Miércoles 17 de abril 2024

Francia, en llamas

Redacción 05/07/2023 - 08.01.hs

La situación social en Francia no da tregua al gobierno de Emmanuel Macron. Los sindicatos lucharon durante meses contra la reforma previsional. Ahora la violencia escaló luego del asesinato de un joven hijo de inmigrantes, a manos de la policía.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

La pelea contra el ajuste en el sistema previsional generó una combativa reacción de los sindicatos y centrales obreras, que durante semanas ocuparon las calles con masivas movilizaciones para oponerse al aumento en la edad jubilatoria y en los años de aportes para acceder a ese beneficio social. Hubo enfrentamientos con la policía, escraches a entidades bancarias y al fondo buitre BlackRock, símbolo de capital financiero internacional y responsable en buena medida de los sufrimientos de los pueblos del mundo.

 

Sin embargo el gobierno del derechista Macron no cedió y la reforma fue aprobada a pesar de la masiva oposición popular.

 

Violencia policial.

 

A pocas semanas de aquellas manifestaciones sindicales, hoy Francia se encuentra envuelta en una ola de protestas que afectan a varias ciudades, comenzando por la capital, París. El detonante fue el asesinato de Nahel, de 17 años, en un control policial, cuando el joven fue detenido por agentes que lo golpearon en el rostro con sus culatas y ante la huida de joven, le dispararon provocándole la muerte. En Argentina, esos casos se conocen como “gatillo fácil” policial, como sucedió con el joven Blas Correa en Córdoba en 2020, por cuyo crimen fueron condenados 13 policías. Es la “doctrina Chocobar” que pregona la precandidata presidencial Patricia Bullrich.

 

En Francia, el policía que disparó a Nahel se encuentra detenido y acusado de homicidio voluntario, pero eso no calmó la indignación de vastos sectores juveniles que salieron a las calles a expresar su rechazo a una sociedad que los discrimina por su origen inmigrante y étnico-cultural.

 

Estas protestas no son un fenómeno nuevo en el país europeo ante la violencia de la policía hacia inmigrantes árabes y africanos. Si bien éstos son de nacionalidad francesa, sufren el racismo y la discriminación en ese país, considerado “desarrollado” pero profundamente desigual.

 

En 2005, hubo una situación similar cuando dos jóvenes de la periferia de París –los barrios conocidos como banlieue– murieron electrocutados mientras huían de una persecución policial. En aquel momento también se desataron violentas protestas en varias ciudades francesas.

 

En su momento, las Naciones Unidas advirtieron sobre los “profundos problemas de racismo” que existen en la policía francesa. Desde 1977 hubo 861 muertes en operativos policiales, la mayoría ocurridas en las periferias de París, Lyon y Marsella, tres de las ciudades más afectadas por las protestas de estos días.

 

Pero en esta ocasión la rebelión y la violencia se han extendido a decenas de ciudades, desde Nanterre, en los suburbios de París, donde fue asesinado el joven, hacia casi todo el territorio francés.

 

Discriminación y racismo.

 

El gobierno francés no quiere reconocer la gravedad de la situación, que se evidencia con el enorme operativo policial desplegado, que incluyó a 45.000 agentes. En las protestas sindicales contra la reforma previsional, fueron 12.000 policías los que salieron a reprimirlas, pero ahora la cantidad de agentes casi se cuadruplicó, una señal de la magnitud de las manifestaciones.

 

Si bien ahora saltó a raíz del asesinato de Nahel, el problema es mucho más profundo que la reacción a ese crimen. Los jóvenes que protestan en Francia tienen la nacionalidad pero la mayoría no se sienten franceses, no tienen un sentido de pertenencia respecto del país donde nacieron. Expresan una profunda frustración contra una sociedad que los discrimina y estigmatiza.

 

Macron tuvo que reunir un gabinete de crisis y sus ministros explicaron a la prensa las medidas a tomar invocando "la cohesión nacional como prioridad" y la “unidad de la República”.

 

Durante la primera noche de las protestas, la cadena informativa BFM publicó datos que revelan la gravedad de las mismas: 3880 incendios en la vía pública y 500 edificios públicos incendiados, entre ellos alcaldías, colegios y comisarías.

 

En algunas ciudades se decretó el toque de queda, desde las once de la noche hasta las seis de la mañana, sin circulación de transporte, para evitar más incendios de autobuses o tranvías.

 

Crisis social.

 

Esta crisis social muestra una profunda grieta en el país galo: enorme descontento de barriadas populares, que no se sienten integradas a la “sociedad francesa” y jóvenes que se reconocen en la identidad nacional y cultural de sus padres inmigrantes, ajenos adonde nacieron: Francia. No es solo un problema de integración étnica, sino también social, pues evidencia la enorme desigualdad del sistema capitalista, contra los trabajadores y jubilados, en el caso de la reforma previsional; y contra los jóvenes de los sectores populares, que sufren el desempleo y la pobreza, profundizado por la discriminación y el racismo contra los descendientes de inmigrantes.

 

Se suma a ello, el profundo rechazo a la policía, que reprime violentamente tanto las protestas sindicales como las juveniles. Los ataques a sedes gubernamentales incluidas comisarías expresan ese repudio a la institucionalidad francesa.

 

A esta situación de por sí muy grave, se sumó el accionar de grupos neofascistas, que atacan a los jóvenes manifestantes al grito de “Francia para los franceses”, consigna que cuenta con apoyo de otros sectores sociales, que desprecian a inmigrantes y sus hijos, incluso desconociendo la nacionalidad francesa de esos jóvenes.

 

El país se encuentra militarizado, con miles de agentes y gendarmes en las calles durante días y noches, con carros blindados y fuerzas de élite desplegadas por los barrios y el centro de ciudades, incluida la capital.

 

En medio de la crisis, Macron se niega a declarar el estado de emergencia, como le piden los sectores conservadores de su propio gobierno, que no tiene mayoría en la Asamblea. Intenta transmitir mensajes de “empatía” para no generar más fractura social de la ya existente y que esta ola de protestas ha dejado, una vez más, al desnudo.

 

No será la Comuna de París, pero ¡vaya si hay lucha de clases en Europa!

 

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