Viernes 12 de abril 2024

Una meta casi inalcanzable

Redacción 02/03/2023 - 08.31.hs

Todo el mundo se ha visto conmovido por la espantosa tragedia que afectó a Turquía y Siria con el reciente terremoto, el peor acontecimiento ocurrido en la región durante el último siglo, según las Naciones Unidas. Los aportes solidarios han llegado a Siria desde casi todo el mundo, pero Occidente parece dejar que por sobre el humanitarismo prime la política y se diría que obra con un doble rasero ya que la ayuda que llega a Turquía, un aliado, es mayor que la enviada a Siria. Los Estados Unidos, principalmente, han estado lejos de sus posibilidades, justificándose políticamente en la llamada Ley César que, para decirlo claramente, inhibe la ayuda a las naciones consideradas enemigas, y es el caso de Siria, país con el que tiene serias y prolongadas disidencias porque, entre otras cosas, se opone a sus políticas en Medio Oriente.

 

Así hubo funcionarios norteamericanos que justificaron la no asistencia a Siria, con el inconcebible argumento de que es “contraproducente colaborar con un régimen que ha brutalizado a la población”. Esto para con un país que, además de estar sufriendo una devastadora guerra civil, ha tenido una catástrofe que supera los cuatro mil muertos.

 

Un analista inglés subraya que “Estados Unidos, con su triple no (no levantar las sanciones, no contactar a las autoridades legítimas y no coordinar con ellas), se está comportando claramente de forma hipócrita y egoísta”.

 

En forma opuesta, las profundas diferencias que separan a los países árabes entre pro-occidentales y los que no lo son, parecen haberse achicado y esto se ha traducido en una solidaridad manifiesta en ayuda de todo tipo.

 

Es pertinente señalar que Argentina tuvo una reacción casi inmediata a la tragedia y envió un conjunto de personas capaces de contribuir a los rescates entre los escombros, que hasta la actualidad siguen siendo una esperanzada prioridad.

 

Al margen de los castigos de la naturaleza, la guerra, manifiesta o latente, sigue castigando al Oriente Medio y allí, en especial, a los palestinos, sometidos a la tremenda presión de un Israel sionista que cuenta con el que acaso debe ser el mejor y más efectivo ejército de la región.

 

Las últimas semanas han sido pródigas en muertes, subrayadas por incursiones del ejército judío contra personas más o menos indefensas pero también cargadas de odio, que se corresponden a su vez en atentados con más muertes.

 

En una interpretación simplista suena a inentendible esa tremenda y persistente violencia en las tierras donde, desde hace miles de años, tres grandes religiones llaman a la paz y la concordia. La interpretación se hace más coherente cuando se considera el fanatismo religioso, la geopolítica de las naciones poderosas y, también, los movimientos de las grandes corporaciones.

 

Junto con los odios, que los periódicos asesinatos y ocupaciones mantienen potenciales, late el temor del fuego atómico, que sería la alternativa de una reacción global. Mientras tanto, la paz parece una meta casi inalcanzable.

 

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