¿Ganaron o perdieron?
Aparte del obvio fracaso para la pareja gobernante y los primos Menem, los más golpeados fueron tres tránsfugas del peronismo que ahora visten de morado, luego de abandonar el amarillo: Bullrich, Cristian Ritondo y Diego Santilli.
POR Horacio Verbitsky
El gobierno de los Hermanos Milei pasó de celebrar con estrépito una victoria a advertir que había sufrido otra derrota, en ambas cámaras del Congreso y también en las calles. Los artículos del Presupuesto Nacional que más le importaban al Poder Ejecutivo fueron rechazados por una mayoría transversal, que se construyó en forma silenciosa y que tomó por sorpresa al oficialismo, cuyas risotadas de júbilo le impidieron escuchar esos movimientos subterráneos, en los que participaron legisladores con buenos amigos en otros bloques, sindicalistas y diputados sindicales, profesionales de la salud, familiares de personas con discapacidad, dirigentes políticos y sociales. En el Senado el tratamiento de la ley de precarización laboral se difirió hasta el 10 de febrero, cuando los libertarios terminaron de entender que tampoco allí los números les cerraban. El tono con que Patio Bullrich lo anunció, luego de un encuentro con el Presidente, fue de una llamativa mansedumbre, en contraste con la forma en que había atropellado al resto al abrir la cita de la comisión.
Bullrich volvió a presionar a los senadores para que reintrodujeran los artículos circuncidados del Presupuesto, pero tampoco lo consiguió. El proyecto voló a Diputados, sin modificaciones. Se proponen tratarlo en el recinto al día siguiente de Navidad. Si pudieran le introducirían cambios y lo devolveríán a Diputados. Ni siquiera descartan un DNU o un veto. El gobierno ha oscilado entre la rabieta de Milei, que llegó a decir que lo vetaría, a la concesión de recortar fondos de otro lado, porque es inocultable la resistencia social al desfinanciamiento de salud y educación. Todo bajo la mirada inquisitiva del FMI, los bancos y el Tesoro de Estados Unidos. Aparte del obvio fracaso para la pareja gobernante y los primos Menem, los más golpeados fueron tres tránsfugas del peronismo que ahora visten de morado, luego de abandonar el amarillo: Bullrich, Cristian Ritondo y Diego Santilli.
¿Brindis o resaca?
Una vez que quedó descartado el proyecto del gobierno en Diputados, el jefe del bloque oficialista, Gabriel Bornoroni, propuso sumar un tema fuera del orden del día: la designación de tres auditores para cubrir los cargos vacantes. De común acuerdo con varios gobernadores, los propuestos fueron la libertaria Rita Mónica Almada, la salteña sanzista Pamela Caletti y el camporista Juan Forlón, que aguardaban tras los cortinados, como en una escena shakespereana. Ritondo se opuso con su vozarrón cocobasilesco y, cuando advirtió que no podría romper el acuerdo cerrado a sus espaldas, ordenó el retiro de todos sus Procaces. Con la mayor calma, Bornoroni pidió que se votara la moción, que entonces no se aprobó por los dos tercios que pedía el reglamento, sino por unanimidad. La designación de los nuevos auditores fue aprobada por 186, con 3 abstenciones. Ritondo firmó entonces un comunicado rabioso del bloque PROcaz, en el que acusó a Martín Menem, quien luego de la votación les tomó juramento, de faltar a compromisos previos y amenazó con judicializar una decisión del Poder Legislativo. Ritondo consiguió que los principales diarios recordaran que en diciembre de 2001 Almada retiró de su cuenta en el Banco Ciudad, del que era directora, 315.000 dólares, horas antes de que el gobierno de Fernando De la Rúa impusiera el corralito. Debió devolverlos y fue cesada como directora. Pero eso no le mueve un pelo a los exterminadores de la casta.
Cuando De la Rúa se mudó hasta la Casa Rosada anunció que por austeridad vendería el avión presidencial, símbolo del despilfarro menemista, y lo reemplazaría por uno más modesto. La persona de mayor intimidad a quien le encargó la tarea fue Almada. Ella misma me confió entonces que su amigo le había ordenado: "Encargate de que no se pueda vender", lo cual le creó un dilema ético. La misión fue exitosa. Hasta su designación como auditora acompañó en el Ministerio de Economía a Luis Caputo.
Bornoroni no es un recién llegado ni carece de conexiones. Su candidato triunfante por LLA en las últimas elecciones, Gonzalo Roca, es primo hermano de Facundo Cortés Olmedo, ex presidente del Congreso cordobés de la UCR y actualmente ternado en el Consejo de la Magistratura para la Cámara Federal de Córdoba.
