Sabado 27 de abril 2024

Desigualdad salarial

Redacción 19/09/2023 - 00.23.hs

Cada 18 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, a los fines de la visibilización y neutralización de las desigualdades salariales basadas en razones de género.

 

*VICTORIA SANTESTEBAN

 

En Argentina, la brecha salarial de género asciende a 27,9%. Las brechas de género alcanzan al mundo del trabajo, dando cuenta una vez más de la desigualdad de género estructural que todavía nos circunda. Los roles y estereotipos de género se reproducen en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde la intimidad del hogar al espacio público y así el ámbito laboral no escapa a estas mandas ensimismadas en el binarismo y en la repartija injusta de tareas. El saldo siempre negativo para las mujeres arroja remuneraciones paupérrimas, menores y peores oportunidades laborales y en la violencia y discriminación explícita en el lugar del trabajo.

 

En contraste con las conquistas laborales feministas de los últimos años -el reconocimiento del valor económico de las tareas de cuidado entre las más reciente en el país – las desigualdades de género laborales confirman las estadísticas de la ONU que estiman alcanzar la igualdad recién en 200 años.

 

Brecha.

 

Si bien la ONU estableció en 2020 el 18 de septiembre como Día Internacional de la Igualdad Salarial, en Argentina el 9 de abril se conmemora -desde 2018- el día del Pago Igualitario, fecha impulsada por la organización Ecofeminita para la visibilización de la brecha salarial entre varones y mujeres. Conforme los registros de esta ONG, los datos del primer trimestre de 2023 muestran una brecha de género salarial del 27,9%, con un ingreso medio mensual de $104.000 para las mujeres y de $144.300 para los varones.

 

Entre la multiplicidad de factores que inciden en esta disparidad, la reproducción de estereotipos de género que masculinizan y feminizan tareas, la violencia y discriminación contra las mujeres, las capas de vulnerabilidades que nos atraviesan, la robotización de las tareas exclusivamente femeninas, las tareas de cuidado todavía a cargo casi exclusivo de las mujeres, entorpecen la carrera hacia el pago igualitario, en un país en donde el principio de igual remuneración por igual tarea data de la redacción constitucional de 1853.

 

Cuidados.

 

Conforme los últimos datos de EcoFeminita, el 69% de las tareas domésticas y de cuidado son realizadas por mujeres: este reparto desigual de las tareas domésticas entre varones y mujeres se asocia a las desigualdades en la composición del mercado de trabajo (obstáculos en el acceso a cargos jerárquicos, precarización laboral, etc.) y responde a un conjunto de normas sociales y estereotipos de género que asignan mandatos diferenciales a varones y mujeres, explican desde la ONG. La feminización de las tareas domésticas recarga a las mujeres con jornadas dobles y hasta triples de trabajo (remunerado y no remunerado, dentro y fuera del hogar) restringiendo las horas disponibles para el mercado de trabajo formal y así, el desempeño laboral “fuera de casa”.

 

La región pampeana casi que replica los números a nivel nacional con un 68,3% tareas domésticas desempeñadas por mujeres, diferenciándose de otras regiones más afectadas por la desigualdad, como el caso del NOA, representado con un 76,9% de tareas a cargo de mujeres. En este marco, las licencias por maternidad y paternidad-ahora en tratamiento legislativo- continúan enquistando la brecha en relación a las tareas de cuidado, con 2 días para padres y 90 para madres. Así las cosas, no es casual que las mujeres tiendan a elegir ocupaciones que posibiliten conciliar jornadas de trabajo remunerado junto con el invisibilizado trabajo -no remunerado- de cuidadoras. Esto, impacta negativamente en su desarrollo profesional/público, acortando su participación.

 

Robots.

 

Otro factor reforzador de las desigualdades salariales viene dado por la robotización de tareas. Esta automatización de empleos impacta de manera diferencial a las mujeres toda vez que las tareas femenizadas son las fácilmente reemplazables por inteligencia artificial: los trabajos administrativos rutinarios, los empleos en fábricas y muchos empleos de oficina, se erigen como tareas estereotípicamente femeninas, que importan labores mecánicas de recolección y procesamiento de información, de fácil reemplazo por los avances tecnológicos. Y frente a este auge de empleos relacionados a la robótica, la inteligencia artificial, las ingenierías y “nuevas” tecnologías, las mujeres también llevamos las de perder: nuestras oportunidades de acceso a estos puestos de mayor demanda y mejor remuneración son menores porque estamos subrepresentadas en estos campos del conocimiento científico.

 

Carreras.

 

La elección de carreras universitarias sesgada por estereotipos de género que conduce a mujeres a optar por profesiones relacionadas a tareas de cuidado, a lo social y emocional es otro de los factores que impacta en su realidad salarial. Mientras sólo el 15% de las mujeres a nivel mundial se desempeña en Ciencias Exactas, más del 75% de las mujeres en Argentina se gradúa en psicología, educación, sociología, servicio social, antropología, auxiliares de la medicina, letras e idiomas. La brecha salarial entre estas carreras y aquellas elegidas mayormente por varones, es significativo: las ramas con mayor proporción de egresadas mujeres presentan niveles salariales más bajos, lo que confirma la tendencia a la infravaloración económica de los trabajos estereotípicamente femeninos.

 

Estas paredes que dividen sectores masculinizados y feminizados, sostienen los techos de cristal que encierran a las mujeres en estructuras que inevitablemente entrampan en la desigualdad. En este escenario, alcanzar puestos de jerarquía para nosotras continúa teniendo costos altísimos, con esfuerzos desmesurados y exigencias de demostración agotadora de habilidades frente a los varones que corren con ventaja de masculinidad. En medio de los intentos políticos para la igualdad entre los géneros –también en el mundo del trabajo- la desigualdad estructural no da tregua y continúa arrojando números que ensanchan la brecha de género salarial.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

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