Lunes 05 de mayo 2025

A la espera de la resurrección

Redacción 20/04/2025 - 18.53.hs

En este domingo de Pascuas pareciera que ya hemos hecho como pueblo todo el sacrificio necesario como para esperar que pronto vuelvan los buenos tiempos. Ya que desde arriba apelan a la ayuda de las “fuerzas del cielo” para que todo se encamine, solo nos queda por aguardar –si de términos bíblicos se trata- que llegue de una buena vez nuestra resurrección nacional.

 

A esta altura de la gestión libertaria, no se puede tomar otro camino que el de aferrarse a ese tipo de esperanza, mientras los hechos de la realidad siguen dando para el asombro constante.

 

No hay descanso para el disparate ni para la entrega. Se firma un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que nos somete como país por generaciones, a cambio de migajas, sin poner una sola condición, y se pretende que se festeje como si fuera una nueva Copa del Mundo.

 

Dibujos y balbuceos.

 

Nos quieren presentar una devaluación como un logro. Nos quieren dibujar una galopante inflación planchada como un “reajuste estacional” en el que si empezamos a quitar variables la cuenta nos un índice mínimo cercano al cero. Y nos quieren hacer creer que tenemos como presidente a un gran estadista que es capaz de pasarse cinco horas en un estudio de televisión, con un país en llamas, balbuceando respuestas inconexas ante pretendidas preguntas incisivas que solo son felpudos tirados al piso para ver si puede convencer con alguna respuesta ingeniosa.

 

Pero por toda argumentación de alguien que se presenta como un especialista en generar riqueza “con o sin dinero” nos encontramos con la sugerencia de que quienes aumentan los precios tendrán que guardarse esos productos en alguna parte de su propia anatomía. Una grosería impropia de un primer mandatario, que sería castigada duramente por la prensa ante un presidente de otro signo político, pero que en este caso es festejada por la doble vara de los medios hegemónicos que juegan pensando en sus propios bolsillos.

 

¿Y la libertad?

 

Mientras tanto, las libertades proclamadas no son tales. No hay libertad para acordar salarios en paritarias, no hay libertad para protestar, no hay libertad ni siquiera para levantar una barrera sanitaria. Solo hay libertad para los que pueden seguir haciendo grandes negocios y también para reprimir a los jubilados.

 

Algunos, como los mayoristas y los supermercadistas, sobreactúan y nos quieren hacer creer que rechazan los precios con aumentos que les mandan los proveedores. Pero no dan ninguna precisión numérica, porque no les conviene.

 

Hace tiempo que todos siguen ganando a expensas de las necesidades de los consumidores. Trabajan menos y ganan más. Remarcan y siguen ganando. No les interesa tener los locales llenos: saben que es mejor tener menos empleados y menos clientes, con salarios planchados y precios por las nubes. ¿O alguien vio que alguna gran cadena nacional cerró en los últimos tiempos?

 

Lo mismo aplica para los bancos, En plena crisis aprueban balances con ganancias millonarias y no tienen problemas en cerrar acuerdos con sus empleados con ajustes por encima de la inflación. Les alcanza y sobra, entre negocios con las bicicletas financieras y con los dólares que “flotan” entre bandas pero que no se pueden ir a comprar por ventanilla en forma ilimitada. Pero claro, mientras tanto nos aseguran por cadena nacional que ya no hay más cepo, que “por fin somos libres”.

 

Habría que preguntarles a los amigos del gobierno, a los “socios estratégicos” del agro argentino, a los que claman por la eliminación de las retenciones pero que aún tienen “paciencia y esperanza”, para saber si ellos se sienten “libres”.

 

Rara evolución la del hombre de campo, que antes, con otros gobiernos, no dudaba en poner en marcha el tractor para salir a cortar las rutas para reclamar por sus derechos. Esos “piqueteros vip” ahora están más calmados. Y eso que no deberían tener miedo a una posible represión con los protocolos de la ministra Bullrich, porque es una vieja amiga que antes los acompañaba en las movilizaciones, disfrazada de campesina y montada a caballo.

 

Lo más probable es que -aún con retenciones- a los hombres del campo no les debe ir tan mal como dicen. Solo quieren ganar más y aportar menos, sin importar como le va al resto del país. El modelo de ellos también es otro, alejado de todo lo que sea “nacional y popular” y más parecido al del actual gobierno, pero aspiran a contar con más ventajas todavía: exportación primaria y grieta, clase alta y clase baja, dólar alto para vender y salarios bajos para pagar mano de obra barata.

 

Es un manual simple y conciso, sin muchas vueltas, en el que el resto de la sociedad y su desarrollo importan poco y nada. Solo interesa exportar.

 

Pescado, huevos y rosca.

 

En esta semana pascual que hoy llega su fin, los santos siguen siendo los fieles argentinos de a pie, que renuevan su sacrificio día a día. Soportan el “pescado podrido” que intenta vender la dirigencia neoliberal-libertaria y se bancan la “rosca política” de quienes solo piensan cómo acomodarse para las próximas elecciones. Mientras, la canasta de Pascua se hace inalcanzable, con huevos inflados por aumentos de precios generados por una nueva devaluación.

 

Peregrinan buscando el peso para sobrevivir, van en procesión para hacer rendir sus ingresos, aguantan todas las cargas en sus hombros, llevan las cruces sobre sus espaldas, pero siempre imaginando un futuro mejor, pensando en que en algún momento llegará la resurrección popular que termine con tanto padecimiento. En una de esas, ese día está más cerca de lo que pensamos.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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