Martes 13 de mayo 2025

Macri-Bullrich: no siempre los caudillos mueren de pie

Redacción 13/05/2025 - 00.17.hs

La ministra de Seguridad firmó su pase a LLA repitiendo su habitual cambio de camiseta. La caída de Ficha Limpia complicó aún más la relación de amarillos y violetas.

 

Por Ricardo Ragendorfer*

 

El ejercicio del periodismo político en los medios audiovisuales -saturado por panelistas e invitados de ocasión- no se destaca por su excelencia. Sin embargo, a veces, su fortaleza está depositada en la gestualidad de los rostros. De hecho, la de Silvia Lopennato por TN, al anoticiarse en vivo de que la polémica ley de Ficha Limpia -su gran apuesta proselitista cómo primera candidata del PRO en las elecciones legislativas de la Ciudad- acababa de ser rechazada en el Senado, fue un gran momento de la televisión argentina. Pero no el único en estos días.

 

Tanto es así que la expresión facial de Mauricio Macri, al acudir bajo los efectos de un somnífero que le hinchaba los párpados, entorpeciéndole también los reflejos, a un programa del canal de Infobae, para expresarse sobre la reciente afiliación de Patricia Bullrich, su otrora alfil de cabecera, a La Libertad Avanza (LLA), ilustró una circunstancia histórica: nada menos que el posible fin de su carrera política (aunque eso quizás no fuera aún percibido por todos como tal).

 

No está de más abordar el ya remoto comienzo de este asunto. A principios de 1995, el Banco Extrader, cuyo directorio lo capitaneaba Marcos Gastaldi, había colapsado de modo escandaloso. Entre los perjudicados por ello resaltaba Franco Macri, quien en aquella ocasión perdió 10 millones de dólares. Lo cierto es que los había depositado por consejo de Mauricio, amigote del polémico financista.

 

Meses después, cuando fue elegido presidente de Boca, Franco lo llamó por teléfono para expresarle sus congratulaciones. Y en esa ocasión, se permitió una ironía cargada de recelo:

 

-Eh, Mauricio, que esto no nos salga tan caro como lo de Gastaldi.

 

Nadie entonces pudo imaginar que aquel tarambana de personalidad insípida se convertiría, con el paso del tiempo, en el líder de un partido que lo proyectó -con dos mandatos consecutivos- como jefe de la metrópoli más importante del país y que desde dicho cargo supo despejar su camino hacia la presidencia de la Nación, bajo la bandera de la “nueva política”, cifrada en una suerte de rebelión hacia a la dirigencia tradicional.

 

Ya se sabe que la señora Bullrich se pegó a él como un chicle a la suela de un zapato. Y que así forjaría su propio destino de grandeza. Claro que él no llegó a intuir que en aquella mujer estaba la semilla de su -todavía lejana- destrucción.

 

Trama.

 

En este punto es necesario saltar hacia el 22 de octubre de 2023. Durante la noche de aquel domingo, tras la victoria de Sergio Massa en la primera vuelta electoral, fue rápidamente reconfigurada la estrategia de LLA para el balotaje. Era el inicio de una trama shakesperiana en clave de comedia, cuyos efectos, a raíz del triunfo de Javier Milei en la segunda vuelta, terminarían por atropellar lealtades que parecían indestructibles.

 

Horas antes, en el búnker de Juntos por el Cambio, una desencajada Bullrich asistía al estrepitoso desplome de su sueño presidencialista, al obtener apenas el 23% de los votos. Ese momento quedó inmortalizado en una foto donde se la ve abrazada con intenciones de consuelo por el bueno de Macri, sin que ella sospechara que, en realidad, su jefe político había apostado por Milei. Tal imagen, que incluía los rostros demudados de otras estrellas partidarias, parecía pintada por Goya.

