Sabado 10 de mayo 2025

Dolorosos ejemplos

Redacción 19/07/2024 - 01.03.hs

Un columnista habitualmente bien informado, en una de sus últimas crónicas, deslizó como al descuido un detalle nada casual y muy sugestivo al hablar del insólito desfile militar del 9 de julio pasado. El padecimiento de una gripe –dijo- no le impidió a la vicepresidenta Victoria Villarruel, desfilar “junto al Presidente en un vetusto blindado de medio siglo de antigüedad que una empresa israelí remendó”.

 

La expresión tiene una carga de sutileza notable: ¿Tienen las fuerzas armadas argentinas material con semejante antigüedad? Y si es así ¿está sujeto a los “remiendos” por parte de operadores extranjeros? Lamentablemente la respuesta parece positiva y una mirada al pasado reciente la reafirma. Sin ir más lejos, es posible que el lector recuerde los aviones comprados a Francia durante el gobierno macrista, aviones que la marina francesa ya había declarado en desuso. Esos aparatos eran los recordados Super Etendard que tan destacada actuación le dieran a la Fuerza Aérea durante la Guerra de las Malvinas pero que, transcurridos más de 40 años, estaban tecnológicamente muy atrasados y sin aptitud para volar, como efectivamente ocurrió. El precio que se pagó por ese material obsoleto –unos 13 millones de euros— sugiere un muy mal cariz a la operación.

 

Aquella compra se inscribe en la política de subordinación armamentística a los Estados Unidos y la OTAN adoptada por la Argentina, sujeta en un segundo plano a las objeciones de Inglaterra, que no quiere saber nada con armamentos modernos en cercanía de las Malvinas. Al respecto, hay un nuevo y doloroso (quizás sería más propio decir “vergonzoso”) ejemplo en lo que hace a la compra de nuevos aparatos con destino a nuestra Fuerza Aérea. Frente a la muy conveniente oferta de China para con aviones de combate dotados de la última tecnología, el gobierno mileísta optó por la compra a Dinamarca de aviones de fabricación estadounidense con alrededor de 20 años de antigüedad y, para más, desprovistos del aparataje electrónico de ubicación y detección, esto último, claro está, por exigencia de Inglaterra, por las causas antes mencionadas. Tal cual señalan las informaciones, los aviones americanos ya han entrado en obsolescencia en cuanto a su capacidad de combate y, más allá de los 600 millones de dólares que costarán, la provisión de repuestos y también del armamento correspondiente, están sujetos al visto bueno de Londres, siempre en previsión de otra posibilidad de ataque en las islas.

 

Así, mientras Inglaterra efectúa desembozadamente nuevos ejercicios militares en las Malvinas y avanza en cuanto al aprovechamiento de los recursos naturales en torno a las islas –léase pesca y petróleo- el gobierno argentino, en una muestra de cipayismo, no solamente avala la visita del canciller inglés a las islas sino que sigue obedientemente las directivas anglonorteamericanas en cuanto al material bélico que puede utilizar.

 

Al respecto, y al margen de la obligada obediencia castrense, ¿cuál será el pensamiento interno de los militares que reivindican nuestro ya más que centenario reclamo?

 

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