Expectativas por un plan
Ya fuera por la búsqueda efectiva de un nuevo rumbo para la región o una nueva estrategia para distraer la atención de un país cada vez más convulsionado lo cierto es que el anuncio del Plan Patagonia despertó expectativas entre las provincias componentes. En verdad se justificaba porque la recesión las ha golpeado duramente en el primer año de gobierno de Cambiemos. Hay datos elocuentes: en ese tiempo el enclave austral de Tierra del Fuego pasó de una situación pujante del sector manufacturero a la pérdida de la mitad de su parque industrial, con emigración de más de medio millar de pobladores privados del trabajo que los había llevado hasta allí. En tanto, en otras provincias se manifiesta el siempre vigente reclamo popular de tierras y el quiebre de la economía en los valles con tierras regadas.
En realidad la convocatoria a la reunión realizada en Viedma sugiere más una expresión de intenciones que un plan propiamente dicho; por lo demás se advierte que en ciertos aspectos entra en colisión con algunas de las políticas económicas impuestas hasta hoy. Un ejemplo sería la idea de la expansión y producción de tierras bajo riego, explícitamente reclamada por el Presidente pero difícil de entender ante la brutal apertura de importaciones agrícolas, una circunstancia que pocos meses atrás hizo que los productores regalaran su mercancía en las calles capitalinas como forma de protesta.
Es posible que el desaire del mandatario estadounidense Donald Trump (que motivó el reimpulso argentino-brasileño de un Mercosur al que en la práctica habían denostado) impulse una nueva visión sobre el desarrollo de otras áreas, pero ella debería responder a planes efectivos, concretos y racionales, acordes con la realidad del país y la necesidad de expandir su infraestructura. El gobernador pampeano se refirió a ello con cierta sutileza al señalar que ese desarrollo regional funcionará si "la construcción se realiza en conjunto e involucra al Estado Nacional y representantes de las provincias".
Frente a la vaguedad de las buenas intenciones La Pampa -que en una suerte de Cenicienta fue invitada a la reunión a último momento- pidió medidas concretas: efectivo mejoramiento de las rutas que, a través de nuestro territorio, son el vínculo más efectivo con el sur de la Patagonia; desaparición de la barrera que inhibe la venta y consumo de las carnes pampeanas más allá del río Colorado y, sobre todo, una decisión racional sobre la represa de Portezuelo del Viento y su manejo a fin de contar con el agua necesaria y en condiciones para las notables posibilidades de desarrollo agrícola en ambas riberas del río, así como el futuro acueducto a Bahía Blanca.
Es pertinente destacar que esta meneada necesidad de desarrollo e integración patagónica, especialmente en la parte septentrional, es una bandera que nuestra provincia viene sosteniendo desde hace mucho tiempo, con razones plenas pero con suerte diversa. Es claro que para la concreción de esos proyectos se necesita el compromiso firme y a largo plazo de los gobiernos nacionales, un factor que hasta ahora ha mostrado ser por demás inestable.
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