Martes 01 de julio 2025

¿Quíén le pone el cascabel a Google?

Redacción 15/08/2024 - 10.22.hs

Un joven jurista detalló en su fallo la enorme variedad de recursos por los cuales Google ha venido direccionando a los usuarios de internet para usar su "motor de búsqueda".

 

JOSE ALBARRACIN

 

Un juez de Estados Unidos acaba de dictaminar, en una detallada sentencia de 277 carillas, que Google es un monopolio, que acapara el sistema de búsquedas en internet, y que para mantener esa posición dominante no ha dudado en ejercer prácticas ilícitas que perjudicaron y perjudican a la competencia y a los consumidores. La resolución no está firme (la compañía de Silicon Valley ya anticipó que la apelará) pero en cualquier caso, de confirmarse en las instancias superiores, representaría un necesario hito en la regulación de los negocios que las compañías más importantes del mundo vienen perpetrando en esa tierra común que es la internet, virtualmente sin control alguno.

 

Búsquedas.

 

El juez Amit Mehta, un joven jurista, detalla en su fallo la enorme variedad de recursos por los cuales Google ha venido direccionando a los usuarios de internet para usar su "motor de búsqueda": un algoritmo que permite, con la introducción de palabras clave, encontrar los sitios de internet donde se encuentra la información buscada por el usuario. Estos recursos incluyeron el inflado artificial de los precios de la publicidad (fuente principal de recursos de la firma) y la vinculación monopólica con fabricantes de teléfonos celulares para inducirlos a usar ese motor de búsqueda (asociación directa en el caso de Samsung, pago de decenas miles de millones de dólares anuales en el caso de Apple).

 

El fallo no se extiende sobre otras conductas de Google que bien podrían considerarse monopólicas, o que aún de no serlo, representan daños graves a los derechos de los consumidores. Tal es el caso de su servicio Youtube, que hoy por hoy ostenta una posición dominante en la circulación de videos por internet, y que ha adquirido una dimensión inusitada por cuando resulta ser la plataforma a través de la cual se emite el contenido de los nuevos medios de comunicación audiovisuales, por fuera de los sistemas de licencias radioeléctricas.

 

Otro punto de conflicto con los consumidores es la aptitud de las aplicaciones de Google para espiar a sus usuarios, rastreando sus ubicaciones, escuchando sus conversaciones, y un sinfín de otros recursos destinados a crear perfiles de consumidores y bombardearlos con publicidad no deseada.

 

¿Y ahora?

 

En setiembre comenzarán las audiencias destinadas a establecer de qué modo se resolverá la situación monopólica que el juez ha descripto con tanta contundencia. Si las medidas que se adopten no son contundentes, el meduloso fallo podría quedar en la triste categoría de una expresión de deseos, o a lo sumo de una bonita pieza académica, un poco como ocurre con el fallo dictado por la Corte Suprema argentina en el caso del Río Atuel.

 

Google se defiende asegurando que son los consumidores quienes le dieron a su motor de búsqueda el rol preeminente que hoy tiene. Y es cierto que, 20 años atrás, el algoritmo de esa empresa logró imponerse, por su simplicidad y efectividad, a otras opciones como Yahoo o Altavista, que terminaron languideciendo. No menos cierto es que, hoy por hoy, la experiencia de los usuarios en la búsqueda de información se ha vuelto cada vez más frustrante, sobre todo por la presencia intrusiva de publicidad y la pérdida de precisión en los resultados y su ordenamiento.

 

Por otra parte, Google se ha lanzado a la fabricación de sus propios teléfonos celulares (la marca Pixel, que hoy tiene un 5% del mercado en EEUU) y está incursionando fuertemente en el terreno de la inteligencia artificial, campos éstos en los que su posición dominante le asegura ventajas considerables.

 

¿Cuál sería la mejor manera de no sólo sancionar a Google por sus conductas ilícitas del pasado, sino también crear un marco adecuado para el florecimiento de nuevas opciones para los usuarios? Resulta difícil dar con una respuesta, por la permanente novedad y el dinamismo de internet.

 

AT&T.

 

El experto Tim Wu (ex asesor del National Economic Council en materia de competencia) sugiere que el antecedente de la compañía telefónica AT&T, a mediados del siglo pasado, podría ser una guía para poner en caja a estos monstruos de Silicon Valley.

 

Aquel caso se resolvió en 1956, cuando el Departamento de Estado le impuso a esa compañía la prohibición de ingresar en el negocio de las computadoras, y la obligación de licenciar gratuitamente las más de siete mil patentes comerciales que había aquilatado durante su esquema de negocio monopólico. Esto permitió el nacimiento de toda una generación de nuevas empresas que desarrollaron la industria de la computación y de los semiconductores, base para los actuales negocios de internet.

 

Wu sostiene que aquel caso -y el de Bell System, otra compañía del grupo AT&T, en 1984- permitió el cambio generacional que implicó el advenimiento de Google, Apple y el resto de las actuales estrellas de Wall Street. En comparación, pone por ejemplo la industria de la aviación, donde no se tomaron medidas antimonopólicas contra Boeing y Lockheed -sobre todo para contrarrestar a la europea Airbus- derivando en los frecuentes problemas de fabricación de esos aviones, con el consecuente peligro para la seguridad de los usuarios.

 

No se advierte cómo podría lograrse la puesta en caja de Google sin obligarla a desinvertir, y perder el control tanto sobre su motor de búsqueda Chrome, como del sistema Android que actualmente emplean casi todas las compañías de teléfonos celulares (excepto Apple). Y, para evitar problemas a futuro, debería obligársela también a compartir sus enormes desarrollos y recursos en el campo de la inteligencia artificial. ¿Estarán dadas las condiciones para imponer semejantes restricciones a una de las tres empresas más grandes del mundo?

 

'
'