Jueves 08 de mayo 2025

Entre odio y saqueo

Redacción 08/05/2025 - 08.35.hs

Frente a otra semana de furia de Javier Milei algunos colegas nos preguntábamos, quizá con ingenuidad, cuánto hay de planificado o cuánto de espontáneo en el ataque a periodistas y medios. El otro interrogante es hasta dónde puede llegar. Al presidente se le sumaron Santiago Caputo, que le tapó la cámara a un fotógrafo de Tiempo Argentino y le sacó una foto a su credencial; el “gordo Dan” pidió que nos metan presos por decreto; Luis Caputo dijo que el periodismo o los periodistas vamos a desaparecer y que quienes hablamos de los pagos de la empresa de su familia a la agrupación violenta Revolución Federal en la previa del atentado a Cristina Fernández de Kirchner somos basuras. La publicación del mandatario de la foto de una tumba de los “medios de comunicación tradicionales” se reprodujo por doquier.

 

Hay algo de base y que se advierte en el libro Los Ingenieros del Caos de Giuliano da Empoli, que revela que esto no es un invento de Milei sino que hay una práctica de dirigentes de ultraderecha basada en alimentar la ira a través de las redes sociales, el uso de la tecnología y los discursos violentos. Hay un ataque a la discusión política tradicional y profunda. El insulto, el descrédito y la humillación, son la acción política por excelencia. En esa lógica, los hechos, los datos, la ciencia, el conocimiento son blanco de la ofensiva porque la apuesta es ganar la batalla emocional con la imposición del miedo y con el recrudecimiento de la insatisfacción y el resentimiento.

 

Milei no quiere datos ni verdad, porque quiere imponer la suya –que, como buen mesiánico, supondrá que es la única válida- y porque tendrá alguna que ocultar. ¿Será por eso que bajó un poco la intensidad en las redes sociales después del escándalo $Libra? De hecho, en ese contexto perdió el dominio de los mensajes en ese territorio cuando se empezó a reproducir la palabra “estafa” asociada a su persona. Ahora intenta que triunfe otro término: “domar”. Fue el que usó para felicitar a Manuel Adorni después del debate electoral en la Ciudad de Buenos Aires, una definición que tiene que ver con el sometimiento y, decíamos, la humillación, con lograr de esa manera acallar o torcer ideas.

 

Hoy somos los periodistas, pero también el feminismo, el colectivo trans, las disidencias sexuales, los sindicatos, el Estado, las universidades, las/los investigadores. Todos vinculados con ámbitos de construcción de lazos sociales e igualitarios, de producción de conocimiento y pensamiento crítico (ahí encaja la batalla cultural). El famoso “nadie se salva solo” que trae El Eternatua.

 

Una corriente de estudios sobre los caminos que toma el odio, que en Estados Unidos -por ejemplo- explica la toma del Capitolio y sus consecuencias, habla de un fenómeno llamado “terrorismo estocástico”, que parte de “el uso de los medios de comunicación para provocar actos aleatorios de violencia con motivaciones ideológicas que son estadísticamente predecibles pero individualmente impredecibles”.

 

Hace algunos días golpearon al periodista Roberto Navarro, en 2022 intentaron matar a CFK, el fotógrafo Pablo Grillo sigue internado peleando por su vida por el disparo con una granada de gas lacrimógeno que recibió en la marcha de los jubilados del 12 de marzo, la misma en la que un hincha de Chacarita perdió un ojo, igual que un abogado de derechos humanos en las primeras movilizaciones contra la Ley Bases (antes Omnibus). Una piba de 21 años quedó en coma por un inexplicable entrenamiento antidisturbios en la Armada, y podemos seguir.

 

Mientras ejercen toda esta violencia, que encuentra sus distintas réplicas en las familias, las aulas, el transporte público y la calle, mientras nos atacan a los periodistas y limitan la libertad de expresión, hacen algo que ya conocemos: saquean al país, instalan autoritarismo y debilitan la democracia. (Por Irina Hauser, extractado de Página 12)

 

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