Miércoles 14 de mayo 2025

Estamos mal pero podemos estar peor

Redacción 19/10/2022 - 08.03.hs

Ante la posibilidad de un eventual triunfo de la alianza opositora de derecha en las elecciones presidenciales de 2023, el futuro será mucho peor que el duro presente que nos toca sufrir.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

No se puede confiar en las encuestas, visto los desastrosos pronósticos que vienen haciendo en elecciones de Argentina y otros países. En Brasil, casi todas las consultoras le daban al actual presidente Jair Bolsonaro, un 36% de votos y terminó sacando un 43%, por detrás -afortunadamente- del ex presidente Lula Da Silva, que obtuvo un 48%.

 

Con esa prevención, las chances de un buen resultado electoral para el actual gobierno del Frente de Todxs son escasas. Las promesas incumplidas de la alianza conformada por Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa, se transformaron en un combo letal para la población que sufre un severo ajuste. La contradicción entre la alta inflación y los cada vez más bajos ingresos (salarios, jubilaciones y planes sociales), está crispando los ánimos de la población, que intenta como puede "parar la olla", tener para comer, en un país exportador de granos y alimentos.

 

El acuerdo firmado con el FMI convalidó el endeudamiento fraudulento que dejó Mauricio Macri y marcó la definitiva renuncia del gobierno del FdT a cumplir, aunque sea mínimamente, las promesas que lo llevaron a ganar las elecciones hace tres años. Trabajadores registrados por debajo de la línea de pobreza, jubilados indigentes, bolsones de pobreza cada vez más grandes, alimentos por las nubes, etc, caracterizan la situación actual, que aflige a las mayorías populares.

 

Se frotan las manos.

 

Frente a esto, la oposición de derecha de Juntos por el Cambio y sus aliados menores (neofascistas como Javier Milei y José Luis Espert) se frotan las manos pensando en un casi seguro triunfo el año que viene. Patricia Bullrich, figurita repetida en los canales de la prensa hegemónica, repite lo que hará en un eventual futuro gobierno suyo. Lo mismo pero más discretamente, hacen los otros pre-candidatos Horacio Rodríguez Larreta y el devaluado jefe de esa oposición, Macri. Los radicales vienen más atrás en esa competencia, pero también se ven como ganadores de la próxima contienda y son varios los que pretenden la banda presidencial, Gerardo Morales y Facundo Manes, entre ellos.

 

Sus anuncios nos dicen que si hoy estamos mal, con JxC estaremos mucho peor.

 

Macri se prepara a presentar su libro "Para qué" (que no escribió él sino Pablo Avelluto y Hernán Iglesias Illa) donde pretende explicar sus eventuales líneas de gobierno, si vuelve a ser presidente.

 

Al igual que Bullrich, amenaza con no repetir el "gradualismo" de su anterior gobierno, porque eso constituyó un signo de "debilidad". Promete "reformas estructurales" durante los primeros días que eliminarán lo que llama "legislaciones obsoletas en materia laboral, sindical, previsional y fiscal". Léase: conquistas laborales, libertades sindicales, protección a jubilados, etc.

 

Ratificando la admiración que expresó siempre por el gobierno de Carlos Menem, Macri promete más privatizaciones. Según él, sería "una larga lista de empresas públicas" las que serán pasadas a manos privadas, o directamente "eliminadas".

 

Sin pelos en la lengua, llama "intermediación parasitaria" a los movimientos sociales que distribuyen la ayuda social, sea con alimentos o planes sociales. Contrariamente a lo que ocurrió durante su gobierno de 2015-2019, cuando negoció con el llamado "Movimiento Carolina" (por Carolina Stanley, la ministra de Desarrollo Social del macrismo) y otorgó miles de planes sociales al Movimiento Evita, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (de Juan Grabois) y a la Corriente Clasista y Combativa, ahora promete "terminar" con esas organizaciones. Y a los beneficiarios de los planes sociales les anuncia que su duración será "limitada", porque "deberán capacitarse para estar en condiciones de ingresar lo más rápido posible en el mercado laboral formal". Cómo será esa reconversión en empleos formales, es un misterio.

 

Promete limitar el derecho a la protesta, otorgando mayor poder a las fuerzas de seguridad, lo que no debe ser tomado a la ligera, viniendo de quienes hicieron de la represión algo frecuente contra quienes se movilizan por sus reclamos. Su Gendarmería fue contra los pueblos originarios y todavía estamos esperando que se haga Justicia por las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.

 

En Córdoba, en la Legislatura provincial, las bancadas de Hacemos por Córdoba (del gobernador Juan Schiaretti) y la de JxC, presentaron sendos proyectos para limitar las manifestaciones populares, en una coincidencia entre el PJ gobernante en esa provincia hace 23 años y la oposición de derecha.

 

Nada de mal menor.

 

El periodista Horacio Verbitsky tituló su columna del domingo en El Cohete a la Luna, también publicada en este diario, como "El Mal Menor", en obvia referencia a que frente a esa disyuntiva, habría que volver a votar al Frente de Todxs. Y defiende su posición afirmando que los gobiernos populistas no son un "mal menor", sino bastante buenos, incluso para los empresarios. Reproduce datos de dos informes del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que demuestran que durante los gobiernos kirchneristas y el actual, las 500 principales empresas obtuvieron mejores ganancias que en el cuatrienio macrista 2015-2019.

 

El problema es que el actual no es un gobierno populista, sino ajustador, que sigue al pie de la letra, tal como lo encomia la gerenta del FMI Kristalina Georgieva, las directivas de ese organismo. Y el Fondo fue y sigue siendo causa de crisis económicas, políticas y sociales, acá y en muchos otros países (Grecia y Portugal, para citar los casos más conocidos).

 

Para las elecciones falta un año todavía, y es prematuro aventurar qué opción resultará más conveniente para las mayorías populares. Seguro que no será la derecha de JxC, cuyas recetas probamos amargamente durante cuatro años; pero tampoco puede serlo el actual gobierno, que aplica medidas que perjudican al pueblo y benefician a las grandes empresas.

 

Habrá que dejar de elegir el "mal menor" y animarse a construir algo mejor, nacional y popular de verdad, que enfrente a los monopolios y el FMI, y que no siga las recetas de la embajada yanqui de Marc Stanley, adonde lamentablemente acuden tantos gobernantes de ayer y hoy, políticos, jueces, empresarios y sindicalistas.

 

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