Domingo 28 de abril 2024

Un avance en la salud pública

Redacción 31/08/2023 - 08.42.hs

La implementación de esta herramienta representa un verdadero giro copernicano en el abordaje sanitario, que estará centrado no en el evento que motiva la atención médica, sino en el paciente como una integralidad.

 

JOSE ALBARRACIN

 

En un año electoral, en el cual la actividad legislativa suele reducirse considerablemente -y, a veces, incluso, producir resultados contraproducentes como la media sanción a la reforma en la ley de alquileres- ha pasado injustamente desapercibida una novedad normativa -basada en una ley de 2009- que viene a brindar una herramienta valiosa para la salud pública: la instauración, a nivel nacional, de la Historia de Salud Integrada (HSI). A partir de este año, todos los argentinos tendremos nuestros datos médicos almacenados en un único repositorio digital, al que -con la debida preservación de la confidencialidad de esos datos sensibles- podremos acceder, personalmente o a través de nuestros prestadores de salud autorizados, a la totalidad de nuestro historial sanitario. El sitio web ya está habilitado (https://hsi.pladema.net/) como así también los manuales de uso.

 

Giro.

 

Se trata de un verdadero giro copernicano en el abordaje sanitario, que estará centrado no en el evento -enfermedad, accidente, control, etc.- que motiva la atención médica, sino en el paciente como una integralidad.

 

Como producto de la creciente especialización y compartimentación de las distintas ramas de la medicina, las personas venimos sufriendo un creciente "descuartizamiento" virtual en la mirada de los médicos. Los especialistas se concentran en un determinado órgano, a veces, en una parte ínfima de ese órgano, y tienden a desentenderse del resto del cuerpo sobre el que están operando.

 

Esto produce como efecto, entre muchas otros problemas, que con el paso de los años, y ante la eventualidad de enfermedades más o menos crónicas, se acumula la ingesta de medicamentos prescriptos, muchos de los cuales terminan siendo contraproducentes o antagónicos entre sí. Muchos adultos mayores llegan a la edad avanzada con una consumo múltiple de drogas, tanto, que ya ha comenzado a desarrollarse dentro de la farmacología, una especialidad médica consistente en destrabar esos embrollos y suprimir paulatinamente la cantidad y variedad de prescripciones.

 

Todo.

 

No hace falta reiterar aquí que el organismo humano es un todo armónico, no una sumatoria caótica de órganos y funciones. Y los nuevos descubrimientos de la medicina conducen, precisamente, en esta dirección.

 

Hoy sabemos, por ejemplo, que un problema de salud dental puede afectar el desempeño de un atleta, cuando no, generar una infección cerebral potencialmente letal. Sabemos, también, que un simple gonococo, de los que suelen generar molestos catarros, puede ser mucho más peligroso si no se lo vigila y encuentra su camino hacia la meninges y el cerebro.

 

Sabemos que nuestro intestino alberga una colonia de bacterias extrañas a nuestro organismo, pero que sin embargo, en conjunto pueden llegar a pesar alrededor de un kilogramo, y no sólo eso: también influyen en nuestro sistema inmune, nuestro ánimo, y la efectividad de nuestra nutrición.

 

Desde luego, las especialidades son vitales, ya que resulta imperioso desentrañar, entre unos síntomas más o menos generales y confusos, si el problema se origina -por ejemplo- en el hígado, la vesícula o el páncreas. Un diagnóstico oportuno puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

 

Dicho esto, la nueva herramienta le permitirá a los médicos hacerse un panorama mucho más general del individuo, ya que se dispondrán de los datos duros sobre todos sus antecedentes sanitarios, que hasta ahora, sólo podían provenir de la entrevista con el paciente, cuya memoria puede no ser confiable, y su precisión terminológica seguramente no lo será.

 

Prepagas.

 

Un beneficio no previsto del nuevo sistema, quizás, se produzca cuando esta nueva historia clínica integrada refleje no sólo la sumatoria de eventos médicos, sino también la conducta del propio paciente con relación al cuidado de su salud. Esto debería tener necesariamente efectos en el tratamiento que reciben de las obras sociales y empresas de medicina prepaga, que básicamente constituyen compañías de seguros, dedicadas a manejar y administrar los riesgos sanitarios de un determinado colectivo.

 

Desde esa perspectiva, no debería ser el mismo tratamiento -sobre todo, en materia de costos- el que se dispense a un individuo que evita conductas de riesgo, se alimenta bien, evita el tabaquismo o el sedentarismo, y se realiza chequeos periódicos de salud. Todas las personas tiene el mismo derecho a la salud, pero el costo que le ocasionan al sistema no es el mismo.

 

El nuevo sistema se encarga de proclamar la intención de respetar la confidencialidad de los datos, que es como decir, la intimidad de los pacientes. El objetivo es noble, aunque su implementación será ardua. La experiencia reciente en nuestro medio nos proporciona el caso, en la salud pública pampeana, de algún acceso indebido a la historia clínica de un niño que fue víctima en una sonada causa judicial.

 

La lucha por ese derecho a la intimidad no debe abandonarse jamás. Sin embargo, por lo bajo y refunfuñando, los que se dedican a estos temas concuerdan en que, así como resulta inevitable y creciente la migración de nuestros datos hacia el mundo digital, esa misma mudanza anticipa, como efecto directo, una contracción en nuestros derechos personales. Esta lucha, se ve, será aún más dura en el futuro.

 

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