Alianzas y rupturas.
Esta semana ha vuelto a mostrar con nitidez dos rostros enfrentados de la Argentina. Pero ya no con los tironeos del empate hegemónico de las décadas que sucedieron al golpe de 1955. Entonces, los trabajadores tendían a aliarse con el sector industrial de la oligarquía diversificada, para pujar contra la fracción agropecuaria tradicional, que junto con el Episcopado Católico y los importadores de hidrocarburos impulsó el derrocamiento. Esa batalla por el ingreso nacional está hoy mucho más desequilibrada. La nueva oligarquía diversificada y transnacionalizada, ahora penetrada por las finanzas de Wall Street, está triturando lo que queda del modelo que alrededor de 1950 era el más integrado económica y socialmente de Latinoamérica. Se ha ido convirtiendo en una típica sociedad dual, con islas de sofisticación y consumo en un océano de privaciones, desesperanza y violencia, administrada por una clase política cuya corrupción fue el precio del abandono de las viejas convicciones. Esto abrió el camino para el kirchnerismo en 2003 y para los Hermanos Milei dos décadas más tarde, expresiones antagónicas del mismo hartazgo.
En sus habituales divagaciones discursivas, el Presidente de la Nación calcula en décadas lo que faltaría para que su política económica colocara a la Argentina entre los países más prósperos del mundo, sino el más. La decadencia y el fracaso los mide en un siglo. Pero a los efectos prácticos concentra sus andanadas en las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina, entre 2003 y 2015.
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, dirigido por el economista español Alfredo Serrano Mancilla, eligió el camino inverso: cotejó los resultados de aquella política con la situación actual, de acuerdo con 20 variables.
Estas son las veinte variables: la producción industrial, las empresas con trabajadores registrados, la deuda externa, el riesgo país, el despacho de cemento en el mercado interno, la inflación acumulada en los últimos 24 meses de gobierno, el índice de salarios reales registrados, el salario mínimo en dólares, la población bajo la línea de pobreza, la participación en la remuneración al trabajo asalariado, la brecha de ingresos entre quienes más y menos ganan, la desocupación, el subempleo, el gasto en electricidad como porcentaje del salario mínimo, las canastas alimentarias que compra la jubilación mínima, los boletos de colectivo que compra un salario mínimo,
las ventas de alimentos en supermercados, el consumo de carne vacuna,
los hogares que tomaron deuda en los últimos tres meses, la tasa de interés de los préstamos personales.
En todos y cada uno de estos rubros la situación es peor ahora que cuando terminó el segundo mandato de CFK. Serrano Mancilla, y la doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Cietes-UNRN Mariana Dondo, llaman a esos últimos diez años, "La década perdida", durante la cual gobernaron un periodo de cuatro años cada uno Maurizio Macrì y el Doctor Alberto Fernández, y medio periodo, los últimos dos años, los Hermanos Milei. En ese lapso, afirman, cayó la producción industrial, se redujo el número de empresas, se disparó la deuda externa, creció el riesgo país, aumentaron los precios, se redujo el salario real y también el mínimo, aumentó la pobreza, se derrumbó la participación de la remuneración de los trabajadores, se acrecentó la brecha de ingresos entre ricos y pobres, empeoró la desocupación y el subempleo, cada vez es más difícil afrontar el gasto básico en electricidad o transporte en base al salario, se desplomó el consumo de carne, bajó la venta de alimentos en supermercados, creció el endeudamiento de los hogares, subió la tasa de interés de los préstamos personales.
Los autores señalan que cada gobierno ha tenido una responsabilidad específica en lo sucedido, por decisiones adoptadas en distintas coyunturas. En cuestión de deuda externa, agregan, Macrì y Milei tienen una cuota elevadísima de responsabilidad, con un denominador común, que es el Ministro Luis Caputo. La jubilación mínima cayó con gran rapidez e intensidad durante el gobierno de Maurizio Macrì; Alberto Fernández las mejoró, pero no en gran medida; y Milei las terminó de hundir.
El Vivir Peor les parece el rasgo esencial de esta Década Perdida. Afecta al 95% de la población. Los que antes eran pobres, ahora están sin derechos y malviviendo afuera de los márgenes de la sociedad; los que llegaron a ser clase media, cayeron en la pobreza; los de clase media de toda la vida ahora están lidiando con no ser pobres; la clase media alta se ajusta gracias a su ‘colchón bank’; y los muy ricos son aún más ricos. Este nuevo reordenamiento social y económico viene de la mano del reordenamiento macroeconómico que se traduce en la financiarización, con endeudamiento externo y eterno, sin economía real productiva, sin soberanía, concluyen.
