La Pampa, única provincia sin sitio en “Convención Ramsar”
El respeto por el medio ambiente y la interacción entre sus componentes ha sido una de las características del último siglo transcurrido. La humanidad (aunque no toda, por cierto) parece haber comprendido que el concepto del hombre como “rey de la creación” y por tanto sujeta esta a sus intereses, no ha sido más que un mito de circunstancias, que se deteriora en la medida que aumenta la población y se aprovechan sin control los recursos naturales.
Esto ha llevado a la revalorización de muchos de los componentes de la naturaleza, entre ellos los humedales.
Ese enfoque, esa tendencia, tomó cuerpo institucional el día 2 de febrero de 1971, en la ciudad iraní de Ramsar, cuando se concretó el tratado de importancia internacional relativo a la conservación y uso racional de los humedales, conocido actualmente como “Convención Ramsar”, que reúne a más de 150 países.
Una definición explícita acerca de qué es un humedal dice que se trata de “una zona de tierra, generalmente plana, cuya superficie se inunda de manera permanente o intermitente.? Al cubrirse regularmente de agua, el suelo se satura, quedando desprovisto de oxígeno y da lugar a un ecosistema híbrido entre los puramente acuáticos y los terrestres”, palabras que hablan por sí mismas en cuanto a la singularidad e importancia de estos accidentes geográficos, tenidos en menos hasta un tiempo atrás.
En otras palabras, “los humedales resultan vitales para la vida humana y constituyen uno de los entornos más productivos del mundo y son cuna de diversidad biológica y fuentes de agua y productividad primaria, de las que innumerables especies vegetales y animales dependen para subsistir”.
Uno de los mayores.
Nuestra provincia tiene uno de los mayores humedales del país el que, para más, se ubica sobre la porción argentina de la Diagonal Arida Sudamericana, quebrando esa franja desértica y dando lugar a una vinculación entre la región Central y la Patagonia.
El adjetivo mayor se justifica: esa franja de humedales, alimentada por los ríos Atuel y Salado Chadileuvú, se extiende a los largo de unos 300 kilómetros, desde el sur de la provincia de Mendoza hasta el sureste pampeano. El ancho es variable, aunque rara vez inferior a los 10 kilómetros.
Puede considerarse que se trata de un único cuerpo, de unos 4.500 kilómetros cuadrados de superficie, que, por la influencia de las mahuidas, aparece interrumpido y en un cauce unificado durante un tramo de unos 50 kilómetros para expandirse nuevamente en una formación similar, caracterizada en este sector por la presencia de muy grandes lagunas que originalmente desaguaban en el río Colorado a través del Curacó y le daban a la enorme cuenca carácter de exorreica.
Es sabido que nuestra provincia reivindicó desde siempre los ríos Atuel y Salado apropiados por las provincias arribeñas, que con su aprovechamiento absolutamente inconsulto fueron deteriorando los cursos que alimentaban la formación. Acaso la visión pampeana no le prestó la atención debida a esa franja acuosa que, considerada desde el punto de vista humano, tenía una enorme importancia económica y poblacional que se evidencia claramente en las crónicas históricas y geográficas desde hace un siglo y medio. Ese proceder contrasta abiertamente con el que han tenido, y tienen, el resto de las provincias del país en cuanto a sus humedales: La Pampa es la única provincia de Argentina en la que no hay ningún sitio que figure en la “Convención Ramsar” cuando, paradójicamente, cuenta con un humedal de varios miles de kilómetros cuadrados.
El fallo de la Corte Suprema sobre el litigio por el Atuel (ese fallo que Mendoza, increíblemente, se niega a cumplir) hace mención indirecta de esas grandes superficies aguanosas cuando habla de la recuperación del ambiente, aunque con los caudales asignados a nuestra provincia relativamente poco es lo que se podría recuperar.
Enfoque global.
En las políticas de recursos hídricos que han venido sosteniendo las sucesivas administraciones provinciales la significación de los humedales fue quedando postergada por la importancia documental de los ríos apropiados por los arribeños, de los que eran consecuencia, si bien algunas organizaciones no gubernamentales –caso de la Fundación Chadileuvú, abordaron el tema centralmente y, lo que es más importante, produjeron y difundieron mapas documentados.
Se puede pensar que agregar al problema de los ríos el de los humedales puede ser una dispersión de esfuerzos, tanto técnicos como políticos, pero también aquí el enfoque global es imprescindible y a medida que se avanza en su estudio se comprenden mejor las razones de la “Convención Ramsar” y la necesidad de que La Pampa deje de ser la única provincia argentina que no determina y protege sus humedales en el nivel internacional.
Dr. Walter Cazenave
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