Domingo 11 de mayo 2025

Las cosas nuevas (Rerum novarum)

Redacción 11/05/2025 - 11.31.hs

"Elegí el nombre de León XIV por varias razones, pero principalmente porque el papa León XIII, en su histórica encíclica Rerum novarum, se ocupó de la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial. En nuestros días, la iglesia ofrece el tesoro de su doctrina social, en respuesta a una nueva revolución industrial, y a los avances en el campo de la inteligencia artificial, que representan un peligro para la defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo". León XIV

 

Se atribuye a Jorge Luis Borges la frase según la cual la trayectoria de una vida puede parecer, en tiempo real, el dibujo de un laberinto, o de un camino sin dirección alguna; pero cuando llega el final, y se mira hacia atrás, se descubre que la persona que dibujó esa línea no ha hecho otra cosa que escribir su propio nombre. Esto viene a cuento del nuevo Papa elegido esta semana, y las infinitas especulaciones que se han hecho sobre cómo será su gestión, si continuará la de su antecesor, o marcará un retorno a la ortodoxia vaticana. La verdad es que es muy temprano para saberlo. Sabemos poco de Robert Prevost, y menos aún de las circunstancias que le tocará atravesar, de los desafíos que enfrentará.

 

Nombre.

 

De momento, lo que hay es una clave provista por el nombre que eligió: León XIV. Que, por supuesto, nada tiene que ver con el simbolismo que se ha dado a ese animal felino en el folclore político argentino de los últimos tiempos (como sugiere un espantoso meme publicado desde la cuenta oficial de la Presidencia). Si algo dice el nombre de un Papa nuevo es quién es el predecesor a quien busca seguir y honrar.

 

Han pasado más de ciento veinte años desde el último León papa, que llevaba el número XIII. Y vaya si esa referencia provee de claves: se trata, tan luego, del pontífice que inauguró la así llamada "doctrina social de la iglesia" con la encíclica "Rerum novarum" ("De las cosas nuevas", en latín).

 

Publicada el 15 de mayo de 1891 (esta semana cumple un nuevo aniversario), el texto se titulaba, en realidad, "De conditione opificum", esto es, "Sobre la situación de los obreros", y venía a dar una respuesta desde la religión a la nueva problemática social planteada por la revolución industrial, pero también, paralelamente, al surgimiento del socialismo, que el papado veía con no poca preocupación por su prescindencia de lo religioso.

 

Si se molestaran en leerla, en la Casa Rosada se sorprenderían de saber que en esa encíclica tan antigua la iglesia católica toma partido a favor de los sindicatos, de la intervención estatal en las relaciones económicas entre empresarios y trabajadores, y, en definitiva, abraza la adopción de un sistema que algunos designan "distributismo", y otros directamente mencionan como "justicia social", ese derecho consagrado en la Constitución argentina a la que el actual presidente considera una "aberración".

 

Partido.

 

Es la "Rerum novarum" la que terminaría sirviendo como programa electoral de los partidos demócratas cristianos que tanto auge tendrían durante el siglo XX, y que alcanzarían el poder en lugares como Italia y Chile. Entre nosotros, si bien existió un partido con ese nombre, la verdad es que el máximo exponente de esta ideología fue (se advierte al lector sobre el populismo explícito de la siguiente expresión) el peronismo.

 

No es un dato menor que León XIII pertenecía a la orden de los franciscanos, que ponen el énfasis en el voto de pobreza. Su clara intención era revertir el creciente alejamiento de la religión observado en las clases trabajadoras, que con acertado instinto percibían a la iglesia como un pilar del orden conservador y como defensora de los privilegios de los ricos.

 

La encíclica venía a defender a las organizaciones gremiales no desde una postura vanguardista, sino como apelación al modo de organizar el trabajo anterior a la revolución industrial: "Disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores", rezaba.

 

Qué lejos están estas palabras de la novísima teoría esbozada esta semana por el presidente argentino, quien se permitió especular con que el hecho de que los trabajadores "venden su trabajo al empleador a cambio de dinero" refutaría la idea de explotación de los asalariados. Hasta se permitió sugerir que serían los trabajadores los que explotan al capital. Ni los antiguos sofistas se habían animado a tanto.

 

Obrero.

 

En la que fue su encíclica número 38, León XIII se pronunciaba sin tapujos a favor de la dignidad humana de los trabajadores, y contra su esclavización. Y, también, a favor de la necesaria intervención del Estado en la sanción e imposición de normas en materia de higiene y seguridad industrial, descanso semanal, y limitación de la jornada laboral.

 

Italiano de nacimiento, le tocó a este Papa lidiar con el proceso de la unificación italiana, que vino no exento de un sentimiento anticlerical. Vivió hasta los 93 años, y el suyo fue uno de los papados más extensos, que mantuvo a fuerza de astucia y diplomacia.

 

Lo que para él entonces eran "cosas nuevas" lo siguen siendo hoy para nosotros, que vivimos con el intento restaurador de la derecha recalcitrante, que pretende precarizar nuevamente el trabajo y, como en una novela de Charles Dickens, imponer jornadas laborales inacabables, esclavizando a los trabajadores con el cuento de que son, en realidad, emprendedores.

 

Mientras tanto, los ricos son cada vez más ricos (y los pobres, consecuentemente, paupérrimos). Harían bien en releer la "Rerum novarum", en particular, aquel párrafo en que les advierte: "Quedan avisados los ricos de que las riquezas no aportan consigo la exención del dolor, ni aprovechan nada para la felicidad eterna, sino que más bien la obstaculizan" mientras proponía "imponer temor a los ricos de las tremendas amenazas de Jesucristo y de que pronto o tarde se habrá de dar cuenta severísima al divino juez del uso de las riquezas".

 

PETRONIO

 

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