Jueves 28 de marzo 2024

Crónica de un fracaso anunciado

Redacción 08/03/2023 - 08.09.hs

El tráfico de drogas es un gran negocio, que no manejan solo los narcos. Hay un entramado policial, judicial y político, que lo protege, y una necesaria intervención del sistema financiero, para el lavado del dinero que mueve ese delito.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

En los últimos días las noticias se ocuparon del tema narcotráfico en Rosario, por el ataque contra el supermercado de la familia política de Lionel Messi. Fue una balacera en horas de la madrugada, sin víctimas, de dudosa autoría por el mensaje que dejaron en una nota, donde apuntan al intendente Pablo Javkin.

 

Son 64 muertes en lo que va de 2023, por la escalada de violencia atribuida a los narcos, en la ciudad portuaria santafesina. Entre las víctimas hay niños y niñas, contra los que reaccionaron sectores de la comunidad, cansados del accionar de las bandas y la complicidad policial, atacando viviendas de supuestos jefes, sicarios o distribuidores.

 

Fracaso.

 

El fracaso de las políticas para combatir el narcotráfico alcanzan a las principales fuerzas políticas de la provincia y también al gobierno nacional, el actual y los anteriores. Santa Fe ha sido gobernada por el peronismo y el socialismo, de manera alternada, y ninguno pudo frenar o impedir el crecimiento del crimen organizado. Aunque no ha gobernado la provincia, el PRO no se salva de responsabilidad, pues durante los cuatro años de gestión nacional (2015-2019), el ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich no mostró éxitos en su promocionada campaña contra el narcotráfico.

 

Por sus características de delito complejo y su espiral de violencia, que no es exclusivo de Rosario pero es donde más se ensaña, necesita un abordaje integral que excede a las fuerzas policiales. Hasta ahora hay un estruendoso fracaso de todos los gobiernos provinciales y nacionales.

 

La DEA, que cosa tan fea.

 

El narcotráfico es el delito que más dinero mueve en el mundo, junto con el tráfico de armas y de personas. Para su permanencia y crecimiento, necesita de apoyo en las instituciones del Estado: la dirigencia política, el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad.

 

Para Bullrich, la solución pasa por “sacar los tanques” a la calle: que el Ejército sea el encargado de combatir el narcotráfico. No es invento suyo: es la solución que se promovió en Colombia y México, con los resultados por todos conocidos.

 

Esa política es impulsada por la DEA, la Agencia Antidrogas de EE.UU., creada hace 50 años durante la presidencia de Richard Nixon, con la misión de reprimir y disminuir el suministro, distribución y consumo de narcóticos en EE.UU. Para ello, han firmado convenios y programas conjuntos con otros países, en especial en América Latina, donde se produce y transita la droga, cuyo principal destino es EE.UU.

 

Según el analista venezolano Fernando Casado, citado por Tele sur TV (26/06/2022), la DEA tiene unos cinco mil agentes especiales, distribuidos en 66 países, y cuenta con un presupuesto aproximado de tres mil millones de dólares anuales.

 

En medio siglo la DEA lleva gastados más de un billón de dólares en la lucha contra las drogas, y sin embargo, la violencia producto del narcotráfico está más extendida e intensa que nunca.

 

Tanto en Colombia como en México, donde se han aplicado las políticas de la DEA y que tanto entusiasman a Bullrich del PRO y también a peronistas como Sergio Berni o el cordobés Martín Llaryora, los resultados demuestran estrepitosos fracasos. Las capturas y extradiciones o muertes de jefes narcos como el “Chapo” Guzmán o Pablo Escobar Gaviría, no terminaron con el flagelo de las bandas narco. Por el contrario, la táctica de descabezar los carteles para debilitarlos, redundó en mayor violencia, pues se incrementó la lucha por el control de los territorios que antes aquellos ocupaban. Ese accionar de la DEA en México garantizó la supervivencia de las organizaciones más desalmadas que ahora cubren todo el espacio de México, pues solo se aniquilaron las bandas más débiles y permanecen y actúan los carteles más violentos y más difíciles de combatir y reprimir, lo que genera aún más violencia.

 

Según el último Informe Mundial sobre Drogas de la ONU, citado por Casado, el cultivo de coca se ubica “en sus niveles históricos más altos", y ello a pesar de los operativos de incautamiento de drogas, que también aumentaron. La Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD), destaca que EE. UU. es el principal consumidor de drogas en el mundo, entonces actuar bajo las órdenes de la DEA es como poner al lobo a cuidar el rebaño.

 

Con la DEA no.

 

Hugo Chávez expulsó a la DEA de Venezuela en 2005, luego de que salieran a la luz escándalos de corrupción ligados a esa Agencia. Lo mismo hizo Evo Morales en Bolivia en 2009, primero con el embajador de EE.UU. y luego con la DEA. En esos países, si bien no se ha erradicado el tráfico de drogas, su incidencia es mucho menor que en Colombia y México, donde la violencia de los carteles se ha extendido y se trata de un fenómeno enquistado en la sociedad, con altísimos niveles de corrupción en el Estado.

 

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, intenta otro camino para el combate contra el narcotráfico: afirma que hay que atacar la raíz del problema, que para él son la pobreza y el abandono institucional que la población ha padecido.

 

Es probable que esa política no produzca logros visibles en el corto plazo, pero se muestra más razonable frente al fracaso de 50 años de combatir a los narcos con métodos militares, bajo la batuta de los EEUU, el que más drogas consume del mundo.

 

Los bancos.

 

Un aspecto muy poco abordado en los análisis sobre la violencia narco en Rosario, es el que involucra al sistema financiero. El tráfico de drogas mueve enormes sumas de dinero, que necesita ser “lavado” para ingresar al sistema financiero, por lo cual el control sobre los bancos es fundamental en un combate en serio contra el narcotráfico.

 

Además de eso, esa lucha no puede limitarse a atacar a las bandas, sino que hay que poner voluntad política y acciones eficaces y firmes para romper los vínculos de esas bandas con las fuerzas policiales y de seguridad, con la dirigencia política y los punteros territoriales y con el Poder Judicial. Todos esos ámbitos estatales deben ser depurados, castigados y democratizados.

 

(el próximo miércoles, la Nota II)

 

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