Jueves 10 de julio 2025

Brokers a los 13

Redacción 13/10/2024 - 17.37.hs

El gobierno nacional, a través de la Comisión Nacional de Valores, acaba de habilitar a los menores de 13 a 17 años a operar en Bolsa, con la finalidad de promover la educación financiera. No se anunciaron, de todos modos, cursos u otras actividades académicas que puedan preparar a esta nueva generación de "brokers" (así gustan de llamarse, en inglés, los corredores de Bolsa locales) para un negocio de alta complejidad, que requiere el manejo de toneladas de información. Pero no es el único "detalle" que se pasó por alto. No se tuvo en cuenta, por ejemplo, que en ese rango etario los individuos por debajo del nivel de la pobreza rondan el 66%, esto es, los dos tercios. O que muchos de esos jóvenes ya están complicados financieramente por la epidemia de ludopatía virtual. Y, por cierto, hay otro problemita legal, y es que esos jóvenes carecen de capacidad para administrar sus bienes.

 

Niñez.

 

Una persona de entre 13 y 17 años, conforme las convenciones internacionales vigentes, es considerado un niño, y por ende, sujeto a proteger. Los neurólogos nos informan que el cerebro, a esas edades, está en un proceso de consolidación de una serie de funciones básicas, lo cual lo tornan altamente inestable. O sea, toda la ciencia y el derecho nos dice que las personas en esas edades deben ser amparadas, y no lanzadas sin más al mercado salvaje como quien sube a un ring de artes marciales mixtas.

 

Hay una contradicción básica en nuestra sociedad: mientras la infancia -y esa secuela suya que es la adolescencia- se postergan cada vez más, con treintañeros que todavía viven con sus padres y no saben ni hacerse un huevo frito, al mismo tiempo se ha bajado la edad para adquirir la plena capacidad civil (de 21 a 18 años) y se está bajando también, cada vez más, la edad para votar.

 

Un exponente de esta generación de mantenidos estuvo a punto de acceder a un ministerio nacional, cosa que no consiguió por la extraña alquimia del actual gobierno en la toma de decisiones, y no por sus evidentes limitaciones de personalidad. Baste decir que este "financista" de alcurnia asegura que su método de ahorro es acopiar latas de atún. Y que, conforme se reveló en algún momento, su recurso para resolver los desengaños amorosos consiste en tirarse desde un primer piso con un paraguas como paracaídas.

 

Obsesión.

 

Hay una cierta obsesión con la niñez en el discurso oficial. Acaso porque -como dicen los encuestadores- allí se encuentra buena parte del caudal electoral del gobierno. También puede verse algo de infantil en algunos berrinches que el presidente suele regalarle a sus auditorios, incluyendo palabras irreproducibles, gritos, insultos soeces y amenazas. Es curioso que no se haya intentado, todavía, caracterizar esta conducta como una suerte de "síndrome de Peter Pan", en alusión al cuento del eterno niño que se negaba a crecer.

 

Más preocupante resultan las permanentes referencias, en el discurso oficial, a la pedofilia y al abuso infantil, con metáforas altamente gráficas y descriptivas que pretenden asimilar la figura del Estado -ese magnífico cuco- con la de un pedófilo. Cabe preguntarse de dónde vienen esas imágenes, cómo es que se les ocurren.

 

Y el nivel argumental del gobierno también infantiliza: la simplificación extrema de todos los dilemas, obturando todas sus complejidades, acudiendo incluso a la mitología y a la falsedad a la hora de encontrar culpables, llámense Estado, comunismo o populismo. Este tipo de comportamiento es harto frecuente en las redes sociales, cuyo mero formato imposibilita cualquier discusión profunda: el problema es cuando esa lógica “tuitera” se traslada luego a la toma de decisiones que afectan a millones de personas.

 

Contexto.

 

Esta nueva medida gubernamental se enmarcó en el contexto de una crisis silenciosa, que ya ha comenzado a abordarse en nuestra provincia, pero que permanece largamente ignorada por la sociedad, y es el problema de la ludopatía.

 

Hace tiempo ya que el deporte ha visto desdibujada su finalidad principal, que es pedagógica: la de inculcar disciplina, cultura del esfuerzo y espíritu de equipo en los jóvenes. Hoy, para la mayoría de las personas, el deporte no es algo que se practica en la vida diaria, sino algo que se observa como espectador: es un consumo. Y también es un proveedor de identidades, una forma de dar sentido a muchas vidas que carecen de él.

 

Pero si eso no fuera suficientemente malo en sí, ahora y desde la irrupción de internet, esas pasiones deportivas han dado lugar a algo infinitamente más pernicioso, como es la industria de las apuestas vinculadas al deporte. Al principio, cuando se veían esas publicidades por TV, uno ni sabía a qué se dedicaban esas compañías de nombres extraños. Hoy las publicitan los simpáticos jugadores de la selección de fútbol, con el cuidadoso subterfugio de que hablan de "jugar" y no de "apostar".

 

Miles de niños, abandonados a las redes sociales y al universo virtual, han caído en esa trampa. Muchos se han endeudado en decenas, centenas de miles de dólares, con acreedores altamente predatorios, casi siempre ante la total ignorancia de sus padres. Es a esta generación a la que, ahora, se la está invitando a ingresar a un mundo que tiene mucho en común con el de las apuestas, la adrenalina y la adicción.

 

En nombre de la libertad, están promoviendo una cruzada de los niños, que van a la inmolación como los seguidores del flautista de Hamelin.

 

PETRONIO

 

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