Sin virtud y sin fortuna
Un consenso recorre la Argentina política: el gobierno de Milei deberá cambiar su estrategia; si continúa por esta vía será muy difícil que termine su mandato. Tras la goleada electoral bonaerense y la avalancha de votos parlamentarios, la debilidad de la gestión libertaria se volvió visible para propios y extraños.
¿Podrá Javier Milei rectificar el rumbo económico y político con las mismas tácticas políticas y decisiones económicas? Aferrarse a su frase de cabecera “todo marcha de acuerdo al plan”, cuando el contexto económico y político resulta realmente adverso ¿será una estrategia adecuada para recuperar centralidad política y apoyo popular- ciudadano?
Siempre resulta oportuno citar a Nicolás Maquiavelo. El pensador florentino era un estudioso de política en tiempos renacentistas, y describió como nadie la naturaleza política de líderes y pueblos. ¿Qué sugiere Maquiavelo en ese texto excepcional, El Príncipe, 26 capítulos cortos lleno de historia y sabiduría? Para él, la virtud y la fortuna son dos pilares sobre los que se asienta el pensamiento político occidental. Por virtud Maquiavelo entiende el momento subjetivo del Príncipe: todo aquello que el líder puede realizar (o no) durante su vida política. Por fortuna, el genial florentino también describe el contexto del líder, su momento objetivo, cuando las condiciones externas juegan un rol fundamental pero estás ajenas a su liderazgo.
Sin embargo, ambos momentos no son asimilables: según Maquiavelo, si bien el libre albedrío del líder ocupa cuantitativamente el 50% de sus acciones, la fortuna, a la que muchas veces cita como “Diosa Fortuna”, vale “la otra mitad, o más”.
Especialistas en Maquiavelo discuten por qué el maestro no ofreció una definición más nítida de la Virtud, lo cual sí hizo con la Fortuna. Quentin Skinner acerca una respuesta precisa: la considera un “conjunto de cualidades capaces de hacer frente a los vaivenes de la fortuna, de atraer el favor de la diosa…”. Así Skinner deja claro que el dominio de la fortuna resulta la cualidad más importante del Príncipe.
“Los tiempos y negocios cambian…. de manera que un gobernante que no cambie su modo de proceder se verá obligado tarde o temprano a vérselas con la mala suerte”, aventura. Profético, el florentino advierte sobre la importancia de una “flexibilidad” política frente a coyunturas difíciles, y la escasa eficacia de aferrarse a la “estrategia de siempre”.
Como los tiempos cambian siempre (sin excepción), reitera, si el líder pudiera cambiar su naturaleza a la par de ellos, “la fortuna no cambiará”, de modo que el príncipe triunfador será siempre “quien adapta su modo de proceder a la naturaleza de los tiempos”.
¿Qué hará Milei? ¿Insistirá como caballo rumbo a la meta con agachar su cabeza y seguir hacia adelante aunque la fortuna no está a su favor? ¿Logrará cambiar a tiempo e interpretando los caprichos de la diosa virar de acuerdo al nuevo escenario? ¿Podrá el presidente, que a veces parece un primer mandatario que no sólo quiere ganar, sino y, sobre todo, tener razón, desideologizarse en pos de un mejor escenario electoral de cara a octubre? (Por Mariano Fraschini, extractado de El Destape)
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