Por primera vez, esa nueva derecha con un representante político impredecible cumple su obra de demolición con un apreciable respaldo electoral.
Ni los Hermanos Milei esperaban tanto en octubre, en medio de una seguidilla de escándalos a repetición, con denuncias de narcotráfico, lavado de dinero y coimas, que siguen su curso judicial, aquí y en Estados Unidos. La investigación del fiscal federal Fernando Domínguez ha establecido vínculos entre un aquelarre y otro. La telaraña atrapa a los Hermanos Milei junto con el ex Presidente Maurizio Macrì, con el detenido en Estados Unidos Fred Machado, con el ex diputado José Espert, con los criptoestafadores Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy y con el proxeneta Miguel Calvete, su hija, su hermano y otros familiares.
Convertido en primera minoría parlamentaria, el gobierno confiaba en la muñeca del ministro del Interior Diego Santilli en sus negociaciones con los gobernadores que no integran lisa y llanamente el oficialismo. Así consiguió la media sanción de la Cámara de Diputados al presupuesto para 2026, pero no lo celebró.
Como no figuran en el Presupuesto porque se trata de transferencias discrecionales, sólo es posible repasar las versiones que recogieron distintos medios de buen trato con ambas puntas del diálogo. Oscilan entre 43 y 65.000 millones de pesos, entre Tucumán, Misiones, Chaco, Entre Ríos, Chubut, Salta, Río Negro, Neuquén y Santiago del Estero. La imprecisión se debe a la reserva oficial.
¿Cómo se compagina esta discrecionalidad con la implacable motosierra? Muy simple: los 43 ó 65.000 millones provienen de los 225.000 millones de aportes forzosos de todas las provincias al Estado nacional, que luego devuelve una parte a quienes desea que le sonrían en el recinto. Ese aporte está contemplado en el artículo 31 del presupuesto, que dio lugar a un blooper que compite por el primer lugar de la sesión. Le pidieron al presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda y miembro informante una precisión sobre la planilla anexa con la cifra de esos aportes. Miró con la expresión de quien escucha una sinfonía de Shostakovich. "Bertie Benegas Lynch está en bolas", certificó el presidente del interbloque peronista, Germán Martínez.
La artimaña de disponer que la votación en particular se hiciera por capítulos y no por artículos no dio resultado. Intentaba camuflar en el artículo 75 del Capítulo XI la derogación de dos leyes que el Congreso ya había votado no una, sino dos veces: la primera vez por la emergencia en discapacidad y el financiamiento de las universidades nacionales; la segunda para rechazar el veto que les aplicó Milei.
En general, 132 votos aprobaron el presupuesto, 97 se opusieron y 19 pidieron autorización para abstenerse. Pero solo 117 votaron el artículo 75, 123 lo rechazaron y 19 se abstuvieron.
El otro blooper, más risueño, lo protagonizó el diputado libertario correntino Lisandro Almirón, quien felicitó a Milei por haber incluido en el Presupuesto las obras del puente Corrientes-Resistencia y una serie de rutas, que según él desmienten la denuncia opositora de que el gobierno nacional paralizó todas las obras públicas. Con una sobriedad que a él mismo debe haberlo sorprendido, Martínez le informó desde su banca que lo que estaba leyendo era el dictamen de Unión por la Patria y le pidió ayuda para que el gobierno lo adoptara.
Mientras los diputados debatían, Milei celebraba su victoria con un grupo de acólitos en el streaming Carajo, y la Procuración del Tesoro apelaba ante la Cámara Federal de San Martín el fallo del juez federal de Campana Adrián González Charvay. La semana anterior González Charvay había declarado inconstitucional el decreto 681/25 que suspendió la aplicación de la ley de emergencia en discapacidad. El juez entiende que la Constitución republicana no permite subordinar la vigencia de una ley a un decreto presidencial, y lo consideró falaz, porque la propia ley permite la reasignación de partidas.
La furia de Milei estalló al terminar el jolgorio con sus amigos celestiales, cuando se enteró que el artículo 75 había ido a la papelera y que mientras se tramita la apelación, la ley queda en vigencia, para proteger a personas en situación de extrema vulnerabilidad.
El presupuesto con media sanción del Congreso parte de bases falsas. Prevé una inflación del 10,1% en el año próximo, cuando no hay analista, consultor u organismo internacional que no la estime en torno al 18%/19%. El PIB crecería el 5% para el gobierno, casi el doble de las evaluaciones de bancos, consultores y organismos. La cotización del dólar supuesta para diciembre de 2026 es de 1.493 pesos, cuando ahora, un año antes, ya supera esa marca. Esto implica absoluta discrecionalidad del Poder Ejecutivo para reasignar partidas. La subestimación del cálculo es una picardía que sistematizó Roberto Lavagna a partir de 2002 y continuaron los gobiernos posteriores.
