Jueves 18 de abril 2024

Desatinos políticos

Redacción 05/07/2023 - 08.39.hs

Casi desde el mismo momento en que comprobaron que habían perdido la elección presidencial, los dirigentes de Cambiemos bregaron detrás de dos claros objetivos: una oposición y bloqueo feroz en la Cámara de Diputados, aprovechando la falta de mayoría del oficialismo, y el lanzamiento temprano de un nuevo candidato a la presidencia en las futuras elecciones. Como era de esperar, el ganador en la última de estas posibilidades debía ser Mauricio Macri, pero la ruina en que había dejado el país sumada a cierta torpeza política lo fueron haciendo a un lado y dejaron al descubierto la ambición de dos de sus conmilitones: Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, que comenzaron a bregar para alcanzar el anhelado primer puesto.

 

Teniendo al peronismo como blanco, inicialmente ambos procuraron mostrar quien estaba más a la derecha, siguiendo las ideas de Macri, aunque les salió al cruce el fenómeno alienado de Javier Milei, que poco a poco parece ir perdiendo impulso.

 

En un marco de desatinos políticos que ni los gobiernos militares se habían atrevido a enunciar, Patricia Bullrich prometió “dinamitar el régimen económico kirchnerista, terminar con el peronismo y el kirchnerismo, eliminar de raíz el populismo y acabar con las provincias que obran como cajas registradoras". Esa promesa de destrucción de las bases del país la matizó con un feroz ataque a la educación pública y gratuita, sin que para ello le importara utilizar mentiras, como bien lo comprobaron los pampeanos.

 

La durísima interna en la que cada uno busca posicionarse frente a su competidor Horacio Rodríguez Larreta ha llevado a los competidores a lo que un periodista porteño ha calificado acertadamente de “barbarie política”. Ella osciló desde algunos roces iniciales, previsibles, en el afán por adelantarse hasta efrentamientos abiertos primero y acusaciones personales después, por cierto con algunas muy cercanas al insulto.

 

Es que a la tajante afirmación de Bullrich en cónclaves internacionales de que “el Estado le da recursos a empresas, o a sindicatos, para generar ese modelo de sometimiento” y “genera ese sometimiento total y absoluto de todos los sectores de la economía argentina”, Rodrígez Larreta respondió con un golpe tan duro como inesperado: reconocer-nada menos—que el modelo de país promovido por Macri y ahora por su rival, había fracasado.

 

Ante semejante afirmación, las iras de Bullrich (seguramente con la anuencia de Macri detrás) perdieron toda medida y acusó a su rival de “ventajero, oportunista, deleznable y de una enorme bajeza moral, capaz de hacer cualquier cosa por un voto”. Dejó de lado por conveniencia algún flanco débil nada desdeñable como es la condición de feroz represor del compañero de fórmula de Rodríguez Larreta, el gobernador jujeño Gerardo Morales, cuya brutal acción fue respaldada por el macrismo. El contragolpe de los larretistas también fue duro, aunque directo al pasado de la mujer, a la que le recordaron públicamente sus saltos políticos del pasado, entre ellos –y no menor— su militancia en Montoneros.

 

Semejante andanada llevó a los larretistas a pensar que, para el caso que derroten en la interna a su adversaria bien podría ser que carecieran del acompañamiento partidista esperable.

 

Va de suyo que en semejante nivel de confrontación el triunfo de Juntos para el Cambio en San Juan pasó a ser pretendido por la acción de cada uno, asegurando que es solamente una muestra de un triunfo personal en la interna inminente.

 

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