 

Ya de noche, Macri miraba afanosamente su reloj. La escena transcurría en su quinta de Acassuso. A su lado, Milei permanecía en silencio, mientras su hermana Karina, no sin una sonrisa de oreja a oreja, dialogaba con Juliana Awada. En eso sonó el timbre. Y Macri enfiló hacia la puerta, segundos antes de que se oyera su voz:

 

-¡Acá está la montonera!

 

-Sí, la que tira bombas en los jardines- completó la recién llegada.

 

La expresión de Patricia era entre sombría y expectante. Fue cuando Milei se puso de pie para ir a su encuentro. Entonces, dijo:

 

-Uh, qué mal que estuve. Perdón, perdón, me equivoqué.

 

-Yo también- contestó ella.

 

Ambos entonces se fundieron en un largo abrazo. Conmovedor. Ahora era Mauricio quien sonreía de oreja a oreja. A los postres llegaron otros ilustres personajes: Cristian Ritondo, Diego Santilli, Néstor Grindetti y Luis Petri.

 

El acuerdo con el diablo quedó sellado. Entre otros logros, Macri obtuvo seis ministerios para sí, en caso, obviamente, de triunfar Milei en el balotaje. Y a Patricia la endulzaron con un cargo “a designar”. Aquel negociado pasó a la posteridad con un nombre pomposo: el “Pacto de Acassuso”.

 

Hasta horas después de la victoria libertaria del 19 de septiembre, todo funcionó armoniosamente, siendo Macri el héroe de la cuestión. Al fin y al cabo, su hazaña fue haber trasvasado a Milei el grueso de los votos obtenidos por Bullrich cuatro semanas antes.

 

Su fineza estratégica era resaltada sin disimulo por propios y ajenos. El tipo pasó a ser considerado la reencarnación misma de Maquiavelo. Pero se trataba de un Maquiavelo fallado. Lo cierto es que él no demoró mucho en comprenderlo.

 

El 20 de noviembre, tras una reunión con Milei en el Hotel Libertador, salió con cara de pocos amigos. No era el de siempre. Luego viajaría a los Emiratos Árabes para atender sus responsabilidades en la jefatura de la Fundación FIFA. Fue allí donde se enteró del nombramiento de Bullrich como ministra de Seguridad. Y durante una llamada que le hizo desde Dubai, le gritó:

 

-¡Te cortaste sola! ¿No habíamos quedado en que absolutamente todos los nombramientos tenían que pasar por mí?

 

-Vos ya no sos el presidente. El presidente es Milei. Y él me convocó.

 

Dicen que el diálogo concluyó con un intercambio de insultos. Así fue el primer paso del quiebre entre ambos. Un quiebre que demoró 15 meses en completarse con la afiliación de Bullrich a LLA.

 

Pero, si bien a raíz de sus servicios ministeriales ella ya era considerada una libertaria de pura cepa, este salto terminó por privar al ya exiguo bloque del PRO en la Cámara Baja de los 12 diputados que le responden. De modo que el espacio creado por Macri quedó -al menos en el aspecto parlamentario- herido de muerte.

 

Y con el agravante de que, en paralelo, el turbio mar de fondo que hubo en el desplome de la Ficha Limpia terminó por dinamitar su vínculo con Milei.

 

Pues bien, volvamos al programa del canal de Infobae, donde a Macri le mostraron un video de Bullrich, dedicándole a él la siguiente frase: “Yo le diría a Mauricio que apoye el cambio con todo. Se lo diría de corazón”. Por toda respuesta, él forzó una risita nerviosa, antes de soltar:

 

-Bueno, cuando alguien apela al corazón, debe al menos tener corazón…

 

Su cara era para alquilar balcones. ¡Pobre tipo! Había caído tarde en la cuenta de que la travesía de Bullrich desde un extremo al otro del arco ideológico no fue resultado de un imaginario cambiante sino de un ideal que ella mantuvo a lo largo de toda su existencia; la acumulación de poder, cueste lo que cueste, siempre como ladera del ganador de turno y a través de una sustitución escalonada de traiciones. No siempre los caudillos mueren de pie. (* para tiempoar.com.ar)

 

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