Sabado 05 de julio 2025

Por qué la tecnología está retrocediendo

Redacción 25/08/2024 - 16.55.hs

Vivimos en un mundo complejo, desigual, y crecientemente peligroso. No podemos darnos el lujo de evitar entenderlo, aunque sea parcialmente. La buena noticia es que todavía existe, en este planeta, gente que piensa. Que lee y que piensa, ya que la lectura es el prerrequisito para la elaboración de los argumentos. Está el israelí Yuval Harari, con su método de análisis macrohistórico. Está el esloveno Slavoj Zizek con su histriónico cóctel de marxismo y psicoanálisis. Está, por supuesto, el francés Thomas Pickety, con sus monumentales estudios sobre la macroeconomía y la desigualdad. Y últimamente aparece una nueva estrella en ese firmamento de grandes pensadores, y desde el lugar más insospechado: con su formación en economía y administración, su talento para el piano y el jazz, su interés en la historia del arte y la industria de la cultura, el norteamericano Ted Gioia es una voz fresca e incisiva.

 

Retro.

 

Desde su página en Substack -lugar por excelencia para la resistencia de la buena escritura en internet- viene sosteniendo desde hace un tiempo que la actual marcha de la tecnología humana no apunta al progreso, sino al retroceso. Según él lo ve, estaríamos entrando en un período histórico que no vacila en calificar como una suerte de neo-romanticismo.

 

Gioia sostiene que esta declinación tecnológica comenzó hace aproximadamente una década, y se aceleró durante la pandemia.

 

Y una primera razón para este fenómeno, de corte bien filosófico, no puede ser más sorprendente: las nuevas tecnologías, en lugar de ocuparse de la verdad y la realidad, están intentando suplantarlas con mímica y fantasía. Se ha abandonado el camino de Newton y Einstein, que trataban de entender la realidad, incluso medirla.

 

En cambio, los CEOs de las actuales compañías tecnológicas intentan crear su propio universo (o multiverso, o ciberespacio) y forzarnos a vivir allí. Sus inversiones, de miles de millones, apuntan a la inteligencia artificial y a la realidad virtual, en lugar de al mundo real. Lo falso ahora prevalece sobre lo auténtico.

 

Falso.

 

Esto ha producido una multiplicación del engaño, de la estafa. Falsas noticias, fotos trucadas, cadenas de correos y mensajes dudosos, intentos de timarnos a través del celular. Para Gioia, esta proliferación no es un efecto secundario de la tendencia a lo virtual y la fantasía: es lo esperable. Los chicos usan inteligencia artificial en sus exámenes del colegio, porque viven en un mundo de noticias falsas, canciones falsas, imágenes y videos falsos.

 

Esos chicos -todos nosotros, en realidad- no son los verdaderos consumidores. Son el producto que se les vende a los avisadores, a los accionistas de estas grandes compañías. La gratuidad de internet alguna vez se concibió como un principio altruista, casi hippie: hoy sabemos que todo lo gratis se paga algún día, y ese día ha llegado. Aquella ilusión de comunidad hoy se ha disuelto entre las garras de los enormes monopolios como Google, Amazon y Apple.

 

Estas compañías gastan fortunas en espiarnos e influenciarnos. No les interesan nuestros deseos como consumidores: lo que buscan es imponernos su propia agenda de consumo. Y es esa falta de consideración del estímulo que produciría el respeto al consumidor lo que está provocando la decadencia de la tecnología.

 

No es de extrañar entonces que cuando todo es un recurso, las personas y el medio ambiente sean atrozmente explotados. En realidad esto ya lo había predicho Martin Heidegger, hace setenta años, en su ensayo "La cuestión concerniente a la tecnología", donde advertía que la visión tecnológica veía a todo el mundo como un recurso a explotar.

 

Posmo.

 

Gioia se encarga de responsabilizar a buena parte de los filósofos de la segunda mitad del siglo XX, los cultores del llamado "posmodernismo", por su tendencia a reemplazar, como eje de sus estudios, la verdad por el poder. Para ellos, el conocimiento no era más que una cortina de humo para ocultar las relaciones de poder (Foucault dixit). Pero en lugar de criticar y desmantelar estos abusos, estos pensadores comenzaron a replicarlos en beneficio propio. En un mundo donde los filósofos son maquiavélicos, ¿qué cabe esperar de los patrones de las empresas, de los políticos?

 

Otro punto interesante que marca este pensador, es que en el pasado, eran los gobiernos los que controlaban la tecnología de punta, como los vuelos espaciales o la energía nuclear; pero como tales, debían responder a sus ciudadanos: las actuales mega compañías privadas no se consideran obligadas a perseguir el bien común (aunque, claro, reciban enormes beneficios impositivos y subsidios para engordar sus plataformas de negocios).

 

Sentados sobre una tecnología que fue creada por el sector público (¡hasta la internet fue un desarrollo del gobierno de EEUU!) los actuales mandamases no le responden a nadie por sus actos. Ni siquiera a sus accionistas. Hoy es posible cambiar un gobierno, hasta todo un régimen político, pero despedir a Mark Zuckerberg es imposible. Porque, entre otras cosas, la riqueza que han amasado los vuelve más poderosos que muchos estados nacionales: por eso Elon Musk se cree con derecho a desafiar a Lula da Silva.

 

Acumulan tanto poder, que se desentienden del mundo real, y adquieren conductas e ideas cada vez más extravagantes. Creen que su dinero les puede proporcionar la vida eterna -e invierten sumas obscenas en desarrollos médicos estrafalarios- o acaso un hogar en Marte al que huir cuando hayan completado la destrucción del planeta Tierra.

 

Sin embargo, los políticos que dicen representarnos se la pasan chupándole las medias a estos tecnócratas. Nunca los investigan ni los cuestionan, y se la pasan cambiando las reglas de juego para favorecerlos (¿gusta un RIGI, Mr. Musk?).

 

Por cierto, no todo es tan negativo en el pensamiento de Gioia. De hecho, él sostiene que los individuos, en tanto "creadores de contenido" y consumidores finales, están en las dos puntas del sistema, y tienen un poder inconmensurable para frenar estos abusos. Y, por cierto, nunca hay que descartar la posibilidad de que esta gente que nos oprime enloquezca del todo.

 

PETRONIO

 

Foto: andystalman.com

 

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