Jueves 10 de julio 2025

Es la estupidez, economista

Redacción 10/07/2025 - 08.10.hs

Esta administración colonial recuerda a la elite argentina de los años '30 y su tozuda insistencia en atar el destino nacional al del decadente imperio británico.

 

JOSE ALBARRACIN

 

El actual gobierno nacional ha venido cometiendo, ya desde su asunción, una serie de errores de gobernanza, con catastróficas consecuencias económicas. La aparente fundamentación ha sido ideológica, aunque cada vez queda menos clara cuál es esa supuesta ideología, que sólo parece orientarse por los mandatos de la embajada norteamericana. En esto, esta administración colonial recuerda a la elite argentina de los años '30 y su tozuda insistencia en atar el destino nacional al del decadente imperio británico. La supuesta ideología en realidad es un disfraz para la falta de imaginación y coraje, para la estupidez.

 

Brics.

 

El primer error de este tipo ocurrió a escasos días de la asunción en diciembre de 2023, y fue la negativa a ingresar como miembro al grupo de los BRICS, que integran, entre otros, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La entonces canciller, aparentemente fingiendo demencia, pedía que le explicaran cuáles serían las ventajas de integrarse a esa alianza.

 

Para empezar, la invitación a ingresar había sido producto de un arduo trabajo diplomático, y constituía un gesto natural, teniendo en cuenta que BRICS incluía a los dos principales socios comerciales de Argentina, que Brasil y China. Para seguir, la incorporación abría la perspectiva de nuevos mercados, tanto receptores de productos argentinos, como de capital para financiar nuestro desarrollo. Pero, por sobre todo, la idea era comerciar con nuestros socios más grandes y confiables sin necesidad de acudir a la moneda norteamericana, cuya escasez representa el talón de Aquiles de la economía nacional.

 

El pueril slogan de "no hacer negocios con comunistas" también terminó siendo sólo eso: a los pocos meses, forzado por la realidad (y el crédito "swap" que engorda reservas en el Banco Central) el presidente tuvo que reconocer que China lo había "sorprendido gratamente" por no imponer condiciones como el FMI. Cuánto nos hubiéramos ahorrado si esta gente hubiera hecho sus deberes antes.

 

Se perdieron mercados y créditos, se perdieron obras de infraestructura, ¿y todo para qué? Para que los Estados Unidos, como premio a tanta genuflexión, nos castigara en enero pasado con un gravoso aumento unilateral sobre los escasos bienes que nos compran, entre ellos el aluminio. Estúpido.

 

Petronas.

 

Sin pretender hacer una lista exhaustiva -ya que los desaguisados han sido múltiples- se puede señalar como otro error imperdonable la frustración de la inversión que, tras largos años de negociaciones y estudios, se había acordado con la compañia petrolera Petronas, de Malasia. El proyecto conjunto con YPF implicaba una inversión total de unos 50.000 millones de dólares (más dinero que el crédito del FMI en 2018) para la construcción de una planta de gas natural licuado en el puerto de Bahía Blanca, que permitiría exportar el gas extraído en Vaca Muerta, y transportado a través del Gasoducto Néstor Kirchner.

 

Cuando estaban todos los estudios y todas las factibilidades concretadas, el actual Ejecutivo nacional se encaprichó en cambiar el emplazamiento de la planta, hacia un ignoto puerto en Río Negro, incomparable con el de Bahía en cuanto a infraestructura y a estudios que lo avalaran. El capricho tenía un sólo motivo: cancelar una obra que hubiera representado un fuerte empuje para la economía de la Provincia de Buenos Aires, que como se sabe, es gobernada por el principal partido opositor.

 

Espantados con la falta de seriedad del gobierno nacional, incompatible con el "clima de negocios" y la "seguridad jurídica" que requieren los inversores extranjeros -conforme la habitual muletilla neoliberal- los empresarios malayos hicieron sus valijas y dejaron al país sin una inversión que hubiera representado, en pocos años, alcanzar un nivel de exportaciones de hidrocarburos que haría desaparecer el déficit comercial y la escasez de reservas del Banco Central. Estúpido.

 

Vialidad.

 

El tercer botón de muestra acaban de perpetrarlo esta semana, y consiste en la eliminación de dos entes nacionales estratégicos como Vialidad Nacional, y la Agencia Nacional de Seguridad Vial. La consecuencia directa de estas medidas sólo podrá ser la agudización del deterioro en el estado de las rutas nacionales, y el aumento de las estadísticas de siniestralidad, que coloca a nuestro país, con once personas muertas por día en el tránsito automotor, en un nada envidiable sexto lugar mundial en ese triste ranking.

 

El pretexto en este caso ha sido la supuesta corrupción endémica en las licitaciones de obras viales, sobre la que la Corte acaba de expeler una ruidosa sentencia. No parece sincero el argumento: para hablar de corrupción en obras viales, primero hay que hablar de la familia Macri-Calcaterra. Y, para seguir, la "solución" equivale a la actitud del granjero ignorante que, tras descubrir un huevo en mal estado, decide exterminar todo el gallinero. Estúpido.

 

Está claro que al actual gobierno le importa poco el bienestar de su población, tal como lo demuestran tanto su discurso, como sus resultados concretos en el deterioro del mercado laboral, de la salud pública, del cuidado de adultos mayores y personas con discapacidad, de la educación pública, etc. Pero aún desde una perspectiva exclusivamente economicista, la infraestructura vial resulta imprescindible para el transporte de los productos minerales, vegetales y animales a comercializar. Aún una colonia necesita un tránsito fluido.

 

El Ejecutivo nacional ya venía cometiendo sistemáticamente el delito de malversación de caudales públicos, cuando al recaudar el impuesto sobre los combustibles, omitía destinarlo a obras viales, tal como es el destino legalmente previsto para esos fondos.

 

Ahora, con esta atrocidad, se arriesgan a que, si algún día aparece algún juez probo, los puedan procesar por estrago doloso cuando comiencen a apilarse cadáveres de ciudadanos argentinos en las rutas nacionales. Hay antecedentes: cuando la llamada "tragedia ferroviaria de Once", donde murieron 51 personas (menos de los que fenecen cada cinco días en las rutas) se condenó no sólo al maquinista negligente, sino a altas autoridades nacionales, por omitir el debido financiamiento y control de los trenes.

 

Por algún motivo, salvo el presidente, casi todos los actores de este proceso no tienen cargos oficiales en el gobierno.

 

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