Viernes 11 de julio 2025

Un peligroso ataque

Redacción 02/10/2024 - 10.02.hs

La aversión que siente el Presidente de la República por las entidades con respaldo colectivo (a las que no vacila en calificar como “comunistas”, aunque demuestra tener escaso conocimiento al respecto) quedó en evidencia desde su misma asunción. Entre otros rubros, tuvo empatía con su predecesor en el cargo, Mauricio Macri, en privatizar los grandes clubes que integran la Asociación del Fútbol Argentino, entidad que, dicho sea, rechazó de plano esa postura, detrás de la cual apenas si se oculta el negocio. Como siempre ocurre para con estas embestidas liberales, la excusa es una pretendida falta de eficientismo, condición que, paradojalmente, se quiere atribuir a las entidades que en su conjunto, han conformado a los campeones del mundo en materia futbolística.

 

En la acertada exposición al respecto que el doctor Jorge Bragulat hiciera recientemente en General Pico, resaltó el muy destacado papel de los clubes dentro de la sociedad argentina, donde han obrado –y siguen obrando hasta la actualidad— como formas dinámicas de integración al medio social, por otra parte existentes en todo el país. Para el caso que las mayores de esas instituciones se trasformara en sociedades anónimas deportivas es muy posible que, por inercia de ello, también las medianas y pequeñas instituciones se debilitarían.

 

El expositor vaticinó con fundamentos que por esa animadversión, la cultura en general y las entidades populares en particular, sufren un embate desde el punto de vista económico que, visto en perspectiva, aparece como una especie de plan gradual contra el asociativismo, al que se demoniza irresponsablemente, desconociendo la efectividad de esa forma de emprendimientos, que tuviera notables logros, con muy especiales ejemplos en el quehacer pampeano.

 

El expositor fue claro y predictivo en su concepto para con el devenir del cooperativismo integrado en el quehacer del gobierno nacional como "una economía social que está castigada por una política muy individualista, concentradora y neoliberal, donde el eje fundamental es lo financiero, para generar una falsa estabilidad que lo puede ser en los números, pero no en lo social. Y también sufre un ataque de tipo cultural que es lo más peligroso”. Detrás de esa concepción hay un “individualismo exagerado”, para el que lo normal es la exclusión de la sociedad en sus capas menos pudientes.

 

Esa actitud más o menos abierta contra las formas de asociación colectiva ya se la habían advertido las cooperativas de la provincia, llegando incluso a crearse una preventiva Comisión de Defensa de la cooperativa santarroseña, un ejemplo de acción colectiva reconocido en el país todo. Ese negativismo para con las cooperativas populares tiene un fuerte apoyo en las grandes corporaciones, siempre atentas a la ganancia y desinteresadas del bienestar popular. Los ejemplos al respecto son numerosos y se evidencian especialmente en las trabas de tipo burocrático que ya se hacen evidentes.

 

Así, la tirria gubernamental contra las asociaciones populares se va generalizando nacional, empezando por la vigencia de la educación gratuita y obligatoria, que se prolonga en el nivel universitario y que tan buenos resultados ha dado, convirtiéndonos en el país más ilustrado de América del sur, una condición imposible de aceptar por parte de las oligarquías que siempre han tratado de regir el país por el medio que sea.

 

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