegida para presentarse ante el lector.
Mi conclusión fue que estaba bien elegido el título tanto por el contenido de la propuesta como por el momento en que apareció el libro. Sin embargo, pensé que el proyecto pudo estar mejor expresado si hubiese dicho "Vivir desde lo nuestro".
Ahora, al pensarlo a Ferrer luego de conocer su desaparición y desde el hecho de que fue uno de los referentes a los que me he remitido a lo largo de mis años, mantendría el "vivir con" porque el objetivo que tuvo Ferrer no ha sido logrado, aunque acabamos de pasar por una experiencia (un lapso prolongado de gobierno nacional) durante la cual se asumió y se ensayó lo básico del pensamiento de Raúl Prebisch (y otros latinoamericanos), aplicado a la realidad argentina por Ferrer. El reciente cambio de gobierno, si bien posibilitado por algunas políticas erróneas o defectuosamente aplicadas, parece proponer un nuevo ensayo de la experiencia de los ´90, con lo cual se ha podido reiterar en nuestros días que la Argentina parece condenada a empantanarse en un ir y volver que revela el nudo del problema que se expresa con tales repeticiones. Digo esto porque entiendo el "Vivir con lo nuestro" desde la experiencia histórica, o sea desde el origen colonial de la Argentina y un poscolonialismo que no repitió el proceso que, por caso, escogieron los norteamericanos, ya que ellos buscaron hacerse fuertes con lo propio (y lo que pudieron apropiarse de paso) y pudieron así vivir con lo obtenido, medrar y llegar a la actual posición de primera potencia. En lugar de eso, las antiguas colonias ibéricas (españolas y portuguesa) no aceptaron la propuesta de los libertadores de mantener la unidad y afrontar su destino desde esa condición, de enorme capacidad potencial. Dividirse luego de la independencia fue consecuencia de más de un factor, porque si bien las distancias y las urgencias no favorecieron inicialmente la integración, nada obligaba ni obliga a nuestras repúblicas a vivir recelándose y demorando modos de integración que no impongan como necesaria la resignación de rasgos culturales diferenciales desarrollados en la colonia.
No abundaré en un tema que vengo desarrollando desde mis columnas, pero lo haré solo para recordar que la nueva potencia, emergente entonces, Inglaterra, fomentó la división y los recelos por aquello de divide e impera. Lo cierto es que los latinoamericanos no aprendimos a reconocer qué era y qué es "lo nuestro", a partir de lo cual construir una integración que haga posible entrar como iguales en un mundo que demora la salida del esquema colonialista y que viene acentuando dramáticamente una desigualdad que nos somete a la periodicidad de las grandes guerras y al conflicto permanente en las regiones donde han chocado y han deformado las presencias imperialistas.
Justificado así lo propuesto por Ferrer (vivir con lo nuestro), diré todavía que mi preferencia por el vivir desde lo nuestro se debe a que entiendo que no hay salida si no es encaminando el proceso mundial hacia alguna forma de integración que respete las singularidades (siempre necesarias) pero que genere una ley de las naciones reconocida y respetada. Avanzar en esa dirección desde una puesta en valor de lo propio, como aporte a una integración que no se empeñe torpemente en desconocer la pluralidad o diversidad natural del individuo humano.
Es conveniente leer la biografía de Ferrer desde el desempeño político de este hombre, que tuvo una filiación partidaria y que no creyó necesario abandonarla para acudir al lugar y en el momento que él veía como el camino para sellar aquí el largo proceso poscolonialista.
Atentamente:
Jotavé

 


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