Un nuevo dislate

El presidente Milei ha vuelto a sorprender a la sociedad argentina con otro de los dislates que caracterizan a su gobierno. Se trata ahora del lanzamiento de un plan de progreso nuclear “para promover el desarrollo como insumo de la inteligencia artificial”. El asombro que causa el anuncio se justifica en que se trata del mismo gobierno que desguazó en pocos meses al organismo que lideraba esa actividad dentro de la América del Sur, el que se contaba entre los escasos países capaces de fabricar reactores atómicos de mediana potencia, y venderlos. Esa política provocó—y sigue provocando— la migración de profesionales de alta capacitación, que se marchan del país atraídos por actividades de mayor coherencia y mejores sueldos, esto sin olvidar los varios centenares de cesantías que provocó la paralización de las obras en las compañías subsidiarias o tercerizadas en la construcción de los nuevos reactores.

El presidente y sus ¿asesores? parecen haber comprendido tardíamente la importancia del desarrollo nuclear para el país. El desconcierto va desde los aspectos meramente técnicos (el plan consiste en concretar una serie de logros que ya se han conseguido) hasta dejar de lado los aspectos estratégicos, un tema sobre el que todavía no se ha escuchado palabra militar alguna. Para colmo, y de acuerdo a su inveterada costumbre, el Presidente anunció su intención de trasformar el organismo en una sociedad anónima, que ya se sabe lo que significa y los resultados que da.

La frutilla de este insólito proceder nuclear es afín con otros que se dieron en organismos técnicos de mediana y alta capacitación: según la información obrante en los medios, la presidencia estará a cargo de “un licenciado en Física, pero doctor en Economía financiera, la peor economía que viene destruyendo al capitalismo a escala global. Un hombre que trabajó para el JP Morgan, Goldman Sachs. y fundó compañías de manejo de activos financieros”. Como quien dice: cartón lleno.