Además, el Poder Ejecutivo necesitaba su aprobación, para asegurar que el FMI accediera a conceder un nuevo perdón a los incumplimientos del gobierno, redujera el riesgo crediticio del país y le permitiera refinanciar los próximos vencimientos en el mercado voluntario. Al anular el sistema de bandas los Hermanos Milei y sus mesadineristas en el Banco Central y el Ministerio de Economía inauguran una nueva etapa. No sólo cambio el ritmo de la modificación mensual de las bandas. Era de +1% y -1% por mes, y ahora se ajustará por el último índice de inflación registrado por el Indec, que desde hace siete meses está por encima del 2% y en constante incremento. Por completo ajeno a esta realidad, Milei anunció que a partir de agosto el índice mensual comenzará con cero. Ante cada contratiempo acude a otro pronóstico, con la sonrisa sobradora que su claque le festeja con aplausos y carcajadas.
También se invirtió la dirección y la lógica de esos cambios: ahora ambos porcentajes apuntarán al techo y ninguno al piso. Si bien la evolución de los salarios y la cotización del dólar son indicadores distintos, en la Argentina corren paralelos. La fórmula de contención inflacionaria que aplicó Israel fue el aumento de los salarios según el IPC previsto para el mes siguiente, mientras los sindicatos reclamaban que se ajustara por la inflación del mes pasado. La inflación se ralentizó, pero a expensas de los ingresos de los trabajadores. A partir de allí se desvanecieron las últimas fantasías de que el sionismo tuviera algún componente progresista, y comenzó la deriva que lo ha llevado desde los gobiernos centristas del Partido Laborista, a los reaccionarios de Begin y Sharon, y por último al ultraderechista de Netanyahu. No le llamaban batalla cultural, pero la libraban.
En el Congreso se pueden escuchar palabrotas como escribanía o romper las bolas, pero su funcionamiento, pese a sus demasiadas imperfecciones, diferencia el cuadro de una dictadura. No porque al gobierno le disgustaría, sino porque aún existe una oposición, sin cuya aquiescencia le faltan 34 votos para alcanzar la mayoría simple. Los guacamayos mediáticos se pasaron la semana previa sentenciando que el gobierno se había quedado sin oposición, que se había evaporado. El ministro Caputo aceptó que sin efectividades conducentes, todos los firuletes de Santilli no llevarían a nada. Pero el rechazo de todo el capítulo XI implica un engorro adicional para el gobierno, porque a último momento había arrojado a ese cajón de sastre la devolución de fondos sustraídos a la Capital Federal cuando Horacio Rodríguez Larreta era el gobernador y el Doctor Fernández el Poder Ejecutivo y las partidas para el Consejo de la Magistratura reclamadas por Rosatti. Milei amenazó con vetar su propia ley, si no consigue reintroducir el Capítulo XI en el Senado, para ratificarlo en su segunda vuelta por Diputados. Pero luego moderó su arrebato, y habrá que esperar para ver de qué color es el cisne que vuele la semana próxima.
Algo equivalente ocurrió en el otro recinto del Congreso, donde Bullrich daba por seguro que aprobaría sin dificultades y por amplio margen la ley de precarización laboral. El jueves, una enorme movilización multicolor copó la Capital, entre el Congreso y la Plaza de Mayo, y al mismo tiempo otras similares se expresaron en las mayores ciudades del país. La principal fue convocada por los nuevos triunviros de la CGT para rechazar el proyecto de ley sindical. Un rasgo notorio fue la dispersión de los manifestantes. En plena desconcentración, cuando el acto ya había concluido, grandes columnas ingresaban a la plaza o se aproximaban. También fue evidente la distancia que separó a los contingentes del Movimiento Futurista y del kirchnerismo. El viernes volvieron a encontrarse, en la reunión del Consejo Provincial del Partido Justicialista. Allí se decidió convocar a elección de autoridades partidarias para el 15 de marzo, y se amplió la nómina de apoderados y de integrantes de la Junta Electoral, para mejorar la representación futurista.
El proyecto laboral del gobierno emplea el molde de las reformas que intentaron con diversa suerte las dictaduras de los generales Pedro Aramburu, Juan Onganía, Alejandro Lanusse y Jorge Videla, y los Presidentes civiles Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa. Todos se inspiraron en las leyes de desnazificación que adoptó Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Estas partieron de un equívoco originario, al equiparar movimientos y gobiernos afines a las grandes empresas de países centrales, que guerrearon por el control del mundo y sus recursos, con un movimiento nacional y popular en un país que rompió los lazos de sumisión a las grandes potencias.
