Jueves 08 de mayo 2025

Otra afrenta contra la soberanía argentina

Redacción 08/05/2025 - 00.21.hs

El hecho constituye una flagrante violación de convenciones internacionales y de la soberanía territorial argentina. El episodio es el último acto en una grotesca comedia signada por la torpeza de autoridades nacionales.

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un comando militar estadounidense ingresó en la embajada argentina en Caracas, y procedió a la "liberación" de cinco dirigentes de la oposición política venezolana, para luego trasladarlos a los EEUU, donde se encuentran actualmente, tras 412 días de gozar de asilo diplomático. La noticia fue anunciada por el propio secretario de Estado (ministro de Relaciones Exteriores) de Washington, Marco Rubio, quien se refirió al operativo como una "precisa operación" que llevó al "exitoso rescate de todos los rehenes mantenidos por el régimen de (Nicolás) Maduro". Aunque no es esperable una protesta al respecto desde la Cancillería argentina, el hecho constituye, a no dudarlo, una flagrante violación de varias convenciones internacionales, y de la soberanía territorial argentina; aunque el episodio no sea más que un último acto en una grotesca comedia de enredos signada por la torpeza y la ignorancia de las autoridades nacionales.

 

Asilo.

 

Los cinco opositores, Pedro Urruchurtu, Magalli Meda, Humberto Villalobos, Claudia Macero y Omar González, habían solicitado asilo al gobierno argentino el 24 de marzo de 2024, en medio del proceso electoral que desembocaría en las polémicas elecciones presidenciales del 28 de julio siguiente. Argentina concedió ese asilo, en lo que representó honrar una tradición centenaria. No obstante, durante esos meses iniciales, en lugar de requerir la salida del país, los asilados llevaron adelante, desde el complejo diplomático nacional -que abarca unos 12.500 metros cuadrados- lo que el New York Times ha calificado como "la más efectiva campaña electoral" seguida en contra del oficialismo chavista.

 

Desde luego, esta conducta no sólo representa una violación a las reglas del asilo diplomático por parte de los involucrados: también implicó, de parte de nuestra diplomacia, una intolerable inmiscusión en la vida política interna venezolana, a lo que no ayudó en nada, desde luego, la encendida retórica con la que el presidente argentino atacó a su par venezolano, Nicolás Maduro.

 

Es cierto que este último tampoco estuvo a la altura de las circunstancias, respondiendo con insultos no menos impropios, y que su gobierno cometió luego actos injustificables, como la instalación de un operativo de seguridad frente a la embajada, y hasta el bloqueo de los servicios público básicos como el agua potable y la electricidad, comprometiendo derechos humanos básicos de los residentes.

 

Lo cierto es que, pocos días después de las elecciones, Caracas ordenó la expulsión de los diplomáticos argentinos y su retorno a Buenos Aires, momento a partir del cual debió ser el gobierno de Brasil quien tomara a su cargo el control y funcionamiento de la sede diplomática argentina en Caracas. Tan luego Brasil, cuyo presidente Lula da Silva también había sido objeto de los insultos procaces del actual ocupante de la Casa Rosada.

 

Soberanía.

 

Todo este conflicto tuvo lugar en momentos en que ocupaba la Cancillería argentina una funcionaria sin la mas mínima preparación para el cargo, tanto es así que cuando tuvo ocasión de realizar un viaje diplomático a China -destinado a negociar la continuidad del préstamo de divisas denominado "swap"- se permitió bromear, con inocultable racismo, que "todos los chinos son iguales".

 

Pero no era la única ignorante en una administración que, en su fanatismo ideológico, parece no haber internalizado el concepto de soberanía nacional. Un principio básico del derecho internacional que involucra no sólo el territorio dentro de los límites geográficos, sino muchos otros espacios, que abarcan también las delegaciones diplomáticas y los vehículos en los que se transportan nuestros embajadores y funcionarios por el mundo. Tal el caso del avión presidencial, bien que su rol se vea degradado, últimamente, por su continua ocupación para viajes de parranda, plagados de tarotistas, maquilladoras y en general, gente malentretenida.

 

Si hubiera un poco de dignidad en la actual administración, ya se hubiera hecho escuchar una protesta por la violación de territorio argentino en Caracas. Pero qué puede esperarse de un presidente que, ante la visita de una militar norteamericana de alto rango, en lugar de recibirla en su protocolo oficial, viajó hasta Tierra del Fuego sólo para obtener su saludo.

 

El único consuelo posible es que, comparada con otras intervenciones militares de Washington en Latinoamérica -como la que derivó en el derrocamiento y muerte de Salvador Allende en Chile, 1973- esta parece haber sido bastante incruenta, aún cuando no se conocen detalles concretos del operativo.

 

Caracas.

 

El operativo norteamericano, a su vez, no está exento de claroscuros. No deja de ser irónico semejante despliegue e inversión para llevar a los EEUU a cinco venezolanos, cuando miles de sus compatriotas, residentes en aquel país, están siendo sumariamente deportados por la administración de Donald Trump, en algunos casos, para terminar en las mazmorras de El Salvador. Tampoco le hará mucha gracia la noticia a las familias de los -al menos- diez norteamericanos que permanecen detenidos por el gobierno venezolano, a la espera de ser liberados como moneda de cambio.

 

Según la ONG Foro Penal, unas 900 personas permanecerían detenidas en Venezuela por causas vinculadas a la elección presidencial del año pasado, que culminó con Maduro proclamando su victoria y, de hecho, manteniéndose en el poder, mientras el candidato opositor Edmundo González optó por refugiarse en España.

 

Muchos países -entre ellos Argentina- se negaron a reconocer el resultado electoral, aduciendo la falta de presentación de las actas electorales que lo respaldaran. Resulta difícil pronunciarse al respecto a la distancia, pero si el propio Lula da Silva expresó su queja ante la conducta del gobierno de Caracas, con el que siempre mantuvo una relación cordial, evidentemente la situación no es normal.

 

A todo esto, Argentina continúa con las relaciones cortadas con ese país hermano, del que ha recibido una gran oleada de migrantes en los años recientes. Sean cuales fueren las críticas que puedan formularse a aquel gobierno, claramente con el diálogo cortado, las posibilidades de influir positivamente han desaparecido. Pero, claro, para que haya diálogo sería necesario contar con funcionarios profesionales, dedicados y adultos.

 

'
'