Jueves 25 de abril 2024

Julian Assange, perseguido por el imperio

Redacción 26/01/2022 - 01.03.hs

Julian Assange, creador del sitio de Internet WikiLeaks, enfrenta desde su prisión en Gran Bretaña un proceso de extradición hacia EEUU, donde lo espera un juicio por conspiración y espionaje.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

La publicación de secretos de Estado realizada por WikiLeaks en 2010, es considerada la más importante de la historia del periodismo. Fue una filtración de documentos clasificados sobre las guerras en Afganistán e Irak, y otros cables diplomáticos que comprometieron a EEUU y otros gobiernos del mundo "occidental y cristiano". Ello le valió a Assange una persecución judicial que lleva once años.

 

Maten al mensajero.

 

En una cruel paradoja de cómo funciona un mundo dominado por el imperialismo, la difusión de los crímenes de guerra cometidos por la principal potencia occidental en sus "guerras contra el mal", no significaron ninguna condena hacia su perpetrador sino para quien las hizo conocer.

 

En noviembre de 2010, los diarios de circulación internacional The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y El País, publicaron más de 250.000 documentos secretos que revelaron hechos que sucesivos gobiernos de EEUU pretendieron esconder bajo la alfombra de la "defensa de los derechos humanos" en el mundo.

 

Mientras critica a otros países como China, Nicaragua, Corea del Norte, Venezuela y Cuba, por supuestas violaciones a esos derechos, la Casa Blanca, en sus versiones republicana y demócrata comete los peores crímenes contra la humanidad, bajo el paraguas de una mentirosa defensa de la "democracia" al estilo (norte)americano.

 

Falsas acusaciones.

 

Assange fue acusado de presuntos abusos sexuales contra dos mujeres en Suecia, hechos por los cuales fue detenido en Inglaterra. En libertad condicional, y ante la inminente extradición a ese país, del cual sería a su vez llevado rápidamente a EEUU para ser juzgado por delitos contra la seguridad de esa nación, el australiano se refugió en la embajada de Ecuador, gracias al asilo que le brindó el entonces presidente Rafael Correa.

 

Permaneció en esa legación diplomática durante 7 años, hasta que Lenin Moreno, sucesor de Correa y traidor a su legado, le retiró la protección del estado ecuatoriano. Ello habilitó la detención en abril de 2019, por las fuerzas de seguridad británicas, quienes se lo llevaron en un espectacular operativo, bajo la acusación de haber violado su libertad condicional. Desde entonces Assange permanece en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, cerca de Londres, en aislamiento, lo cual ha agravado su estado de salud.

 

Extradición.

 

En base a su frágil condición, en enero de 2021, la jueza Vanessa Baraitser negó la extradición peticionada por el fiscal James Lewis, en representación del gobierno de EEUU. El fallo se fundamentó en que el preso corría riesgo de suicidio y que el Estado norteamericano no ofrecía garantías en cuanto a las condiciones de su detención.

 

Sin embargo, en diciembre pasado, un Tribunal de apelación británico anuló la resolución de la jueza Baraitser y habilitó la extradición del australiano, aceptando las garantías ofrecidas por EEUU. Aseguró que la detención no sería en aislamiento y se respetarían sus derechos a recibir visitas y correspondencia. Como no podía ser de otra manera, el gobierno de Biden hizo reserva de que esa situación cambiaría, si el preso hiciera "algo" que agravara su situación. Un anticipo de lo que podría sufrir Assange si fuera extraditado, teniendo en cuenta la ferocidad de la persecución que se está llevando en su contra.

 

Ese fallo fue calificado por la esposa y madre de los dos hijos del fundador de WikiLeaks, la abogada sudafricana Stella Morris, como "peligroso y equivocado". Por ello, junto con el ex juez español Baltasar Garzón, coordinador de la defensa de Assange, interpusieron una nueva instancia de apelación.

 

Apelación.

 

Ese recurso fue aceptado el 24 de enero, pues se alegó que las garantías ofrecidas por los EEUU en relación a las condiciones de su detención en ese país, se presentaron en forma tardía, recién en octubre de 2021 y no al momento de solicitar la extradición. Es una formalidad que dependerá de la voluntad política del principal aliado del gobierno norteamericano. Hasta ahora ha demostrado que seguirá adelante con el pedido de extradición, cuyo último resorte estará en el Ministerio del Interior.

 

Los mismos jueces del Tribunal que el pasado 10 de diciembre dieron visto bueno para la entrega de Assange a EEUU, Ian Burnett y Tim Holroyde, aceptaron el proceso de apelación de la defensa, al reconocer que su caso puede merecer examen del Tribunal Supremo, máxima instancia judicial británica.

 

"Salvar a Assange".

 

El abogado paraguayo y Premio Nobel Alternativo Martín Almada, hizo un llamamiento para salvar la vida de Assange, en declaraciones a la agencia cubana Prensa Latina. "La salud quebrantada en la injusta prisión y su reciente accidente cerebral, determinan acciones excepcionales", expresó Almada, quien fue el responsable de la publicación de los archivos del Plan Cóndor. Esos documentos reservados demostraron, luego de 15 años de investigación, la coordinación de las dictaduras latinoamericanas, bajo mandato directo del Departamento de Estado, para combatir a los movimientos de liberación en la región.

 

Almada conoce muy bien de qué se trata pues él mismo sufrió persecución, prisión, torturas y exilio. El abogado paraguayo ha resaltado la enorme contribución de WikiLeaks a los derechos humanos en el mundo, al hacer públicos los crímenes cometidos por los EEUU en diversas partes del mundo, así como el papel de sus embajadas en diferentes países del mundo.

 

En Argentina, el periodista Santiago O´Donnell denunció en su libro ArgenLeaks, la relación de dirigentes políticos y funcionarios judiciales, como "asiduos visitantes" de la embajada de EEUU en Buenos Aires. Entre ellos figuraban el fiscal Alberto Nisman y el actual presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa.

 

Si Assange es extraditado podría ser condenado hasta 175 años de prisión. El mundo, no sólo periodístico, debe evitarlo.

 

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