Jueves 06 de noviembre 2025

La izquierda, un muerto que goza de buena salud

Redacción 06/11/2025 - 00.24.hs

POR JOSE ALBARRACIN

 

El aplastante triunfo del candidato autodenominado "socialista demócrata" Zohran Mamdani como alcalde de la ciudad de Nueva York, representa un hecho político monumental, que -en conjunto con otras elecciones llevadas a cabo el martes- ponen en jaque la supuesta hegemonía con la que el presidente Donald Trump venía avasallado al país, sus habitantes y sus instituciones. Que haya ganado un socialista en el distrito donde se asienta Wall Street, la meca del capitalismo moderno, ya es motivo de sorpresa. Tanto más, que el triunfador profese la fe musulmana, en un lugar donde, menos de un cuarto de siglo atrás, el ataque a las Torres Gemelas desató la más fuerte ola de islamofobia de la historia. Si a eso le sumamos el lugar de nacimiento de Mamdani (Uganda), su corta edad de 43 años (desde 1892 no se elegía un alcalde tan joven) y el hecho de que la mayoría de los norteamericanos tiene dificultades para pronunciar su apellido, la victoria se torna épica.

 

Loser.

 

Se da así el escenario más temido para Trump, quien se había encargado de demonizar al candidato demócrata acusándolo de "comunista", y adelantando que no habría ni un dólar de fondos federales para su ciudad natal si Mamdani resultaba electo. Y es que el presidente de EEUU teme a la derrota -y el consecuente mote de "perdedor"- más que a la peste.

 

La derrota llegó, y no pudo ser más completa. El ganador llegó al 50,4% de los votos, superando al 41,6% de Andrew Cuomo, el ex gobernador del estado de Nueva York echado por corrupción, al que Trump apoyaba pese a que también es del Partido Demócrata (el candidato republicano, Curtis Sliwa, apenas arañó un 7,1% del total).

 

A los resultados de Nueva York se suman los batacazos demócratas de Nueva Jersey, donde ganó la demócrata Mikie Sherrill como gobernadora; de Virginia, donde ganó otra mujer (por primera vez en ese estado), Aigail Spanberger; en Detroit, donde se impuso otra mujer como alcalde (Mary Sheffield); y en Cincinnati, donde Aftab Pureval logró la reelección como alcalde, como hicieron también Corey O'Connor en Pittsburgh y Andre Dickens en Atlanta.

 

Para ser un partido supuestamente en estado de shock, al que se le reprochaba su escasa resistencia al avance autoritario del actual gobierno republicano, han demostrado una sorprendente presencia electoral con miras a las elecciones de medio término del año entrante. Y a propósito de eso, el gobernador californiano Gabin Newsom logró aprobar su nuevo mapa electoral, que podría representarle al Partido Demócrata unos cinco diputados más en el próximo Congreso.

 

Masivo.

 

A todos los récords alcanzados por Mamdani (primer alcalde musulmán electo en la ciudad) debe sumarse el de la extraordinaria concurrencia de votantes, en un país donde el voto no es obligatorio, y de hecho existen leyes que hacen cada vez más complicado su ejercicio por parte de minorías raciales y sociales. Los dos millones de sufragios prácticamente duplicaron la participación electoral de hace cuatro años atrás, cuando fue electo otro corrupto favorito de Trump, el también demócrata Eric Adams.

 

No es un dato menor que buena parte de esos nuevos votantes sean jóvenes, atraídos por el carisma del candidato socialista y sus sencillas propuestas en favor del ciudadano de a pie. A Zohran se lo suele designar, en forma pretendidamente despectiva, como "socialista de las cloacas", porque esa es la tradición del municipalismo de izquierda en EEUU: fueron los socialistas quienes a comienzo del siglo XX construyeron la infraestructura urbana en varias ciudades, obra que, por supuesto, nunca sería encarada por el sector privado. Aquellas comunas socialistas de un siglo atrás, como la de Chicago, recuerdan un poco a las de la Santa Rosa de los años 20 y 30, que sembraron las bases de la ciudad moderna y alentaron el nacimiento de la Cooperativa Popular de Electricidad, entre otros logros populares.

 

Lejos de ocuparse de proyectos cosméticos o de rediseñar los barrios ricos del sur de Manhattan, la propuesta central del ganador fue la de garantizar el acceso a la vivienda a los neoyorkinos, mediante una serie de medidas que incluyen la construcción de edificios de departamentos a precios accesibles. "Esta ciudad les pertenece a ustedes", les dijo a sus seguidores en su discurso triunfal, haciendo alusión al proceso de "gentrificación" que ha hecho subir los precios de los inmuebles y expulsar a los trabajadores de amplias zonas de la ciudad.

 

Desafío.

 

Mamdani tuvo unas palabras para el presidente Trump, gran derrotado de la jornada, hablando en nombre de todos los neoyorkinos a los que éste pretendió extorsionar: "Para atacar a uno solo de nosotros, tendrá que pasar por encima de todos nosotros". Y es que Trump venía tomando una serie de medidas decididamente antipopulares, comenzando por la encarnizada persecución a los inmigrantes, hasta, en estos últimos días, el desfinanciamiento del programa SNAP, que a través de las denominadas "food stamps" provee acceso a alimentos a la población más desfavorecida.

 

Es el propio desbande del Partido Demócrata -con la salvedad de los progresistas Bernie Sanders y Alexandra Nicasio Cortez, que hicieron campaña fervientemente- que se debe la sorpresa ante este triunfo. La verdad es que las encuestas hablan de un nivel de popularidad muy bajo de Trump, y las dos marchas bajo el lema "No Kings" (no queremos reyes) alcanzaron una masividad que no se veía desde los combativos años '70.

 

De modo que, si estas elecciones son un indicador de algo, es de que la izquierda está muy lejos de haber sido sepultada, y que la política todavía puede movilizar a los excluidos y los agredidos por estas políticas regresivas. Basta con presentar candidatos frescos, con ideas nuevas, que conecten con los problemas principales de la gente y le propongan soluciones, en un lenguaje claro y alejado de la endogamia partidaria.

 

Todo bien con los candidatos de glorioso pasado, con las sienes plateadas por las nieves del tiempo. Si se pretende que los jóvenes dejen de votar a la ultraderecha, hay que mostrar un poco de energía.

 

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