Provincias y Nación: la batalla de siempre
Las relaciones entre el puerto y las provincias del interior nunca fueron fáciles en Argentina. Los enfrentamientos comenzaron muy temprano, en los años que siguieron a la Revolución de Mayo y la Declaración de la Independencia con abundancia de agravios mutuos y violencia bélica. Por ejemplo, en la asamblea constituyente de 1953 no estuvieron presentes porteños ni bonaerenses; y pocos años después las diferencias se zanjaron en dos grandes batallas: Cepeda en 1959 y Pavón en 1961 que enfrentaron a las fuerzas de las provincias del interior con las de Buenos Aires (ciudad y provincia) y terminaron de volcar en favor de estas últimas el equilibrio inestable que reinaba en el país hasta entonces.
Lo que vino después no tuvo aquel nivel de violencia aunque nunca se terminaron de superar las diferencias. Pasó el siglo XX y llegó el XXI y, de una forma u otra, se siguen manifestando choques y debates que giran alrededor del mismo tema: la distribución de la riqueza que produce el país. Por fortuna las batallas sangrientas quedaron en el pasado y hoy se dan, con otras armas, en el terreno del debate ideológico y la lucha política.
Los 21 gobernadores que se reunieron el miércoles en la Casa de San Juan en Capital Federal -solo tres distritos faltaron: la CABA, provincia de Buenos Aires y Chubut- vinieron a reeditar, con otros modos desde luego, aquellas pugnas que en el siglo XIX regaban con sangre los campos de batalla. Y otra vez con la cuestión económica en el centro de la discusión. Los nuevos gobernantes provinciales no quieren pagar el pato del desaguisado del Fondo del Conurbano Bonaerense y le pidieron a la Corte Suprema que no dicte sentencia sin escucharlos. Esa asignación, que comenzó a recibir la provincia de Buenos Aires en la década de los noventa, no ha sido actualizada a pesar del tiempo transcurrido. Su gobernadora reclamó un ajuste que implicaría restarle a las provincias buena parte de lo que hoy perciben por la coparticipación impositiva. Por eso los mandatarios expresaron su preocupación y pidieron reformular el sistema en el ámbito natural para hacerlo: el Congreso.
No es que Buenos Aires esté en situación de indigencia. Nada de eso. El gobierno nacional, del mismo color político que el bonaerense, le viene suministrando generosos aportes al igual que a la CABA, la tercera pata del poderoso trípode macrista. Tan es así que el gobernador pampeano se permitió decir que vía subsidios cada bonaerense recibió el año pasado 8.800 pesos frente a los 5.000 que le tocó a cada pampeano. Por no hablar de la deuda de Nación con nuestra provincia que permanece impaga y constituye una excepción en un panorama general de provincias endeudadas con el gobierno central.
El reparto de la torta fiscal está otra vez en el centro del debate. En el siglo XIX era la renta del puerto y la postergación que sufrían las provincias las razones que desembocarían en aquellas dos batallas. Hoy es una deuda que no termina de saldarse: una nueva ley de coparticipación -un nuevo "pacto federal"- que aporte mayor equidad en los recursos que se destinan al Estado nacional y a los provinciales.
Artículos relacionados