Miércoles 07 de mayo 2025

Un papelón monumental

Redacción 22/02/2025 - 10.45.hs

Nuevamente el nombre del presidente Javier Milei, y junto con el también el de Argentina ha trascendido a lo internacional, con categoría de escándalo, sólo que esta vez con un fondo y dimensiones enormes y en un ámbito –el económico— donde resulta imposible diluirlo o ignorarlo.

 

Las criptomonedas llevan cuatro décadas de aparecidas, son un suceso, digamos, financiero que cobró auge en los últimos diez años. Consisten básicamente en medios digitales de intercambio para transferencias e inversiones; quizás la mejor forma de entenderlas sería aceptarlas como “un tipo de divisa alternativa o moneda digital” con un valor sujeto a subas y bajas, entes de uso común para economistas y entidades bancarias.

 

Por eso en los últimos tiempos se convirtieron en inversiones para muchísima gente que especula (en el buen sentido de la palabra) con esos movimientos dinerarios. Claro que también hay quienes especulan en el mal sentido de esa palabra dando lugar a trampas y estafas. Lo grave es cuando en esos movimientos interviene una figura trascendente y genera resultados muy negativos, que es lo que acaba de sucederle al presidente Milei, el mismo que suele presentarse como “especialista en desarrollo económico” y acaba de enredarse voluntariamente en una trama polítco-económica digna de un principiante sin experiencia, y estamos hablando de alguien que, con escasa humildad, se considera merecedor del Premio Nobel de Economía.

 

Por lo que se sabe, en su afán de promover inversiones (que no llegan) el Presidente tuvo la imprudencia de recomendar a través de Internet una criptomoneda, nueva o muy poco conocida. Con semejante aval los valores de ese dinero virtual subieron muchísimo en pocas horas, con un enorme provecho para quienes los manejaban, que de inmediato los convertían en moneda fuerte.

 

Cuando en pocas horas la burbuja se desinfló ya había quedado el tendal de perjudicados –se habla de 100 millones de dólares— que maldecían de la nueva y falsa moneda de Milei y de la Argentina. Para entonces, Milei ya había retirado su recomendación pero, obviamente, era tarde.

 

Con la conmoción, ahora se sabe que los creadores habían estado con el presidente tiempo atrás elogiándole su concepción económica, a lo que este parece haber correspondido con su sospechoso elogio en las redes. También se detectó que la armazón jurídica y económica de la criptomoneda carecía en su promoción y publicación de detalles esenciales como para confiar, pero que al parecer se ocultaron ex profeso.

 

Además de lo que parece ser un papelón monumental, los reniegos y burlas para con Milei empezaron a aparecer en el nivel internacional, y tanto que hasta una figura tan importante como el presidente de Colombia le recomendó irónica y públicamente que eligiera mejor sus inversiones. Vale la pena recordar que Milei, en uno de sus irracionales arrebatos, había calificado al colombiano como “terrorista”.

 

En los días venideros se verá como encara el gobierno este traspié que, curiosamente, viene a chocar con una de sus más anhelados logros: el de la ficha limpia. La acción del presidente, quiérase o no, se encuadra perfectamente en uno de los artículos del Código Penal en lo que hace a los actos de los funcionarios públicos.

 

Pero, en medio del enorme escándalo que ya refleja la prensa de todo el mundo y del que todavía no se sabe cómo repercutirá en las bolsas internacionales, sobresale largamente una evidencia: la total falta de ética de la mayor autoridad de la República al prestarse a la promoción de una financiera, también de muy sospechosas particularidades. Y el hecho no da para pensar en ingenuidades.

 

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