¿Solo provocaciones?
El mensaje de Navidad de Donald Trump fue muy claro sobre la estrategia geopolítica para su segundo mandato, aunque como suele suceder en los medios, fue tomado para la sorna.
Sin embargo, quizás fue la manifestación más sincera -aunque no digerible- desde que el empresario inmobiliario decidió encaminar sus pasos hacia la Casa Blanca, hace ya una década. En resumidas cuentas, amenazó con recuperar el canal de Panamá, incorporar a Canadá como estado numero 51 y comprar Groenlandia. ¿Son sólo provocaciones o hay algo detrás? Vayamos por partes.
“Feliz Navidad a todos, incluidos los maravillosos chinos, que están trabajando amorosa pero ilegalmente en el Canal de Panamá (donde perdimos 38.000 personas cuando se construyó hace 110 años), mientras se aseguran de que Estados Unidos gaste miles de millones en ‘reparaciones’ sin tener absolutamente nada que decir sobre nada”, posteó el 25 de diciembre en su propia red social. Luego chicaneó al primer ministro canadiense, llamándolo “gobernador” y agregó que si Canadá fuera el estado 51, “los impuestos se reducirían en más de un 60%, todas las empresas duplicarían inmediatamente su tamaño y los canadienses tendrían la mayor protección militar del mundo”. Para completar, dijo que por razones de seguridad nacional, Estados Unidos necesita a Groenlandia “¡y allí estaremos!”.
¿Respuestas? Para el presidente panameño, José Raúl Mulino, “cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente pertenece a Panamá y seguirá siendo así. La soberanía e independencia de nuestro país no son negociables”.
Justin Trudeau, el primer ministro canadiense, guardó silencio. Una semana antes en un encuentro en Mar a Lago Trump ya lo había llamado gobernador y antes, había dicho que impondría aranceles del 25% para combatir el ingreso de fentanilo.
El primer ministro groenlandés, Múte Inequnaaluk Bourup Egede, respondió: “No estamos a la venta y nunca lo estaremos. No perderemos nuestra larga lucha por la libertad”.
Michel Chossudovsky, fundador del Global Research, una ONG con base en Montreal, recupera el Plan Rojo de Guerra Conjunto del Ejército y la Marina de EE UU de 1930, que se proponía la invasión de Canadá. Aprobado por el presidente Herbert Hoover, fue actualizado por Franklin Roosevelt al estallar la II Guerra. Los que estudiaron el caso esa vez fueron el general Douglas MacArthur y el coronel Dwight Eisenhower. Pero había un plan anterior, de 1866, en la presidencia de Andrew Johnson, para ocupar territorios que limitaban con la “América rusa”. El Canal de Panamá también tiene lo suyo. Su construcción fue iniciada en 1881 por el empresario francés Ferdinand de Lesseps, que ya había construido el Canal de Suez. Los acuerdos fueron firmados con Colombia, ya que el istmo era parte de su territorio. Pero Estados Unidos le hizo la vida imposible al emprendedor, incluso judicialmente, y el proyecto quedó trunco hasta que Washington se garantizó la propiedad a perpetuidad de la vía, en 1904. Es que a esa altura Panamá se había “independizado” de Colombia. Milagros de la diplomacia. En 1977, el presidente Omar Torrijos firmó con Jimmy Carter un documento que devolvía la soberanía sobre el canal a partir de 1999. Contra eso quiere ir Trump. (Por Alberto López Girondo, extractado de Tiempo Argentino)
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