Lenin ya explicaba en escritos de la segunda y tercera década del siglo pasado la diferencia entre el nacionalismo opresor de las potencias centrales, y otro libertador en los países de la periferia que aún no se llamaba Tercer Mundo. Liberales como los tres Presidentes posteriores a la última dictadura, o estatistas sin saberlo como el actual, recitador de un libreto que no practica, tuvieron en común la identificación del peronismo con el atraso y la burocracia.
Dos de los tres flamantes triunviros rindieron homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, algo que hoy parece rutinario, pero que causó sensación la primera vez, cuando Saúl Ubaldini abrazó en la plaza a Hebe de Bonafini, en septiembre de 1983. Nadie militó con más ahínco para que la dirigencia sindical incorporara la conciencia de que los trabajadores fueron las principales víctimas de la represión que Victorio Paulón, el dirigente de la UOM preso y exiliado durante la dictadura, y directivo del CELS hasta su muerte. El triunviro Jorge Sola, del sindicato del vidrio, pronunció el mensaje más elaborado. Dijo que si el gobierno no retrocedía con su proyecto, la CGT avanzaría hacia un paro general, pero añadió que eso requiere una construcción política y un grado de organización que hoy no abundan.
El Kastismo.
Mientras Estados Unidos bloquea a Venezuela con parte de la flota nuclear más poderosa del mundo y reinstala su Ejército en la base ecuatoriana de Manta, José Antonio Kast llega a la presidencia de Chile con el apoyo de 6 de cada 10 votantes. Esto indica que lo que sucede aquí no es un fenómeno aislado. En todo el mundo periodistas, escritores, cientistas sociales y políticos tratan de entender las causas y prever cómo seguirá.
El historiador italiano Loris Zanatta afirma que "la incapacidad latinoamericana para autogobernarse es evidente y nada lo demuestra mejor que Venezuela. En este caso, la tan cacareada Patria Grande ha dado lo peor de sí. La crisis venezolana se ha gangrenado ante los ojos de todos con la complicidad de muchos: Lula y López Obrador, Kirchner y Morales, Mujica y Bergoglio, (que) en lugar de esforzarse por extirpar el absceso, lo han cultivado, mimado y justificado. Trump se encuentra ahora con un banquete servido en bandeja. ¿Por qué no vemos plazas llenas gritando fuera yanquis? Porque Maduro es indefendible".
Entre tantas cosas que no aborda, Zanatta ignora el caso de Boric, que repudió a Maduro y no obstante se llevó una pateadura electoral. Menos simplista, el escritor Jacob Savage sostuvo en su ensayo "La generación perdida" que el giro a la derecha entre los blancos jóvenes de Estados Unidos no se debe a las nuevas tecnologías, las ideas postliberales o alguna clase de disconformidad cultural con el progresismo. Es sobre empleos, oportunidades profesionales y la sensación de que les han cerrado la puerta en la nariz de profesiones de élite, de la academia al periodismo o el espectáculo. Los hombres blancos mayores dirigen esas instituciones y conservan sus empleos, sin ser amenazados por negros o mujeres. Además adhieren a los postulados morales del progresismo y se aseguran de que los efectos laborales caigan sobre las nuevas generaciones.
El caso chileno es el más llamativo. Boric llegó a la presidencia luego de dirigir el movimiento estudiantil y la rebelión masiva contra la alternancia en el gobierno de dos coaliciones de centro derecha y centro izquierda. Con movilizaciones y plebiscitos forzaron una reforma que acabara con la Constitución autoritaria de Pinochet. La Convención fue presidida por una intelectual mapuche. Pero el catálogo de derechos de tercera, cuarta y quinta generación que sancionaron fue rechazado en otro plebiscito, por un porcentaje similar al que ahora encumbró a Kast. En la Argentina también hay quienes atribuyen la emergencia de los Hermanos Milei a leyes como el aborto o el matrimonio igualitario. Sería mejor que estudiaran con atención el cuadro con las veinte variables de Serrano Mancilla. Vivir Peor. ¿Ganaron o perdieron los trabajadores, con las votaciones del miércoles, pero sobre todo desde que Cristina dejó el gobierno? Por algo será que solo la dejan salir al balcón o a la terraza, mientras se preparan las nuevas condenas para que nunca vuelva a cruzar la puerta, con la tácita ayuda de quienes le deben todo en política.
Artículos relacionados
