Sabado 23 de marzo 2024

La pelea por las candidaturas

Redacción 10/05/2023 - 08.02.hs

Mientras el gobierno del Frente de Todos no puede bajar la inflación, en la alianza opositora Juntos por el Cambio se sacan los ojos, no tanto por el programa de gobierno sino por las candidaturas.

 

IRINA SANTESTEBAN

 

“No los une el amor sino el espanto”, es un dicho muy popular, que cuaja muy bien en la política, donde se han visto alianzas entre fuerzas políticas otrora enemigas acérrimas. Elisa Carrió era muy crítica de Mauricio Macri, pero terminó en la alianza Cambiemos que lo erigió como presidente entre 2015 y 2019, y todavía permanece en ella.

 

Esa coalición, hoy llamada Juntos por el Cambio, tiene una interna feroz, centrada en las elecciones presidenciales, y en los comicios de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Es una pelea que se da no solo entre el PRO y sus aliados de la UCR, sino también al interior de la fuerza que fundó Macri. Este ya no ejerce el liderazgo de antaño, y hoy está enfrentado al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, quien está en plena carrera presidencial, contra la otra precandidata, Patricia Bullrich.

 

En la CABA, Macri pretende imponer a su primo Jorge como candidato a suceder a HRL, pero este sostiene a Fernán Quiroz, actual ministro de salud de la ciudad. A su vez, se anota en esa competencia el ex ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner, Martín Lousteau, un radical con espacio propio (Evolución).

 

Con o sin Espert.

 

Como si fuera poco esa interna, el líder del espacio liberal-derechista “Avanza Libertad”, José Luis Espert, pretende ingresar a la alianza, y competir en las PASO. Hasta ahora no ha definido si como precandidato presidencial o a gobernador de Buenos Aires. Mientras la mayoría de los dirigentes de Juntos por el Cambio saludan el ingreso de Espert, Patricia Bullrich se opone. Ella pretende que el liberal defina antes si va a competir en una u otra elección, pues no lo quiere en la presidencial, ya que le saca votos a su propia candidatura. Claro, ambos comparten la misma posición de “mano dura” contra la protesta social, el ajuste feroz contra quienes perciben planes sociales, la suba de tarifas y un nuevo endeudamiento con el FMI, entre otras medidas tan favorables al empresariado y contrarias a los sectores populares. Espert fue el que amenazó al líder piquetero Eduardo Belliboni con “cárcel o bala”, fascista al mango!

 

Sin Milei.

 

En lo que sí parecen haberse puesto de acuerdo en JxC es en no promover una alianza con La Libertad Avanza, de Javier Milei, de quien hablamos en nuestra anterior columna (ver LA ARENA, 26/04/2023). Este se ha centrado más en su candidatura presidencial, envalentonado con las encuestas que le han dado algunos números favorables, aunque ha tenido resultados decepcionantes en las elecciones provinciales recientes.

 

La propuesta de Milei de “dolarizar” la economía ha sido rechazada por JxC, que la ven como un “dislate”, ya que implicaría un tipo de cambio de 3.000 pesos por dólar, en el mejor de los casos, aunque algunos economistas dicen que podría llegar hasta 10.000 pesos por dólar. Semejante devaluación del poder adquisitivo de los ingresos provocaría un desastre social, que podría tener consecuencias impredecibles, que a ningún gobierno le conviene, ni siquiera a esta derecha que pretende volver. La situación en la Francia de Emmanuel Macron es un espejo en el que nadie quiere mirarse. Las movilizaciones en el país galo contra la reforma previsional, que aumentó dos años la edad para jubilarse, son masivas y cada vez más combativas.

 

En el abanico de la derecha, la figura de Milei es más afin a Macri y Bullrich que a Rodríguez Larreta.

 

Ajuste feroz.

 

Esa pelea fuerte está centrada en las candidaturas, porque en el programa que tienen pensado aplicar si son gobierno, ahí tienen muchos acuerdos. En todo caso, difieren en los tiempos, lo que también supone una diferencia política táctica.

 

La propuesta de esta derecha es clara: mayor ajuste fiscal, nuevas privatizaciones, reducción del gasto público, quita de subsidios y planes sociales, reforma laboral y previsional, suba de tarifas, eliminación de retenciones al campo y menores impuestos al empresariado, con nueva deuda con el Fondo Monetario Internacional.

 

Para Bullrich eso debe hacerse enseguida, “al galope” dijo hace unos días. En cambio para Rodríguez Larreta esas medidas no pueden aplicarse de golpe, sino que hay que planificar a largo plazo, fijar objetivos y en ese camino sancionar las leyes que hagan falta. El jefe de gobierno porteño pretende mostrarse más como estadista, frente a la política de “shock” que plantea Bullrich.

 

Tanto en el Foro del hotel Llao Llao de Bariloche, como en la Cámara de Comercio Argentino Norteamericana (AmCham), en eventos con grandes empresarios, ambos dirigentes desplegaron sus programas, que fueron música para esos oídos. Sobre todo, con la promesa de reforma laboral, que plantea sustituir la indemnización por despido por un seguro, y reforma previsional. Plantean eliminar la moratoria previsional recientemente aprobada en el Congreso para 800.000 personas, en sintonía con los “consejos” del FMI.

 

Tanto Larreta como Bullrich coinciden en aplicar un fuerte ajuste fiscal para alcanzar "déficit primario cero en el primer año mediante la baja del gasto público". Ello implica reducción drástica de programas sociales (no solo planes Potenciar Trabajo sino también la Tarjeta Alimentar) y quita de subsidios, lo que conlleva una fuerte suba en las tarifas de servicios públicos, más aún de lo que las aumentó Sergio Massa. Estas y otras medidas afectarán los ingresos de las familias, sobre todo de las más pobres, muchas de las cuales apenas sobreviven con ingresos provenientes de programas sociales. Si hoy la pobreza es del 40 por ciento, con un programa como el que promete Juntos por el Cambio, ese índice será mucho más alto.

 

Lo bueno de todo esto es que ya no prometen, como Macri en 2015, “pobreza cero” y que “no vas a perder nada de lo que ya tenés”. Lo están diciendo con toda claridad: vienen por las pocas conquistas que le quedan a la clase trabajadora y a los sectores populares, con especial hincapié en las personas jubiladas y pensionadas.

 

El problema es que desde esos mismos sectores, luego del desencanto que produjo el actual gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa, hay un vuelco o mayor simpatía hacia esas propuestas reaccionarias, aún cuando serán los máximos perjudicados. Sería como pegarse un tiro en el pie o directamente en el corazón.

 

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