Viernes 26 de abril 2024

La seriedad del fondo, la liviandad de la forma

Redacción 16/07/2023 - 12.48.hs

"El vértigo es algo distinto del miedo a caerse. Es la voz del vacío debajo nuestro, que nos tienta y nos seduce, es el deseo de caerse, contra el cual, aterrorizados, nos defendemos". Esta hermosa definición proviene de "La insoportable levedad del ser", la novela más importante de Milan Kundera, quien, por cierto, acaba de encontrarse con "el vacío debajo nuestro": falleció el martes pasado en París, a los 94 años de edad.

 

Disidente.

 

Las últimas tres décadas había perdido relevancia como escritor, pero hubo un período, en la década de los años ochenta, en que casi no se podía caminar por la vereda sin encontrarse con un libro suyo, o una película basada en sus ficciones.

 

Eran otras épocas, claro está. En plena guerra fría, el personaje Kundera tenía el atractivo histórico de ser un disidente del campo comunista, un intelectual que llegaba a Occidente para contar las penurias de los checoslovacos de a pie ante la rigidez soviética. En su pedigree figuraba el dato curioso de que había sido expulsado no una, sino dos veces, por el Partido Comunista checo, proveniendo como provenía de la generación que vivió la famosa "Primavera de Praga" de 1968.

 

Pero no era meramente un personaje, con todo lo atractivo que podía ser, con su irreverencia, su humor mordaz, y ese aire aristocrático que parecen cultivar sus compatriotas. Era un escritor de nota, dueño de una inventiva muy vivaz, y capaz de enlazar como nadie las complejidades de las relaciones interpersonales con la reflexión política.

 

Críticas.

 

Sus novelas no escatimaban escenas de sexo, lo cual le provocó más de una crítica. Él se defendía diciendo que "una escena de amor físico genera una luz de extrema potencia, que en un instante revela la esencia de los personajes y resume su situación vital". Después de todo, como también solía decir, el afecto mutuo entre dos personas no puede medirse meramente por la cantidad de palabras que intercambian.

 

Más complicadas, en realidad, eran las críticas a lo que desde el feminismo se percibía como misoginia. Y, ciertamente, podía ser impiadoso y hostil hacia sus personajes femeninos, pero tampoco dejaba de reflejar también el desastroso comportamiento de los hombres hacia ellas.

 

En su primera novela, "La broma", el personaje central decide vengarse de un viejo enemigo, seduciendo a su mujer. La golpea durante el sexo, y luego la abandona, diciéndole que no la quiere. Enterado del asunto, el esposo ni se inmuta, ocupado como está con una amante joven. La pobre esposa/amante abandonada finalmente decide suicidarse, con tanta mala suerte que las píldoras que ingiere para consumar el hecho resultan ser laxantes.

 

Ciertamente, Kundera no podía ser acusado de una excesiva indulgencia hacia sus personajes, sobre todo femeninos. Hoy un párrafo semejante le hubiera valido una "cancelación" no muy distinta a las de Stalin, y quizá se lo mereciera. Pero acaso por haber sufrido la represión del otro lado, se le perdonaban estos problemitas de conducta.

 

Crítico.

 

Menos conocido es su trabajo como crítico y ensayista. Es excelente su libro "Los testamentos traicionados", donde dedica un merecido homenaje a dos compositores suyos, el escritor Franz Kafka y el compositor clásico Leos Janacek, a quien congratula por la auto-inmolación que representó componer una ópera íntegramente cantada en idioma checo, que por supuesto estaba destinada al fracaso.

 

Por cierto, el propio Kundera también era músico, como su padre, y durante sus años de desempleo en Praga solía despuntar el vicio de tocar el piano en clubes de jazz. Habrá compartido esas noches con otros checos no menos célebres como Jan Hammer o Miroslav Vitous.

 

Entrevistado por Paris Review -una excelente revista dedicada a dilucidar el proceso creativo de los grandes escritores- comentó: "La ambición de mi vida ha sido unir la más extrema seriedad en el contenido, con la más extrema liviandad en la forma. La combinación de de una forma frívola con un objeto serio inmediatamente desenmascara la verdad sobre nuestros dramas, tanto los que ocurren en la cama como los que se desarrollan en el gran teatro de la historia: son horriblemente insignificantes. Así es como experimentamos la insoportable levedad del ser".

 

Podrá acusarse este pensamiento de posmoderno. Pero la verdad es que Kundera, con su literatura, le dio un lugar en el mundo a su pequeño y hermoso país, un poco como hicieron los escritores del "Boom" latinoamericano.

 

PETRONIO

 

Foto: gettyimages.es

 

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